España refuerza la seguridad de sus embajadas y sus tropas en el exterior
El Gobierno admite el riesgo pero no eleva la alerta de los cuerpos policiales
El Gobierno español revisará la seguridad de sus embajadas y extremará las medidas de autoprotección de sus tropas en el exterior, pero no elevará por ahora el nivel de alerta de sus fuerzas y cuerpos de la Seguridad. El presidente José Luis Rodríguez Zapatero ha convocado esta mañana en La Moncloa al vicepresidente y ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, y a las titulares de Asuntos Exteriores y Defensa, Trinidad Jiménez y Carme Chacón, para analizar la situación creada por la eliminación del líder de Al Qaeda y estudiar "medidas adicionales" de prevención.
Aunque admitió que no pueden descartarse "represalias" y que "España tiene un riesgo evidente" de convertirse en objetivo del terrorismo yihadista, Rubalcaba estimó ayer que el nivel 2 de alerta, sobre una escala de cuatro, en el que ya están los cuerpos policiales resulta "suficiente" para garantizar la seguridad de los ciudadanos. Este nivel, activado en octubre pasado en su grado más alto, supone que existe un riesgo "probable" de atentado, mientras el nivel 3 corresponde a una amenaza "altamente probable" y el 4 a un "riesgo inminente" de atentado. El Gobierno considera que no existe una amenaza específica contra España, aunque sí un riesgo compartido con otros muchos países, por lo que no considera "prudente" decretar el nivel 3 de alerta, que implica el alistamiento de efectivos militares, o el 4, que supone su movilización para vigilar puntos neurálgicos.
El servicio secreto evalúa la reacción de los musulmanes españoles
Tampoco se prevé elevar el nivel de alerta de los 1.500 soldados españoles desplegados en Afganistán o de los 1.000 destacados en el sur de Líbano; que ya era "alto", especialmente el de los primeros, ante la anunciada ofensiva talibán de primavera. Lo que sí ha hecho el jefe del Estado Mayor de la Defensa, el general Julio Rodríguez, ha sido remitir instrucciones a los responsables de los dos contingentes españoles para que se refuercen las medidas de autoprotección, aunque ello no implicará en ningún caso la suspensión de las misiones previstas. Así se lo comunicó ayer tarde a la ministra de Defensa, Carme Chacón, en una reunión en la sede de su departamento; a la que asistió, entre otros, el jefe del servicio secreto CNI, Félix Sanz, encargado de evaluar las reacciones que la eliminación de Bin Laden ha suscitado en el seno de la comunidad musulmana en España.
Por su parte, el Ministerio de Asuntos Exteriores ultimaba ayer un telegrama para alertar a las embajadas del riesgo de atentado y preparaba una revisión completa de las condiciones de seguridad de las legaciones españolas en los países más vulnerables al fanatismo de Bin Laden, según fuentes diplomáticas.
La noticia de su muerte cogió por sorpresa al Gobierno español. Se enteró cuando se hizo pública y tardó en reaccionar. Hasta las diez de la mañana -después de que se pronunciaran Alemania, Francia, Reino Unido, Italia o Turquía, entre otros países- no se difundió el primer comunicado. En el breve texto, se calificaba la eliminación de Bin Laden de "paso decisivo" en la lucha contra el terrorismo, se felicitaba al presidente de EE UU, Barack Obama, por el resultado de la operación y se reiteraba el compromiso español "de colaboración con EE UU y otros países unidos en la lucha contra el terrorismo, allá donde se geste o ejecute". En términos similares se expresó Zapatero en el telegrama que remitió al inquilino de la Casa Blanca.
Pero Zapatero no habló en público. Quienes pusieron voz a la posición del Gobierno fueron la ministra Trinidad Jiménez y el propio Rubalcaba. Ambos obviaron el hecho de que Bin Laden hubiera sido eliminado y no llevado ante un juez para responder de sus crímenes. La Moncloa no quiso valorar este hecho, que calificó de preterible.
En la misma línea, el líder del PP, Mariano Rajoy, declaró en Melilla que se ha dado un "paso muy importante" en la lucha contra el terrorismo. La nota discordante la puso la presidenta madrileña, Esperanza Aguirre, quien aseguró que "Bin Laden nunca ha reconocido el atentado de Madrid como de Al Qaeda". Lo hizo, implícitamente, el 15 de abril de 2004, cuando dijo que lo sucedido el 11-S y el 11-M "es vuestra mercancía que os ha sido devuelta. Tenéis que saber que la seguridad es necesaria para todos". La sentencia del Supremo acreditó la "dependencia ideológica", aunque no jerárquica, de los autores del 11-M respecto a Al Qaeda.
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