Nueve horas de disturbios
33 detenidos y 57 heridos en choques entre radicales y policías en Barcelona
Desde mediodía y sin parar hasta que se hizo de noche. Como hacía tiempo que no se veía en Barcelona -desde la época de las contracumbres, en 2001 y 2003-, la ciudad encadenó ayer violentos enfrentamientos entre manifestantes radicales y la policía en tres oleadas sucesivas. Los disturbios se saldaron con 33 detenidos y 57 heridos, 28 de ellos Mossos d'Esquadra.
Los primeros incidentes se produjeron a mediodía en la zona de la plaza de la Universitat, donde un grupo de antisistema quemó un coche de la Guardia Urbana mientras hacía saltar por los aires mobiliario urbano y de las terrazas de los bares. A partir de las dos de la tarde la bronca se trasladó al entorno de la plaza de Catalunya, donde los Mossos d'Esquadra desalojaron la antigua sede del Banesto, okupada desde el sábado por colectivos alternativos a los sindicatos mayoritarios. Según la policía, los agentes intervinieron porque los okupas les estaban arrojando objetos. El desalojo se saldó con 17 personas identificadas y un detenido, que tenía antecedentes. Los accesos al edificio fueron tapiados.
Con el ambiente en tensión creciente, la violencia estalló de nuevo y de forma simultánea a la manifestación convocada por CC OO y UGT. Fue protagonizada por grupos poco numerosos de radicales, muchos de ellos encapuchados y ajenos a las convocatorias mayoritarias. Los disturbios arrancaron sobre las siete en la plaza de Catalunya y el paseo de Gràcia, bajaron por Via Laietana y, tras agudizarse en el entorno de la Catedral, se instalaron primero en las callejuelas del Born y después del entorno de plaza de Sant Jaume.
Los radicales la tomaron contra bancos y cajas, tiendas de ropa de cadenas como Zara o Levis -que fue saqueada-, arrasaron literalmente una tienda Movistar y quemaron contenedores a su paso. También se liaron a pedradas contra todo: fueran agentes antidisturbios, escaparates o el coche de una autoescuela. Todo ello para pavor de los centenares de turistas que disfrutaban del soleado día visitando el centro.
Tras dos horas de violento juego del ratón y el gato, la situación se calmó un poco sobre las nueve de la noche. La policía autonómica tomó la plaza de Sant Jaume -donde tienen la sede la Generalitat y el Ayuntamiento-, pero los encapuchados seguían controlando las callejuelas adyacentes. Su rastro: basura esparcida, contenedores y barricadas ardiendo.
El Gobierno catalán condenó los incidentes: "La jornada se ha visto contaminada por un grupo de personas violentas antisistema que no tienen nada que ver ni con los trabajadores ni con las organizaciones sindicales mayoritarias que han convocado la huelga", afirmó la consejera de Trabajo, Mar Serna. El consejero de Interior, Joan Saura, y el secretario de Seguridad, Joan Delort, anunciaron que comparecerán esta mañana para valorar los incidentes, que atribuyeron a "un grupo aislado".
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