Alterconsumismo
Coordinado por Anna Argemí

Jóvenes, ricos… y (algunos) además filántropos, abanderados de la justicia social

Dos organizaciones anglosajonas agrupan a herederos afortunados dispuestos a compartir sus recursos por el bien común

Katt Yukawa (Unsplash)

¿Un rico heredero dispuesto a distribuir o a renunciar a su patrimonio por escrúpulos o por mala conciencia? Yo solo he visto el caso en una serie de ficción de ARTE, Victoria. Una doncella al servicio de la reina Victoria de Inglaterra recibe en uno de los episodios una cuantiosa herencia de un familiar que ha hecho fortuna en los Estados Unidos. Renuncia a ella ipso facto cuando descubre que su nuevo tesoro consiste en la posesión de varias personas de raza negra, hombres, mujeres y niños, susceptibles de ser vendidos a muy buen precio en el mercado de esclavos. Decide redimirlos a todos y de manera gratuita.

Hoy, algunos ricos herederos –no de ficción, sino de carne y hueso– sienten igualmente mala conciencia. No porque su capital proceda del tráfico de seres humanos, sino porque su fortuna se fundamenta sobre la explotación en el trabajo, el comercio de energías fósiles o les provoca vergüenza. Simplemente, por disponer de un capital tan monstruoso cuando a la vez son espectadores de la crisis galopante que atraviesa el mundo.

Resource Generation es una organización estadounidense con miembros de entre 18 y 35 años, una “comunidad multirracial”, según se lee en su web. Todos vienen de familias acomodadas y están dispuestos a luchar por la justicia social, la redistribución justa de la riqueza, de la tierra y del poder, y para obtener este objetivo no dudan en poner su dinero sobre la mesa. Esta entidad, que fue creada en el lejano 1995, organiza este próximo mes de noviembre el encuentro MMMC (making money make a change, en español, haciendo que el dinero provoque el cambio). Allí esperan reunir a miles de jóvenes norteamericanos deseosos de generar el cambio en su entorno gracias a su compromiso y a su generosidad.

La asociación norteamericana tiene una hermana gemela al otro lado del Atlántico, Resource Justice. Se definen como una comunidad de personas progresistas de Gran Bretaña que disponen de dinero y de privilegios de clase y que quieren luchar por las mismas causas que Resource Generation. La organización nació hace no mucho, en el 2018, a imagen y semejanza de su hermana estadounidense.

Los impulsores empezaron cursando una formación de seis meses sobre las desigualdades económicas y estructurales. Las sesiones se organizan en reuniones de grupos pequeños de personas donde así poder abordar cuestiones tabú sobre el dinero, la familia y los privilegios de clase. Todo ello con el objetivo de que cada participante llegue a formular sus objetivos personales de redistribución y establezca asociaciones también individuales con organizaciones que luchan por transformar el mundo en uno mejor.

No solo quieren educar a los jóvenes para que comprendan que su riqueza se enraíza en un sistema injusto de repartición. Además, abogan por cambiar el concepto de la filantropía, puesto que el actual, según afirman en su web, no hace sino exacerbar las diferencias y reproduce muchas de las dinámicas de poder de la sociedad actual.

Cada vez son más los empresarios que deciden no legar todo su patrimonio a sus hijos, sino donar una parte a organizaciones que tienen un lugar especial en su corazón

No me consta que en Francia exista una organización que pueda compararse a Resource Justice o a Resource Generation. Sí que va calando, sin embargo, la conciencia de que los privilegios económicos y de clase están algo demodé. Leía en Le Monde que cada vez son más los empresarios que deciden no legar todo su patrimonio a sus hijos, sino donar una parte a organizaciones que tienen un lugar especial en su corazón, como las que defienden el medio ambiente, la justicia social o, simplemente, porque invierten en el territorio.

En un estilo más clásico y a escala planetaria, la iniciativa Giving Pledge auspiciada por los acaudalados Warren Buffet y Bill Gates agrupa desde el 2010 a multimillonarios que se comprometen a donar la mayor parte de su patrimonio para financiar causas caritativas. Hoy son más de 230 personas procedentes de 28 países. Ningún francés en la lista y por poder, podría haberlos.

De hecho, algunos multimillonarios siguen viviendo en la pospandemia y después del estallido de la guerra de Ucrania, como si nada hubiera pasado. Tiene su gracia la cuenta Instagram L’avion de Bernard, que sigue la ruta del jet privado del francés Bernard Arnaut, propietario del grupo LVMH, y uno de los hombres más ricos del mundo. La cuenta, lanzada en mayo pasado, especifica que no persigue a la persona, sino únicamente los trayectos de su avión, para denunciar de alguna manera que el estilo de vida de los híper ricos no ayuda, por decirlo de manera eufemística, a la lucha contra el cambio climático. Un día publicaron, por ejemplo, que para limitar el calentamiento a 2 °C se debe emitir como máximo dos toneladas de dióxido de carbono por persona y año. El vuelo París-Milán de Bernard Arnaut de ese día emitió tres toneladas él solito. Los números cantan.

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