EE UU moviliza 800.000 millones de dólares para descongelar el crédito
El plan de la Reserva Federal cubrirá hipotecas y créditos al consumo y a 'pymes' - El banco central intenta prevenir la deflación al inundar de dinero la economía
Las autoridades de Estados Unidos están dispuestas a usar toda su artillería para atacar a la crisis financiera más grave desde la Gran Depresión. Ben Bernanke, presidente de la Reserva Federal, ha asumido el protagonismo para inundar la economía de dólares y combatir a un tiempo la amenaza -ya realidad- de la recesión y el fantasma de la deflación. Bernanke, un experto en crisis financieras, puso en marcha ayer una dramática inyección de 800.000 millones de dólares (unos 615.000 millones de euros) en la economía para animar el crédito a las familias y a las pequeñas y medianas empresas.
Las medidas de ayer exceden en cuantía a los 700.000 millones de dólares (unos 540.000 millones de euros al cambio actual) del plan de rescate del sector financiero lanzado inicialmente por Henry Paulson, el secretario del Tesoro. Sin embargo, mientras que aquel plan supuso hace sólo dos meses una conmoción nacional -o mundial- por su tamaño, provocó la movilización de los candidatos presidenciales y requirió una dura negociación en el Congreso antes de ver la luz, la decisión de ayer se despachó con los comunicados de la Reserva Federal y el Tesoro y una rueda de prensa de Paulson de las que ya parecen casi rutinarias.
Una de las medidas de ayer es similar al fondo español de compra de activos
Hay una gran diferencia entre ambos planes. Mientras que el de Paulson se financiaba en última instancia con cargo al contribuyente mediante la emisión de deuda pública, en el anunciado ayer la Fed se limita básicamente a dar a la máquina de hacer dinero. Eso sí, a toda velocidad.
En lo que parece un premonitorio análisis de la situación actual, Bernanke aseguraba en una conferencia pronunciada en 2002 que "siempre es preferible prevenir la deflación que tener que curarla". Y decía que la capacidad de los bancos centrales de imprimir dinero (o crearlo electrónicamente) sin apenas coste era un arma poderosa para combatirla. Las medidas de ayer muestran que Bernanke parece dispuesto a usar con todas sus consecuencias ese arma, llamada en el argot "expansión cuantitativa", aunque sea de una forma heterodoxa y contando como aliado con el Tesoro.
Fuentes del Gobierno rechazan que el objetivo sea aumentar la base monetaria al modo en que Japón combatió la deflación la pasada década y que de lo que se trata es de engrasar la economía. Pero los riesgos que en 2002 Bernanke calificaba de remotos son ahora palpables. La economía se viene abajo por la crisis financiera y la falta de crédito, los precios frenan en seco y la munición de las bajadas de tipos de interés (ya en el 1%) está prácticamente agotada. En el tercer trimestre, el PIB se contrajo a una tasa anualizada del 0,5%, dos décimas más que la previsión inicial, por culpa del mayor descenso el consumo en 28 años, lo que anticipa una recesión dura y prolongada. Con la intervención de ayer se lanzan dos programas orientados a romper el coágulo financiero y normalizar la economía real.
La Fed se hace cargo de la compra de activos -potencialmente tóxicos- respaldados por hipotecas, asumiendo una función que inicialmente se arrogó el Tesoro. Destinará 100.000 millones de dólares a comprar deuda emitida por las hipotecarias semipúblicas Fannie Mae y Freddie Mac y la Federal Home Loan Banks y otros 500.000 millones a adquirir títulos hipotecarios de Fannie Mae, Freddie Mac y Ginnie Mae, aunque sea a costa de asumir un elevado riesgo de crédito.
El objetivo declarado es "reducir" los costes de financiación y "aumentar" el crédito disponible "a un precio asequible" para la compra de casas. Washington espera que eso ayude a estabilizar el mercado de la vivienda, un paso clave para poner fin a las turbulencias que tienen de rodillas al sistema financiero. Y aunque la crisis tiene su epicentro en el sector inmobiliario, la gangrena afecta a los hogares y las pymes.
Para cortarla, la Fed entra con su segunda medida en un nuevo terreno al crear un mecanismo para comprar temporalmente activos de alta calidad crediticia (AAA) a los bancos por valor de 200.000 millones. El Tesoro protege a su vez a la Fed de las posibles pérdidas con 20.000 millones tomados de los 700.000 millones del plan de rescate inicial de Paulson. La nueva figura es muy similar al hasta ahora poco exitoso fondo español de adquisición de activos financieros, con una gran salvedad: en EE UU no se financia con la emisión de deuda pública sino que la Fed se hace cargo directamente de esa inyección de liquidez, en una heterodoxa expansión monetaria dirigida a los sectores que lo precisan, según explica Goldman Sachs.
Paulson explicó que la nueva iniciativa se concentrará en cubrir las "necesidades financieras básicas" de las familias y de las pequeñas empresas, al ayudar a restaurar el crédito a estudiantes, para la compra del coche, en los préstamos a través de tarjetas de crédito o de los préstamos garantizados de la Asociación de Pequeñas Empresas. La medida podría ampliarse a hipotecas. Como en España, se priman los títulos respaldados por crédito reciente.
Tanto la Fed como el Tesoro insisten en que la estabilización del mercado de crédito y del sistema financiero es "vital" para el conjunto de la economía. Además de los 700.000 millones de dólares del plan Paulson, las autoridades estadounidenses han movilizado de una u otra manera más de siete billones de dólares entre avales, garantías y compra de pagarés empresariales.
Un efecto inmediato del anuncio de una lluvia de dinero en la economía fue que el valor del dólar cayó con el euro a su mínimo en un mes (1,31 dólares por euro).
Lluvia de dólares
- La Reserva Federal anunció ayer dos medidas para inyectar 800.000 millones de dólares a la economía.
- El banco central compra deuda de las agencias hipotecarias semiestatales por 100.000 millones y títulos hipotecarios respaldados por estas compañías por 500.000 millones de dólares.
- La Fed crea un nuevo instrumento de crédito de 200.000 millones de dólares que toma como garantía titulizaciones de préstamos recientes de alta calidad (triple A) al consumo y a pymes. El Tesoro respalda el fondo con 20.000 millones.
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