Se buscan respuestas ante la última muerte de una soldado latina
Katia Dueñas-Aguilar, de 23 años, fue hallada sin vida el pasado sábado en su casa cercana a la base de Fort Campbell en Kentucky. La Liga de Ciudadanos Latinoamericanos Unidos ofrece 25.000 dólares por información
La madre de Katia Dueñas-Aguilar presiente algo raro en la muerte de su hija. La militar, originaria de Texas, de 23 años y madre de un niño de cuatro, fue hallada sin vida el pasado sábado en su casa de la localidad de Clarksville, Tennessee, justo en la frontera con Fort Campbell, Kentucky, donde se encuentra la base en la que la especialista en tecnología de la información estaba destinada. Según el reporte de la Policía, tras recibir una llamada alrededor de las 8.30 pm, encontraron el cuerpo de la mujer y en poco tiempo declararon el caso como homicidio. La División de Investigación Criminal del Ejército se sumó a la investigación.
Es la tercera muerte de una joven militar estadounidense de origen latino en los últimos años, tras el asesinato de Vanessa Guillén en 2020, y el suicidio de Ana Basaldua el año pasado, ambas estacionadas en Fort Cavazos, antes conocido como Fort Hood, en Texas. Hasta ahora no se ha reportado ninguna detención por el homicidio de Dueñas-Aguilar y las autoridades han hecho un llamado a la población para que ofrezca cualquier dato que contribuya con el esclarecimiento del caso. Además, la Liga de Ciudadanos Latinoamericanos Unidos (LULAC), la organización hispana de derechos civiles más antigua de Estados Unidos, ofrece 25.000 dólares por cualquier información que ayude a encontrar a los responsables.
LULAC hizo algo similar en 2020 en el caso de Vanessa Guillén, un crimen que desencadenó importantes cambios en la forma en que se investigan las denuncias de acoso en el Ejército. Al igual que en ese momento, la recompensa busca atraer “la atención de la nación” sobre el caso. “No descansaremos ni dejaremos que la investigación sobre el asesinato de esta soldado del Ejército se convierta en un caso frío”, insistió Domingo García, presidente de la organización.
Al mismo tiempo que procesa su duelo, e intenta volver a ver a su nieto y hacerse cargo de él, Carmen Aguilar, madre de la fallecida, también alza la voz para poner el foco sobre el caso. “No encuentro una respuesta, porque ella me había dicho que su último día en la base era el 5 de mayo y luego regresaba a casa conmigo. Pero en un instante ella cambió. Le dijo a su hermana que había hablado con asesores de la base y que le habían dicho que no era la mejor decisión la de venirse a vivir conmigo... Ahora que yo me enfrento allá, a ese lugar, me dicen otra versión, que ella estaba lista para firmar un nuevo contrato. Lo único que yo sé es que no es la primera y nadie hace nada”, decía entre sollozos en la cadena Telemundo.
Aguilar se refiere a los casos de Guillén y Basaldua, pero también a los problemas de salud mental que enfrentan en silencio miles de militares y veteranos sin apenas apoyo institucional. “Yo sabía que había problemas adentro de la base. Yo les dije a ellos que ellos sabían lo que estaba pasando con mi hija y que por qué no le dieron asistencia psicológica”, agrega, convencida de que hay muchos cabos por atar.
Dueñas-Aguilar se alistó en 2018 y fue asignada a Fort Campbell, Kentucky, un año más tarde. En su tiempo de servicio allí recibió múltiples medallas por su trabajo, incluyendo la Medalla del Servicio de Defensa Nacional y la Medalla del Servicio de la Guerra Global contra el Terrorismo. Previo a su muerte hacía parte de la Brigada de Aviación de Combate, de la 101 División Aerotransportada. El teniente coronel Tony Hoefler, vocero de la División, expresó la consternación por el hecho. “Estamos atónitos por la muerte de Dueñas-Aguilar”, dijo en un comunicado. “Mientras tanto, continuaremos cooperando con el ejército y las autoridades de investigación locales en este asunto”.