11 fotos

Tal Tamr, la ciudad siria que vive entre el sonido de los proyectiles turcos y el desabastecimiento

Miles de sirios de los casi tres millones que habitan en el noreste del país han tenido que huir de sus hogares por los ataques de Ankara

La entrada a un colegio abandonado en Tal Tamr, una ciudad de la gobernación de Al Hasaka, al noreste de Siria. En la localidad, viven 25 familias —unas 150 personas— que huyeron de los bombardeos turcos en la ciudad cercana de Ras al Ayn, que está ahora bajo control de los mercenarios islamistas apoyados por Turquía. Tienen miedo de que Tal Tamr sea el próximo objetivo.J. I. Mota
Sabr Mohamed al Mohamed, de 23 años, posa en una habitación de la escuela donde reside desde que huyó del pueblo de Al Soda, en Ras al Ayn. Vive con su mujer y sus dos hijos. Tienen miedo porque están a solo tres kilómetros del frente, entre las fuerzas kurdo-árabes y los mercenarios apoyados por Turquía. Sus hijos lloran cuando escuchan los bombardeos. Su deseo es que las autoridades le permitan ir a algún campo de refugiados. “Pero están todos repletos”, lamenta.J. I. Mota
Esta es Hashia. Tiene los ojos azules y unas arrugas que no perdonan una edad que ya no recuerda. “Unos 85”, elucubra. Huyó de Ras al Ayn después de que un bombardeo turco hiciera añicos su casa en la aldea de Al Sooda. Vive desde 2019 en un almacén minúsculo de la escuela, oscuro y húmedo, que hace las veces de habitación. Llevaba tres años durmiendo sobre cemento, hasta hace unos días, cuando consiguió una alfombra para descansar.J. I. Mota
Hashia descansa al sol, arrimada a un muro de la escuela donde vive desde 2019, en el que se aprecia, en árabe, la frase “Los sueños son 'shawarma', la realidad, lentejas”.J. I. Mota
Esta es una de las avenidas principales de la ciudad de Tal Tamr. En las últimas semanas, la gente se prepara para una posible invasión y recolecta comida debido a la ofensiva turca, explica una fuente militar local. Varios comerciantes aseguran que hay menos actividad en la zona debido al miedo de un posible ataque. Hay una hora de electricidad al día.J. I. Mota
Las familias de la escuela abandonada aseguran que no tienen otro lugar al que ir. Las noches les resultan largas y los niños intentan dormir entre sonidos de bombas a solo unos kilómetros. Su situación económica es crítica y guardan los restos de pan de hace varios días cerca de los tenderetes donde tienen la ropa. Los tanques rojos les abastecen de agua limpia, de la que la ciudad carece desde hace tres años, debido al conflicto.J. I. Mota
Qudna Fayad al Nasr, de 37 años, coge en brazos al pequeño de sus ocho hijos. Vive con ellos y su marido en una habitación de la escuela. Narra cómo hace unos meses un misil impactó en un tanque de agua en el patio del colegio mientras dormían. "¿Por qué nos bombardean a nosotros? ¿Es esto una infraestructura militar? Somos gente desplazada”, lamenta.J. I. Mota
“Esperanza en el futuro”, reza esta frase, en árabe, en una de las paredes de la escuela de Tal Tamr.J. I. Mota
Nabil Uard, jefe de la milicia asiria Al Jabour, en su despacho en Tal Tamr. Tienen 150 combatientes luchando junto a las fuerzas kurdo-árabes en el frente. Uard asegura que, hace unas semanas, Turquía, junto a los mercenarios que apoya, incrementó su actividad en la zona como represalia al atentado en Estambul del pasado 13 de noviembre, por el que culpó a las milicias kurdas de Siria. Ellos lo negaron. “Están atacando muchos pueblos y aldeas con bombardeos aéreos y la gente está cada vez más asustada”, denuncia.J. I. Mota
Desde esta zona de seguridad se pueden apreciar varias villas próximas bajo control turco y donde caen bombas que se escuchan en Tal Tamr. Un militar local, que prefiere no dar su nombre, enumera varias: “Al Dardara lleva tres años de constantes bombardeos y está vacía”. También menciona “Um Shahifa, Um al Qif, Tal Jumaga y Al Qasmi”, esta última, la localidad en la que vivía y que, según dice, también está vacía.J. I. Mota
A pocos kilómetros de esta zona suceden los enfrentamientos. La carretera es insegura debido a los drones turcos, que tienen como objetivo cualquier vehículo que se acerque a la zona de combate. Shamas Baroot, soldado de la milicia asiria Al Jabour de 29 años, ha llegado del frente hace pocos días y afirma que la situación es complicada. El joven relata que la actividad se ha incrementado en las últimas semanas. Asegura que están en un momento difícil porque están teniendo problemas para distribuir comida y agua a los soldados, ya que los drones de Turquía sobrevuelan las carreteras las 24 horas.J. I. Mota