Se desinfla el apoyo a la huelga general
Solo el 9% tiene decidido que participará en la protesta - Aumenta el porcentaje de los que la consideran justa, pero crece el de los que aseguran que es inoportuna
El malestar ciudadano por los recortes y el pesimismo por la crisis lo puede pagar caro el PSOE en forma de posible derrota electoral, pero es probable que el Gobierno gane el pulso de la calle a los sindicatos. No hay ambiente de huelga general.
El verano le ha sentado fatal a los sindicatos, porque ha aplacado y desinflado el malestar ciudadano que podría llevar a una participación masiva en la huelga general del 29 de septiembre. A tres semanas de la fecha de la protesta solo un 9% tiene claro que, con toda seguridad, participará en la huelga general, según el sondeo de Metroscopia para EL PAÍS.
La encuesta muestra que, a la vuelta del verano, se mantiene instalado entre los españoles un pesimismo general sobre la situación económica y política y sobre las perspectivas de mejora. Los ciudadanos no ven el repunte de la economía, son críticos con la situación política y, sobre todo, desconfían de los líderes políticos. Viene a ser como si en el momento de mayor desasosiego general por la crisis, los españoles tuvieran la impresión de no ver ningún político que les pueda sacar del profundo bache. Los españoles son críticos con el Gobierno y también con la oposición, pero al menos la fidelidad de los votantes del PP hace que Mariano Rajoy consolide un mes más su amplia ventaja en expectativa de voto.
El PP aumenta a nueve puntos su ventaja en expectativa de voto
El 86% cree que queda mucho para que se recupere la economía
En el arranque del curso político el primer escollo para el Gobierno es la protesta convocada para el 29 de septiembre. El tiempo en este caso ha jugado a favor de Zapatero y ha enfriado el malestar ciudadano. Y entretanto está ya en vigor desde hace dos meses el decreto de reforma laboral y está a punto de salir de las Cortes la ley para su entrada en vigor, semanas antes de la huelga general. Ya no habrá presión posible para que en el trámite parlamentario se suavice el texto y es imposible que se modifique como consecuencia de la protesta.
Ni siquiera es probable el éxito de la convocatoria, porque ahora solo el 9% tiene claro que hará huelga, frente al 15% de hace solo dos meses. Y el porcentaje de los que dicen que probablemente la harán se mantiene en el 13%. Hace dos meses el 50% tenía claro que no la haría y ahora es el 55% el que rechaza tajante participar y otro 18% dice que probablemente no. No es que la movilización haya descendido porque los ciudadanos crean que no hay motivos para convocarla. Incluso, aunque el malestar ha ido creciendo progresivamente porque ha subido el porcentaje de los que creen que la huelga general es justa, el problema para los sindicatos es que al tiempo ha crecido el de los que consideran que no es oportuna.
La impresión es que se ha instalado una cierta resignación, porque el 76% mantiene que aún queda mucho para que empiece a mejorar la economía mundial y el porcentaje sube al 86% en el pesimismo sobre la situación económica española. Ha mejorado ligeramente la percepción sobre la situación política, pero la impresión sobre la clase política es muy negativa.
El 58% asegura que el actual Gobierno ha perdido por completo la capacidad para dar solución a la crisis. Incluso, el 42% de votantes del PSOE mantiene esta posición crítica. La resignación se manifiesta también en que el 77% asegura que un Gobierno del PP no lo haría mejor.
A pesar de eso, el PP consolida y hasta amplía su ventaja sobre el PSOE en estimación de voto, el 41,8% frente al 32,9%. Con respecto a la anterior, realizada hace un mes, esa ventaja ha aumentado en algo más de un punto. El PSOE baja ligeramente y el PP sube con respecto al sondeo anterior.
Los ciudadanos sí amenazan con trasladar a las urnas el malestar que, en cambio, no les lleva a protestar en la calle contra el Gobierno. La pregunta clave es saber si la diferencia ya es insalvable o si el PSOE tiene aún margen de maniobra para remontar antes de las generales de 2012.
No hay respuesta posible, pero sí algunos datos para aventurar algunas hipótesis. El primero es que el PP mantiene y hasta aumenta la fidelidad de sus votantes, superando ya el 80%. Es decir, Rajoy mantiene a los suyos movilizados casi como si las elecciones fueran ahora mismo. Por eso, la estrategia decidida esta semana por los populares en Toledo ha sido precisamente la de no provocar rechazo arriesgando con propuestas y, si es posible, subir varios puntos la presión para incrementar el desgaste del Gobierno, sin disipar la sombra de las elecciones inminentes.
Al PSOE le ocurre lo contrario. Sus votantes le han dado la espalda y están molestos y hasta el 54% de ellos está persuadido de que ganará el PP. No hay respuesta a la duda de si esos votantes están dispuestos a mantener el castigo en las urnas cuando vean cerca una victoria de los populares. A las expectativas del PSOE no ayuda el pesimismo sobre la situación económica y las escasas perspectivas de mejora.
Otro dato para responder a esa pregunta es el de los que creen que ganará el PP, porque da idea de hasta qué punto se ha instalado la impresión de final de ciclo, aunque teóricamente quede año y medio para el final de la legislatura. El 62% asegura que vencerá el PP.
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