Mafalda Duarte: “Sin los países en desarrollo, no vamos a frenar el aumento de las temperaturas”
La directora ejecutiva del Fondo Verde para el Clima aboga por convertir a las mujeres en “agentes de cambio” para que lideren la lucha contra el calentamiento global
Mafalda Duarte (Covillana, Portugal) es la responsable de supervisar la inversión de casi 15.000 millones de dólares (14.202 millones de euros) en 130 países para mejorar su adaptación al cambio climático y tratar de mitigar sus efectos. Incluida en 2023 por la revista Time en el grupo de los “100 líderes climáticos más influyentes en los negocios” y considerada la tercera mujer más poderosa en el mundo empresarial de su país por Forbes Portugal, dirige desde 2023 el Fondo Verde para el Clima, el mecanismo financiero de la ONU creado en 2010 para apoyar la transición verde. “Sin los países en desarrollo, no vamos a frenar el aumento de las temperaturas”, defiende en una entrevista durante la Conferencia de Sostenibilidad de Hamburgo, celebrada el mes pasado, en la que aboga por invertir más en el Sur Global, un argumento en línea con uno de los temas medulares de la actual Cumbre Mundial del Clima (COP29): la necesidad de mejorar la financiación climática en las naciones con menos recursos.
P. ¿Por qué es importante financiar la transición verde en el Sur Global?
R. Porque el mayor déficit de infraestructuras está en los países en desarrollo y por eso hay que invertir billones de dólares en ellos. Si no nos aseguramos de que esas infraestructuras sean bajas en carbono y resilientes, pondremos en peligro el objetivo de limitar el calentamiento del planeta a 1,5 grados centígrados [en comparación con los niveles preindustriales]. Cuando vivimos en Europa o en América del Norte, nos olvidamos de que la mayoría de la población vive en países en desarrollo, de que en ellos es donde se va a registrar el mayor crecimiento de población y, por lo tanto, de que allí se producirá la mayor demanda energética.
P. Es decir, que el Norte Global necesita al Sur.
R. Sin el Sur Global, no vamos a frenar el aumento de las temperaturas. Y en el momento en el que no logremos limitar el calentamiento global por debajo de 1,5 grados o incluso de 2 grados, el riesgo será para todo el planeta. Aunque hay algunas regiones más vulnerables que otras y con menos capacidad para afrontar los desastres climáticos, los impactos se producen en todo el mundo.
P. ¿Se invierte lo suficiente?
R. Estamos dejando atrás a muchas comunidades, por eso es necesario reconstruir la confianza entre el Norte y el Sur Global, que se deterioró en la pandemia de la covid-19, cuando muchos países en desarrollo se sintieron abandonados. Gran parte de los países que están menos preparados para hacer frente a los desastres climáticos están, además, endeudados, por lo que no tienen los recursos financieros suficientes. La comunidad internacional discute ahora la reforma del sistema financiero mundial porque no responde a los retos del siglo XXI. Por ejemplo, no permite a los países en desarrollo hacer frente a los impactos del cambio climático, que son cada vez más recurrentes e intensos.
P. Los recursos del Fondo Verde del Clima son limitados. ¿Qué se puede hacer?
R. Son muy escasos y no están fácilmente disponibles porque, de momento, proceden sobre todo de fondos públicos, y el dinero público es un tipo de dinero muy escaso. El grueso de los recursos viene de Europa, Norteamérica y Japón, aunque también tenemos colaboradores de países en vías de desarrollo. Por eso también necesitamos subvenciones privadas.
El sistema financiero mundial no permite a los países en desarrollo hacer frente a los impactos del cambio climático
P. ¿Qué incentivos propone el Fondo Verde del Clima para incrementar la inversión privada en la acción climática?
R. Creamos estructuras para que el capital se invierta en países en desarrollo.
P. ¿Puede dar algún ejemplo?
R. Uno es una empresa de garantía ecológica, que anunciamos el año pasado. Ya cotiza en Bolsa y básicamente garantizará préstamos o emisiones de bonos verdes a países en desarrollo. Otro ejemplo es una plataforma de financiación mixta para aportar capital privado a entidades nacionales. El Fondo Verde del Clima es la herramienta más flexible que existe hasta el momento para trabajar tanto con el sector público como con el privado para atraer inversión en acción climática.
P. ¿Y cómo está reaccionando el sector privado?
R. Está creciendo. Nuestra cartera de inversiones se está diversificando y ahora el 35% procede del sector privado. La intención es hacerla crecer a corto plazo hasta el 40%.
P. Las inversiones en países en desarrollo suelen ser percibidas como inversiones de riesgo.
R. Sí, y es algo sobre lo que hay que seguir trabajando. A veces los marcos regulatorios de países en desarrollo pueden hacer que los inversores sean más cautelosos o prioricen las inversiones alineadas con el clima en países desarrollados. Pero, a menudo, esa percepción del riesgo es solo una percepción y no se ajusta a la realidad, porque los inversores no conocen bien estos mercados y ponen un precio al riesgo sin contar con una evaluación precisa. También sucede, y es algo de lo que se habla menos, que los países desarrollados intentan asegurarse inversiones nacionales alineadas con el clima, desincentivando la inversión en países en desarrollo.
P. Las mujeres son uno de los colectivos que más sufren las consecuencias del cambio climático. ¿Hay programas específicos para ellas?
R. Estamos en 2024 y todavía seguimos sin ver la igualdad de género que necesitamos. Tendríamos que darnos cuenta, tal y como señalan los estudios de muchos economistas, de cuántos billones añadiría a la economía la igualdad de género. También se mejoraría el liderazgo.
P. ¿En el medio ambiente?
R. Hay un estudio que demuestra que las mujeres son más propensas a firmar tratados medioambientales. Pero vuelvo a la vulnerabilidad. Si queremos llegar hasta los más vulnerables, y las mujeres junto con los niños están en ese grupo, hay que convertirlas en agentes del cambio y darles poder de forma deliberada. Por eso necesitan capacitación, no solo para la adaptación climática, sino para liderarla.
Tendríamos que darnos cuenta, tal y como señalan los estudios de muchos economistas, de cuántos billones añadiría a la economía la igualdad de género
P. ¿Cómo se puede lograr?
R. Primero tenemos que saber quiénes son los más vulnerables y analizar si realmente nuestras políticas se dirigen hacia ellos. Y, si no es así, tenemos que preguntarnos que necesitamos cambiar en nuestra forma de trabajar para hacerlo. Esto es algo de lo que me he ocupado desde que llegué hace un año al Fondo Verde para el Clima. Una de las cosas que más elogio del fondo es que el 50% de los recursos deben ir a la adaptación al riesgo de las zonas geográficas que se sabe que son más vulnerables, como los pequeños Estados insulares en desarrollo y África. Somos el mayor financiador de la adaptación climática de estas dos zonas geográficas, pero no es suficiente. Hay que ir al siguiente nivel. Incluso dentro de estas geografías, hay que volver a preguntarse quiénes son los más vulnerables y cómo nos dirigimos a ellos.
P. ¿Cree que hay un equilibrio entre la inversión en mitigación de los efectos del cambio climático y la inversión para la adaptación?
R. Se invierte mucho más en mitigación y nos tenemos que asegurar de que se invierte mucho más en adaptación porque, de no hacerlo, añadiremos más costes posteriores a la adaptación.