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Rajoy rechaza el plan apoyado por Bruselas y los grandes empresarios

El PP se aleja de Zapatero y los magnates para plantear una ley de emprendedores

Carlos E. Cué

Fue precisamente en Toledo donde Dolores de Cospedal empezó a acuñar la idea del PP como el verdadero "partido de los trabajadores". Mariano Rajoy está cada vez más interesado en esa imagen. Y ayer, mientras José Luis Rodríguez Zapatero presentaba en La Moncloa el nuevo plan de reformas, apoyado el jueves en Bruselas y centrado en especial en austeridad y fórmulas para regularizar el empleo no declarado y la economía sumergida, Rajoy se alejaba de él en Toledo.

El líder del PP rechazó e incluso despreció ese plan respaldado por Bruselas y por los megaempresarios reunidos en La Moncloa. Por el contrario, anunció su propio plan, una ley para emprendedores y pymes, que explicará con detalle el lunes al reunirse con 100 de ellos. El mensaje es evidente: el PP está con los pequeños que generan el 80% del empleo, el PSOE con los grandes que solo dan trabajo al 20% de los españoles y no atraviesan un buen momento de imagen pública, en especial los bancos.

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Rajoy receló incluso del plan para hacer emerger la economía sumergida. "Yo no sé cuál es el nivel de economía sumergida, el Gobierno sí, lo cual es sorprendente. La que haya, es su responsabilidad. Espero que no sea un procedimiento para maquillar las estadísticas al que nos tienen acostumbrados". Esto es, teme que sea un plan para reducir las cifras del paro.

Los populares están convencidos de que el electorado está cada vez más alejado de estos planes del Gobierno dirigidos desde Bruselas y apoyados por las grandes empresas. Es lo que ha pasado en Portugal, dicen, la gente no sigue a Sócrates y sus cuatro planes.

"Zapatero nos contó ayer [por el viernes] otro plan", dijo Rajoy con evidente desdén. "Sus planes cada vez provocan más paro, más problemas, menos pensiones, más recortes. La semana que viene habrá nuevas medidas, y la siguiente más. Al tiempo. Las que ha anunciado producirán los mismos efectos que las anteriores".

El PP solo ve un cambio posible para remontar la economía: elecciones anticipadas y un nuevo Gobierno dirigido por Rajoy. Eso sí, a la hora de aclarar sus planes, fue poco explícito. Incluso hubo un momento en que se preguntó al aire: ¿Qué podemos hacer para crear empleo desde las instituciones?, pero nunca respondió a esa pregunta.

El plan del PP se resume así: haremos lo que hicimos en 1996. Ese es su aval. Rajoy insiste en que lograrán crear empleo como lo hicieron entonces, sin aclarar qué alternativa ve a la construcción, gran motor de crecimiento y empleo de los 90 y 2000. Envalentonado en esa comparación, llegó a prometer que con él bajará el paro 10 puntos: "La sociedad española con Aznar tuvo confianza y creó cinco millones de puestos de trabajo. Volveremos a bajar la tasa por debajo del 10%".

A Rajoy no le gusta el nuevo plan que Zapatero ha traído de Bruselas, explican en su entorno, porque no incluye topes de gasto por ley para las autonomías y vincula el déficit al crecimiento: "El déficit público tiene que ser cero", aseguró el líder del PP, "nadie puede gastar lo que no tiene", decía al lado de Alberto Ruiz-Gallardón y Rita Barberá, alcaldes de Madrid y Valencia, dos ciudades muy endeudadas.

Al margen de planes, el PP se regodea estos días en la crisis interna del PSOE con la sucesión de Zapatero. Rajoy había sido discreto hasta ahora con el asunto, pero ayer entró a degüello: "El debate de caras es un cuento, una burla a los españoles, el Gobierno no está en condiciones de gobernar. Lo que hay que hacer es un cambio de Gobierno y de políticas. En el PP estamos para gobernar y no para organizar circos".

Maria Dolores de Cospedal y candidata a presidir Castilla-La Mancha (centro) es aplaudida en la clausura de la convención municipal del PP en Toledo.
Maria Dolores de Cospedal y candidata a presidir Castilla-La Mancha (centro) es aplaudida en la clausura de la convención municipal del PP en Toledo.ISMAEL HERRERO (EFE)

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