Patricia Araque, empresaria: “Hay que dejar de lado el individualismo depredador”
En el libro ‘Emprender con calma’, la autora propone un modelo de emprendimiento sostenible y colaborativo que prioriza el bienestar y la cooperación sobre la competencia y el crecimiento acelerado
“¿Es tener éxito dormir en el suelo de tu fábrica?”, se pregunta la escritora y emprendedora Patricia Araque (Madrid, 46 años), refiriéndose a la conocida costumbre del magnate Elon Musk cuando está inmerso en alguno de sus ambiciosos proyectos. “No”, se responde. “Tener éxito como empresaria es almorzar todos los martes de primavera al sol con el amor de tu vida”.
Antes de ser escritora, Araque fue emprendedora durante muchos años. Actualmente, continúa en ese ámbito como directora del programa Santander X Explorer de Banco Santander. “En la práctica, funcionamos como una startup”, afirma. Acaba de publicar Emprender con calma (Arpa, 2024), su primer libro, en el que cuestiona el relato hegemónico del emprendimiento. “Es mi forma de rendir homenaje a mi carrera empresarial, que comenzó a los 25 años cuando monté una escuela de inglés en mi pueblo. Es el libro que me hubiera gustado leer la primera vez que emprendí”, comenta en una cafetería de Madrid, cerca de su casa.
En Emprender con calma invita a la prudencia, la responsabilidad y, sobre todo, a lo que la autora llama “el buen vivir”. Replantea cuál debería ser el propósito de montar un negocio, qué límites no deberíamos cruzar y qué mentiras no deberíamos creer. “Es urgente revisar y cuestionar el relato emprendedor hegemónico, claramente tóxico, para inventar y legitimar fórmulas que conviertan la empresa en una actividad atractiva y sostenible. Las personas que no nos sentimos cómodas en ese relato tenemos la capacidad y la obligación de imaginar otros discursos. Hay que trabajar en la imaginación política del emprendimiento”, defiende.
Araque se cuestiona por qué el objetivo de muchas startups es conseguir inversión externa, lo que suele implicar que los fundadores pierdan autonomía en sus decisiones. “En el momento en que entran las prioridades del inversor, la empresa suele verse obligada a adoptar un enfoque hiperproductivo, competitivo y orientado al crecimiento rápido. Con esa mentalidad, es imposible construir un negocio que realmente ponga a las personas en el centro”.
Frente a este modelo, aboga por estrategias de financiación que prioricen la independencia y la sostenibilidad, como el bootstrapping —emprender utilizando recursos propios—y el financiamiento colaborativo como el crowdfunding. “El objetivo no debe ser hacer dinero con dinero, sino crear valor real que beneficie a las personas y a la comunidad”.
La autora relata cómo empezó su primera empresa, Atalaya School, a los 25 años, sin experiencia, contactos ni capital. Su proyecto fue viable gracias a sacrificios personales y a hipotecar su apartamento, a diferencia de otros emprendedores que contaron con apoyos familiares. Así, cuestiona la narrativa de la meritocracia y el mito del emprendedor heroico, ya que no todos parten de las mismas condiciones económicas y redes de contactos. Asegura que, si hoy volviera a esa situación, evitaría quedarse sin ingresos, en una situación precaria: “Hay que asegurar unas mínimas condiciones materiales. No considero necesario someterse a ese nivel de estrés”.
Emprender con calma propone una visión del éxito más inclusiva y realista, dirigida al “99%” de personas que no cuentan con redes influyentes, acceso a capital de riesgo o una educación elitista. Sugiere opciones como el “proyecto lateral” o side project, un enfoque para desarrollar un emprendimiento de forma gradual sin depender exclusivamente de él para vivir. Este método permite mantener una fuente de ingresos estable mientras se experimenta con la idea de negocio, reduciendo el riesgo y minimizando el estrés financiero. Además, fomenta la paciencia y la adaptabilidad, habilidades que Araque considera esenciales para contrarrestar la desigualdad en el mundo empresarial.
Contraria a la aceleración del mundo actual, Araque sostiene una perspectiva a largo plazo que desafía la urgencia y el cortoplacismo imperantes en el ecosistema emprendedor. Critica cómo el ritmo acelerado y la presión por la rentabilidad inmediata pueden deteriorar la calidad del trabajo, desconectar a los líderes de sus clientes y comprometer la estabilidad de los proyectos. Su enfoque también disminuye la presión y el estrés financiero, creando un ambiente de trabajo más saludable para todos. “Como el futuro no es ya, las ansiedades se diluyen. Esto mejora la atracción y retención del talento, porque la mayoría de las personas quieren trabajar en empresas que les cuiden hoy, pero también en el futuro. Empresas estables”.
Araque defiende una visión del emprendimiento que desafía los valores tradicionales de competencia y rivalidad que, a su juicio, limitan la creatividad y desvían al emprendedor de su propósito inicial. Con un enfoque feminista y ecologista, aboga por la colaboración y el apoyo mutuo en lugar de competir por “una porción de la tarta” en un mercado basado en la escasez. “Tenemos que dejar de lado ese individualismo corto de miras y depredador si queremos emprender proyectos que realmente mejoren la vida de las personas. Competir contra otros te obliga a estar siempre en alerta, porque la competencia es un peligro constante para la supervivencia de tu negocio”.
Su visión apuesta por el mutualismo y el cooperativismo como alternativas. Menciona la cooperativa Tangente, que agrupa varias cooperativas que colaboran para fortalecer la economía social y solidaria. En lugar de competir, dialogan sobre proyectos comunes, considerando quién tiene la capacidad o necesidad en ese momento, e incluso ceden oportunidades en beneficio del grupo. Otro ejemplo es Pandora Mirabilia, una cooperativa ecofeminista que evita competir por precios bajos y rechaza trabajos que comprometan el bienestar de su equipo. Sus socias eligen proyectos que les permiten mantener condiciones laborales dignas, aunque eso implique renunciar a ciertas oportunidades.
En el libro aborda también la idea de que el emprendimiento puede ser una actividad solitaria, que implica una falta de conexión y apoyo que afecta emocional y profesionalmente a quienes emprenden. Araque describe cómo el modelo de negocios unipersonales y autónomos en España, donde dos tercios de los emprendedores no tienen socios ni empleados, está “plagado de precariedad y aislamiento”. “La mayoría de la gente aborda el emprendimiento desde el ostracismo; en general, es una carrera bastante solitaria”, afirma.
En la conclusión del libro, Araque promete que nunca más se someterá a “la vulnerabilidad de ser autónoma” ni a “la soledad de administradora única de una S.L.”, y que apostará por un enfoque de interdependencia y solidaridad donde el bienestar colectivo esté en el centro. Promete que trabajará “poco y bien”, que priorizará sus fuentes de placer y evitará la autoexplotación, al cooperar con otras emprendedoras y defender el bien común como principio rector. Además, enfatiza que cualquier proyecto futuro será gestionado con “mirada larga, calma y templanza”, sin perseguir el crecimiento a toda costa.