El potencial de las algas para contribuir a la seguridad alimentaria

Un estudio asegura que estos organismos tienen capacidad para ser una opción nutritiva, y también como pienso y biocombustible, en caso de un gran desastre que afecte a los sistemas agrícolas

Un plato de algas, consideradas como un alimento de bajo contenido calórico que aporta una amplia gama de nutrientes esenciales.

Imaginemos un futuro en el que la humanidad cultiva las riquezas de los océanos para alimentar al mundo, incluso en tiempos de crisis increíbles. Las algas marinas, un cultivo acuático versátil, podrían desempeñar un papel vital para hacer frente a los retos actuales de sostenibilidad, al tiempo que ofrecen una solución a posibles amenazas futuras para la seguridad alimentaria mundial, como las erupciones volcánicas que bloquean el sol, los impactos de asteroides o un invierno nuclear resultado de ataques nucleares.

Fueron estos escenarios los que motivaron a la organización Alianza para Alimentar a la Tierra en Desastres (ALLFED, por sus siglas en inglés) y a nuestros socios investigadores de la Universidad de Canterbury, la Universidad Estatal de Luisiana y la Universidad Diliman de Filipinas a explorar el potencial de las algas marinas como fuente de alimento resiliente en situaciones en las que la luz solar es repentinamente reducida. Las denominamos “escenarios de reducción abrupta de la luz solar”, o ERALS. El estudio, publicado en la revista científica Earth’s Future, identifica las algas como una fuente de alimentos altamente adaptable, capaz de suministrar sustento esencial para la población, alimento para animales y fuente de energía en situaciones en que disminuyan los suministros convencionales. Podrían alzarse no solo como una mera solución temporal, sino como un alimento básico sostenible.

Existen vastas zonas oceánicas aptas para una rápida expansión del cultivo de algas, incluso bajo condiciones de luz solar significativamente reducida

Aunque las algas por sí solas no cubrirían todas las necesidades nutricionales, tienen potencial para ser una opción alimentaria primaria en tiempos de crisis. Otros estudios han destacado alimentos adaptativos resilientes como la proteína de hoja, los cultivos de invernadero, y las proteínas de gases y biomasa. Sin embargo, aumentar rápidamente la producción de estas tecnologías emergentes en cantidad suficiente para prevenir una hambruna mundial supondría un gran obstáculo, lo que resalta la necesidad de soluciones alimentarias de baja tecnología listas para usar. Las algas son un candidato prometedor para llenar este vacío. Crecen rápido, son nutritivas y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura lleva décadas destacándolas como una valiosa adición al suministro mundial de alimentos. Con la visión y preparación adecuadas, sería posible expandir rápidamente la acuicultura de algas cuando fuera necesario.

En nuestro estudio, adoptamos una metodología de dos fases para comprender cómo las algas podrían contribuir a la alimentación mundial. En primer lugar, trabajamos para predecir cómo crecerían las algas en todo el mundo en el tipo de condiciones que se darían en un escenario de reducción abrupta de la luz solar. A continuación, utilizamos esas tasas de crecimiento para calcular a qué velocidad podríamos aumentar la producción de algas. Basamos nuestro modelo de crecimiento en una especie de alga roja conocida por su capacidad de adaptarse bien a diversas condiciones y evaluamos el potencial de despliegue rápido de granjas de algas marinas centrándonos en la producción de cuerda, reconociendo que es el componente fundamental de los sistemas de cultivo de algas marinas de baja tecnología.

El verdadero reto es la rapidez con la que podemos construir estas granjas de algas

Descubrimos que existen vastas zonas oceánicas aptas para una rápida expansión del cultivo de algas, incluso bajo condiciones de luz solar significativamente reducida. Aunque no podemos vivir solo de algas, con una planificación adecuada y la utilización de las zonas más fértiles, el cultivo de algas podría producir el equivalente al 45% de la demanda mundial de alimentos para el consumo humano (en parte como alimento, y en parte como pienso y biocombustible) tras un periodo de expansión de solo nueve meses. El verdadero reto es la rapidez con la que podemos construir estas granjas de algas para que tengan un impacto significativo en el suministro mundial de alimentos. Invertir ahora podría ser crucial para evitar el hambre global ante una reducción abrupta de la luz solar.

Lo notable de las algas es que sus beneficios van más allá de las posibles soluciones futuras, también pueden reforzar la seguridad alimentaria hoy: el cultivo de algas ofrece un método sencillo, versátil y respetuoso con el ecosistema para producir de forma eficiente alimentos nutritivos. Además, las investigaciones sugieren que el cultivo de algas en zonas oceánicas óptimas podría ayudar a secuestrar carbono atmosférico, contribuyendo así a mitigar el cambio climático.

Considerando la amenaza de futuras crisis, invertir ahora en infraestructura es crucial. Mejorar la resiliencia del sistema alimentario es fundamental para protegerse del hambre tras una catástrofe. Debemos identificar y desarrollar alimentos resilientes en los que se pueda confiar durante años. Por lo tanto, el aumento de la producción de algas marinas podría ser un cambio radical, ofreciendo beneficios inmediatos para la salud humana y medioambiental, al tiempo que actúa como cobertura contra los efectos de una catástrofe alimentaria mundial.

Puede que las algas no sean una panacea, pero su potencial es evidente. Adoptando la práctica ancestral de la recolección de algas, podríamos dar un paso importante hacia la resiliencia y la sostenibilidad en tiempos de incertidumbre.



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