¿Cuándo se han convertido los animales en juguetes?

Es una lástima que la televisión pública haya relegado el entretenidísimo ‘Un día de perros’, de Dani Rovira, a RTVE Play, con lo necesario que es concienciar sobre la tenencia responsable de animales en el país con más abandonos de Europa

Mercedes Miá y Dani Rovira, en 'Un día de perros'.

“Un día te irás, mi amor, y qué haré yo sin esos ojitos”, se pregunta Mercedes Milá cuando mira a su perro Scott. Me digo lo mismo desde que se fue Arya, Ary, Arytina Goyanes —nunca llamamos a los animales como dicta su pasaporte—. Cómo sobrevivo sin los ojitos ciegos de mi gata rabicorta; tres kilos de Prozac peludo capaces de disipar cualquier tristeza. No hay consuelo. Nada te prepara para despedirlos, son...

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“Un día te irás, mi amor, y qué haré yo sin esos ojitos”, se pregunta Mercedes Milá cuando mira a su perro Scott. Me digo lo mismo desde que se fue Arya, Ary, Arytina Goyanes —nunca llamamos a los animales como dicta su pasaporte—. Cómo sobrevivo sin los ojitos ciegos de mi gata rabicorta; tres kilos de Prozac peludo capaces de disipar cualquier tristeza. No hay consuelo. Nada te prepara para despedirlos, son cachorros eternos, puros, sin maldad, ni el peor maltrato merma sus reservas de amor incondicional. Milá lo contó en Un día de perros, el recién estrenado videopodcast de Dani Rovira en RTVE Play. Me pregunto por qué no lo llaman sencillamente programa, como me pregunto por qué ahora hacer tápers es batch cooking, cualquier garito es una gastroteca y las panaderías son bakeries. Tampoco entiendo que un formato tan entretenido no tenga hueco en la parrilla de TVE, con lo necesario que es concienciar sobre la tenencia responsable en el país con más abandono de Europa.

Contó Milá que no le importaban los animales hasta que conoció a Scott. La entiendo. Como casi todos los niños, quise un animalito, cualquiera. Mi madre atajó el capricho con un “y yo quería un coronel, pero no me quiso él”, que no sé si es una máxima de Montessori o de Waldorf, pero resulta muy eficaz. Fue sabia, mi interés por los bichos duró menos que la pataleta. Lo reavivó Arytina llegando a mi vida en el momento adecuado. Los animales son para los adultos, aunque sean tan beneficiosos para los niños. Exigen tiempo, paciencia y dinero. No son juguetes y nunca deberían figurar en una lista de regalos. Si se los encuentran estas navidades en la de sus hijos y no están dispuestos a tratarlos como a un miembro más de la familia, ignórenlos. No los condenen a llevar una vida de perros.

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