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Catástrofe en el Pacífico

Sin trenes, sin móviles, sin gasolina, sin agua

Cientos de miles de evacuados y familiares de desaparecidos deambulan entre el barro y los escombros

Largas filas de coches hacen cola para llenar los depósitos de gasolina a las 10 de la noche. El combustible escasea, y miles de personas se han refugiado en Yamagata, ciudad antesala del infierno desatado por el terremoto y el consiguiente tsunami que el viernes pasado devastaron la costa noreste de Japón. Yamagata está a 50 kilómetros de Sendai, una de las localidades que resultó más gravemente dañada por el seísmo, ya que se encuentra tan solo a 130 kilómetros del epicentro del temblor; el más potente que ha sufrido Japón desde que comenzó a registrar datos hace 140 años.

La magnitud de la catástrofe, que ya se intuye en Yamagata, se va haciendo más clara a medida que pasan los días. Más de 10.000 muertos, 20.800 casas destruidas, más de 300.0000 personas evacuadas -gran parte de ellas en los alrededores de las dos plantas nucleares que han resultado gravemente dañadas por el temblor de tierra-, y alrededor de 1,8 millones de hogares sin electricidad y 1,4 millones sin agua corriente en la región. Los refugiados están alojados en escuelas, polideportivos, y edificios gubernamentales. Es el balance provisional de la mayor crisis humanitaria que ha vivido Japón desde la II Guerra Mundial, según afirmó ayer el Gobierno, que decidió duplicar hasta 100.000 el número de soldados movilizados para participar en las labores de rescate y suministro de alimentos, agua y combustible.

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Solo en la prefectura de Miyagi, se teme que han fallecido 10.000 personas, según su jefe de policía. Los Gobiernos locales dicen que han perdido el contacto con miles de personas, por lo que se teme que la cifra de víctimas aumente.

Los hoteles de Yamagata están todos llenos. Sus clientes son gente que ha huido de la destrucción y el horror, muchos de ellos de Sendai, donde el muro de agua arrastró viviendas, coches, escombros, barcos y todo lo que pillaba a su paso kilómetros tierra adentro. Otros son personas que han decidido venir a buscar a familiares ante la falta de información y la imposibilidad de contactarlos por teléfono. Las líneas ferroviarias hacia el norte de la isla desde Tokio están interrumpidas a medio camino, y muchas carreteras están cortadas. Los teléfonos móviles no funcionan. El público se agolpaba ayer en la estación central de Tokio, donde los mundialmente famosos trenes bala -que habitualmente funcionan con puntualidad de reloj de cuarzo- salían con retrasos hasta de una hora.

Hata Motoyoshi, un directivo de unos 50 años de una empresa informática que vive en Tokio, es uno de quienes ayer llegó a Yamagata tras pasar todo el día viajando, primero en avión a un aeropuerto local en la costa oeste de la isla Honshu y luego en autobús hasta Yamagata. "Vengo a buscar a mi hijo. No hay mucha información, y no he podido contactarlo. No hay coches y no hay gasolina, está complicado salir de Sendai", cuenta. "Mañana [por hoy] intentaré alquilar un coche e ir a buscarle. Luego nos iremos inmediatamente a Tokio". Yamagata está a más de 300 kilómetros de la capital.

Los soldados y los equipos de salvamento seguían buscando supervivientes y recuperando cadáveres. Un hombre de 60 años fue rescatado en el mar, a 15 kilómetros de la costa, sobre el tejado de su casa, que había sido arrastrado por el tsunami desde el pueblo de Minamisoma. El hombre, llamado Hiromitsu Shinkawa, fue salvado después de que fuera visto agitando un trapo rojo. Shinkawa contó que las aguas les sorprendieron a él y a su mujer cuando regresaron a su casa después del temblor para recoger algunas pertenencias. El agua se llevó a su esposa.

Japón ha recibido ofertas de ayuda de cerca de 70 países. Un portaviones estadounidense, en aguas de la costa nororiental, inició labores de distribución de alimentos mediante helicópteros estadounidenses y japoneses, que repartieron 30.000 raciones de emergencia de comida. Corea del Sur envió un equipo de rescate integrado por 100 personas. Un grupo de expertos chinos, compuesto por 15 personas, llegó ayer a Japón con material para búsqueda de personas. Australia ofreció hospitales de campaña, mientras India se disponía a mandar aviones con mantas.

Japón está anonadado por lo sucedido. En Tokio, donde muchos temen que se produzca un terremoto similar al que causó 140.000 muertos en 1923, la gente seguía las emisiones televisivas sin descanso, con imágenes de las aguas cabalgando con furia sobre los edificios y los campos de cultivo, casas ardiendo y viviendas destruidas. Muchas familias han hecho acopio de alimentos, y en algunas tiendas la comida ha volado de las estanterías. El Gobierno francés instó a sus ciudadanos que se fueran de la región de Tokio, ante el riesgo de que se produzcan nuevos temblores y la incertidumbre sobre la situación en las plantas nucleares.

El Gobierno, que lleva menos de dos años en el poder y que ha estado luchando en el Parlamento para hacer avanzar sus políticas, ha sido criticado por su respuesta a la catástrofe. "La gestión de la crisis es incoherente", tituló ayer el periódico Asahi, que afirmaba que la información y las instrucciones para ampliar el área de evacuación alrededor de las plantas nucleares habían sido demasiado lentas.

Se espera que el Banco de Japón anuncie en los próximos días su compromiso de poner en el mercado tanto dinero como haga falta para prevenir que el desastre desestabilice los mercados y el sistema financiero. Las aseguradoras afirman que el coste asegurado de la catástrofe podría ascender a 35.000 millones de dólares, lo que lo convertiría en uno de los desastres más costosos de la historia.

El cadáver de una mujer, en una casa de Sendai.
El cadáver de una mujer, en una casa de Sendai.D. GUTTENFELDER (AP)
Un transbordador se balancea sobre una casa en la localidad de Otsuchi, en la prefectura de Iwate.
Un transbordador se balancea sobre una casa en la localidad de Otsuchi, en la prefectura de Iwate.ASSOCIATED PRESS

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