Flandes ordena la vuelta a Bélgica del delegado diplomático castigado por España

"No tiene sentido mantener allí a nuestro representante", afirma el presidente Geert Bourgeois

El presidente de Flandes, Geert Bourgeois, junto a Carles Puigdemont, en una reunión en Gante, en 2016.JORDI BEDMAR

Flandes mueve ficha en la tensa partida diplomática que libra con España. Hace un mes, Exteriores retiró la condición de diplomático a André Hebbelinck, delegado de la región en la embajada belga en Madrid. Fue la respuesta española a unas declaraciones en las que el presidente del Parlamento flamenco, el nacionalista Jan Peumans, decía que España no merecía ser miembro de la UE por su gestión de la crisis catalana. Ahora, el Gobierno flamenco ha decidido ordenar a su representante que abando...

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Flandes mueve ficha en la tensa partida diplomática que libra con España. Hace un mes, Exteriores retiró la condición de diplomático a André Hebbelinck, delegado de la región en la embajada belga en Madrid. Fue la respuesta española a unas declaraciones en las que el presidente del Parlamento flamenco, el nacionalista Jan Peumans, decía que España no merecía ser miembro de la UE por su gestión de la crisis catalana. Ahora, el Gobierno flamenco ha decidido ordenar a su representante que abandone la embajada y vuelva a Bélgica.

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Su presidente, Geert Bourgeois, ha anunciado la medida en una entrevista al diario De Standaard. "No tiene sentido que esté allí. [...] Cuando enviamos a alguien es para que se dedique a su labor por completo", ha señalado. Tras perder su acreditación, Hebbelinck podía continuar como empleado de la embajada, aunque privado de los privilegios e inmunidades propios del personal diplomático. Fuentes españolas desconocen si ya ha puesto rumbo a su país.

Las repetidas arremetidas de Peumans contra la calidad de la democracia en España y a favor del independentismo catalán, de las que nunca se ha retractado públicamente, generaron un gran malestar en el Gobierno de Pedro Sánchez. España pudo entonces haberse decantado por una solución más drástica, como la de nombrar al delegado flamenco persona non grata y ordenar su expulsión, como hizo con el embajador venezolano en enero. Pero la reacción fue en esta ocasión más contenida.

El gesto fue contestado desde Flandes con una petición pública de reunirse con la nueva embajadora española en Bélgica, Beatriz Larrotcha, que todavía no se ha producido. La legación diplomática española recibió por teléfono y por escrito sendas peticiones para ese cara a cara, pero no llegaron a un acuerdo sobre el formato del encuentro. Hasta ahora, su único contacto ha sido un saludo de cortesía al coincidir en un almuerzo comunitario. Y para Bourgeois eso no es suficiente. "Tenemos que llegar a una solución, pero la pelota está en su tejado", ha afirmado. El presidente de Flandes cree que la decisión española de tomar represalias contra su delegado ha sido desproporcionada, y ha apelado a la libertad de expresión y la separación de poderes para justificar la salida de tono del presidente del parlamento flamenco.

Pese a que el interlocutor oficial de España es el Gobierno belga, este se ha desentendido del encontronazo y ha circunscrito la crisis a un asunto entre España y Flandes. El Ejecutivo de Charles Michel está formado por una compleja coalición de partidos que incluye a los nacionalistas flamencos de la N-VA, los principales aliados del separatismo catalán en el país. Uno de los últimos en incorporarse al Gobierno belga ha sido el antaño eurodiputado Sander Loones, muy activo en sus mensajes de apoyo a los exmiembros del Govern fugados. Loones, nuevo ministro de Defensa, calificó a Carles Puigdemont de "exiliado" meses atrás, y le invitó a una paella celebrada por su partido el pasado septiembre.

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Más allá del roce con Flandes, a nivel estatal las relaciones entre España y Bélgica viven un momento de calma. Madrid resalta la buena sintonía con un país emisor de turistas en el que se estima que viven unos 100.000 españoles. Y las autoridades belgas no han respaldado a Flandes después del castigo diplomático a su delegado en Madrid.

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