Una noche sin consecuencias para Strauss-Kahn
El FMI deja en simple error la aventura de su director con una empleada
Un "serio error de juicio", algo "lamentable", pero sin sombra de acoso, favoritismo o abuso de autoridad. La aventura amorosa de Dominique Strauss-Kahn, director gerente del Fondo Monetario Internacional, con una empleada recibió carpetazo el sábado (madrugada del domingo en España) con la sentencia absolutoria del comité ejecutivo de la institución financiera.
La relación de Strauss-Kahn con la economista húngara Piroska Nagy en enero pasado (cuando el director llevaba unas semanas en el cargo) abrió una vía de agua de cierta importancia, justo en un momento en que al FMI se le acumulan los frentes abiertos por la crisis financiera internacional. La trinchera doméstica ya la había zanjado la esposa del ex ministro francés, Anne Sinclair:
"Fue cosa de una noche, nos queremos como el primer día". La investigación independiente encargada por la institución a un despacho de abogados sostiene que el ex ministro francés (afable, simpático y tolerante para sus defensores; diletante, aficionado a negocios poco transparentes y excesivamente hedonista, según sus detractores) se ajustó en su conducta a los estándares que rigen para el personal del FMI. Pese a ello, los letrados recomiendan que se establezcan mayores exigencias para su director gerente dada "su prominencia y las consecuencias para la reputación" de la institución que representa. Los abogados de Morgan Lewis afirman que no hubo conductas reprobables más allá del "error personal" que el propio Strauss-Kahn, de 59 años, ha reconocido: no presionó a la mujer para obtener sexo ni intervino en su decisión de cambiar de trabajo ni favoreció una compensación mayor de la usual cuando abandonó el FMI en agosto.
Además, la recomendación de Strauss-Kahn para que se concediese una beca en el FMI a la hija de unos amigos, Emilie Byhet, es una "práctica común" en la institución. Byhet había colaborado en la fallida campaña del ex ministro para ser designado candidato socialista a la presidencia francesa en 2005 frente a Ségolène Royal. Poco después, Strauss-Kahn sustituyó a Rodrigo Rato en el FMI, con el apoyo explícito del presidente francés, Nicolas Sarkozy. La clase política francesa, tan distinta en su moral sexual de la estadounidense, salió en defensa de Strauss-Kahn desde que saltó el escándalo hace 15 días.
Pero en Washington se asomó de inmediato la sombra del ex presidente del Banco Mundial Paul Wolfowitz, quien hubo de dejar el cargo en 2007 cuando se supo que había favorecido a su novia Shaha Ali Riza, funcionaria de la misma entidad hermana del FMI. Y ello en un momento en que el convulso panorama financiero necesita, más que nunca, tranquilidad y buenos alimentos en forma de miles de millones de euros y dólares para devolver la confianza al sistema. En ello sigue estos días el FMI, al que el presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, quiere que se dote de un nuevo mandato y de nuevos mecanismos de supervisión de los mercados, además de que facilite préstamos a las economías emergentes con problemas.
Ayer mismo el propio Strauss-Kahn anunció un principio de acuerdo con Ucrania para un préstamo de hasta 16.500 millones de dólares (algo más de 13.000 millones de euros) en 24 meses, condicionado a que se cumplan una serie de requisitos sobre la regulación del sector bancario en ese país. No es el único que ha tenido que recurrir al FMI. También Hungría, Islandia, Bielorrusia y Pakistán han pedido ayuda a Strauss-Kahn para tratar de salvar la crisis. Una avalancha de trabajo para un hombre que prometió ir más lejos en las reformas de lo que había conseguido culminar su antecesor.
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