Así se hace ‘Cachitos’, el programa de La 2 que triunfó en Nochevieja
Hablamos con los responsables del contenedor musical, presentado por Virginia Díaz, que se convirtió en tendencia mundial en las redes gracias a su especial de fin de año.
Casi 200 canciones –180 de archivo y 11 versiones de artistas actuales– fueron las culpables de que el programa de La 2, Cachitos de Hierro y Cromo, conquistara a la audiencia televisiva de Nochevieja. Porque en la selvática programación de unas cadenas que creen que lo mejor para despedir el año es una buena polémica de la Pedroche, el sarcasmo de Paz Padilla o escuchar a ese seísmo musical llamado Gemeliers –2016, no nos has dado tregua–, el con...
Casi 200 canciones –180 de archivo y 11 versiones de artistas actuales– fueron las culpables de que el programa de La 2, Cachitos de Hierro y Cromo, conquistara a la audiencia televisiva de Nochevieja. Porque en la selvática programación de unas cadenas que creen que lo mejor para despedir el año es una buena polémica de la Pedroche, el sarcasmo de Paz Padilla o escuchar a ese seísmo musical llamado Gemeliers –2016, no nos has dado tregua–, el contenedor musical conducido por Virginia Díaz supuso un impagable oasis auditivo y mental para su público. Casi cuatro horas de programa con picos cercanos al millón de espectadores y cuadruplicando los números habituales del canal, justo el año en el que la emisión de las Campanadas de La 1 lograba su peor dato en los últimos tiempos. La sensación de alivio de todos aquellos que se atrevieron a cambiar de frecuencia pese a la mirada inquisidora del resto de sus familiares, entre ellos periodistas como Nacho Escolar o Gonzo de El intermedio, quedó reflejada en el hashtag #CachitosNochevieja, llegando a ser tendencia mundial en Twitter durante la noche. Así se concibió la gran sorpresa de la televisión de fin de año.
“Es un programa que no da la paliza. Ponemos música y se acabó”. Con esta simpleza resume Joan Pons, guionista del programa, el secreto de su notoriedad. En la época de la televisión transmedia, de la interactividad con el espectador y del registro de los límites de la comunicación, pinchar música de las últimas décadas sin mayor ornamento funciona. Quién lo iba a decir. El criterio musical y el saber hacer en la sala de edición de los cinco profesionales detrás de cada programa impresiona a Virginia Díaz, la cara visible del mismo y locutora del espacio 180 grados en Radio 3. “Tienen muy claro qué canciones le gustan a la gente y el orden en el que deben ponerlas. Cachitos es en realidad diferentes sesiones de vídeo y audio en las que la última parte de una canción encaja perfectamente con el principio de la siguiente. Ahí también está la clave”.
El espacio llegó al 8,4% de share y casi 900.000 espectadores, todo un récord que cuadruplica la media de la cadena y al que hay que sumarle su repercusión en Twitter. La cuenta oficial del programa anunciaba incrédula durante la noche que el hashtag conmemorativo se había colado entre los temas más comentados en el mundo por primera vez. “No hemos tenido todas las promos ni toda la parafernalia que conllevan estos especiales de Nochevieja, pero antes de esa noche hacíamos la broma de que daríamos la Campanada y en cierto modo la hemos dado”, apunta su presentadora. Unos números suficientes para preguntarse si el verdadero lugar de Cachitos, cuya quinta temporada se estrenará en septiembre, podría estar en un mayor escaparate. “No me gustaría que Cachitos se emitiera en La 1”, explica Pons. “Los programas que van en ese canal están muy dictados por el entretenimiento y en La 2 hay una excusa cultural que te permite meter cosas muy raras que quizá autocensurarías si estuvieras en La 1. Se perdería la vertiente divulgativa y sería simplemente un espacio de nostalgia”.
Esa cosa tan sencilla pero tan complicada de emitir música apetecible para todos los espectadores forma parte de un proceso de selección casi universal que se inicia en verano, con todos los descartes que no pudieron entrar en su temporada regular. Algunas canciones por inéditas, otras por festivas, y otras porque sencillamente creen que encajan, la elección de estos temas se hace a partir de un bruto de más de cinco horas de contenido que terminan por pulir en solo tres para la emisión en la madrugada del día 1. Se presentan ordenados en bloques cortos –de 7 minutos aproximadamente– para que nadie pueda aburrirse si ese estilo determinado no va con él y acompañados de los 360 rótulos informativo-festivos que tanto enganchan. “Hoy he comido con el director del programa (Jero Rodríguez) y ya tenemos algunas canciones apuntadas para el año que viene”, confiesa Pons.
En este especial, como novedad, Cachitos ha mutado su piel de contenedor a genuino programa musical, gracias a las once versiones de artistas contemporáneos que se emitieron antes de las Campanadas. Estopa, Love of Lesbian, Nacho Vegas o Silvia Pérez Cruz reinterpretaron clásicos de Sabina, Julio Iglesias y hasta la tradicional Lambada en el experimento llamado ‘Rockola’, tan frecuente en otros países como extraño en la televisión nacional actual y que dejó a muchos de los espectadores con ganas de más. Díaz es optimista: “Ojalá que a raíz de esto pudiera verse una luz a final del túnel. Personalmente, creo que sí puede llegar, que se harán espacios en Televisión Española para la música y para la música en directo”.
El éxito de Cachitos y su heterogénea lista de reproducción ha puesto en entredicho a todos aquellos ejecutivos de televisión que durante los últimos años han borrado de la faz televisiva los programas musicales, más allá de los talent shows de turno. Pet Shop Boys, Jennifer Lopez, Los Amaya, Dire Straits o Paloma San Basilio convivieron en el especial de Nochevieja, pero fuera de este espacio se hace impensable poder escuchar a cualquiera de ellos en la parrilla. “Los adolescentes de ahora no tienen referentes musicales televisivos y nosotros sí los teníamos. Esa es una parte muy importante en la época de la adolescencia”, apunta Virginia Díaz. El factor nostalgia, que resulta de vital importancia para la audiencia que conecta con Cachitos, caerá en el olvido en una próxima generación que no reconocerá los platós de su genuino Música Sí o La edad de oro.
“Siempre se ha oído decir que la música no interesa, pero está demostrado que sí. Interesa y mucho. El fallo que tenemos en este país, que creo que es el único en el que ocurre esto, es que nosotros mismos ponemos una barrera y separamos la música independiente y la mainstream”, expone la locutora, que concluye: “Son dos términos que aborrezco. En España si escuchas la independiente no puedes escuchar la mainstream, y viceversa. Etiquetar la música y separarla es un error impresionante en el siglo XXI”. Un ejemplo gráfico: en los Grammy de 2015 el Morning phase de Beck ganó el premio al mejor álbum del año. Junto a él estaban nominados artistas de estilo tan lejano como Ed Sheeran, Beyoncé, Sam Smith y Pharrell Williams. Y Kanye West, como ya es tradición en él, se lanzó furibundo al estrado para protestar el veredicto. Quizás sea hora de que quiénes exigimos más música en televisión también subamos de una vez.