Las kenianas dicen ‘no’ a las compresas y tampones cutres

En Kenia, conseguir productos de higiene menstrual decentes es un dolor peor que el de la propia regla. Pero cada vez hay más mujeres emprendedoras que lanzan al mercado productos menstruales

Copas menstruales y compresas de tela de The Grace Cup.Cortesía de The Grace Cup

“La primera vez que tuve la regla creía que me había hecho pis encima”, cuenta Lucy (un nombre ficticio). Con el uniforme manchado y el jersey atado a la cintura, se fue a casa y se lo contó a su madre. “Me dio dos trozos de manta, me explicó cómo usarlos y nada más. Luego me enteré de que lo de la manta era porque no podíamos permitirnos comprar compresas”, reconoce.

Según Lucy, emplear trozos de tela, principalmente de mantas, es muy frecuente en los pueblos. Son fáciles de conseguir y no suponen un gasto mensual. “Ahora, como puedo permitírmelas, uso compresas, aunque me irritan la piel”. Lucy dice que la menstruación es un tema del que apenas habla con otras personas. “Me da vergüenza, especialmente cuando hay hombres. No quiero contar mucho al respecto”, zanja.

Un informe sobre el panorama de la salud menstrual en Kenia publicado en mayo de 2016 por la fundación FSG señalaba que solo el 12% de las niñas kenianas se sentirían cómodas si la información se la proporcionara su madre. En África tradicionalmente se ha pasado de puntillas por temas como la educación sexual y la salud reproductiva. En septiembre de 2019, el diario Daily Nation publicó que una chica de 14 años, alumna de la Escuela de Primaria Kabiangek de Konoin, en el condado de Bomet, se había suicidado después de que un profesor se burlara de ella por manchar el uniforme con sangre menstrual. El caso suscitó protestas y se abrió un debate nacional sobre la “vergüenza de la regla” y el acceso a los productos de higiene femenina. A pesar de ello, la actriz, modelo y emprendedora Ebby Weyime ha creado una plataforma empresarial en la que las mujeres pueden hablar abiertamente de la angustia que sufren a causa de la menstruación sin avergonzarse.

Weyime siempre tuvo problemas con las compresas y los tampones. Eran caros, el flujo se escapaba, tenían un olor muy desagradable y la dejaban húmeda e incómoda. Necesitaba una solución, un producto que resolviera el problema, ahorrara dinero y fuera respetuoso con el medio ambiente. “Descubrí la copa menstrual. La regla cambió para siempre”, cuenta. The Grace Cup, que lanzó al mercado en julio de 2017, es la primera y única marca de copas menstruales de Kenia. También vende compresas de tela.

En 2019, mujeres kenianas hicieron un llamamiento en Twitter para boicotear las compresas Always, como contó en un artículo el diario Daily Nation. Acusaron al fabricante, Procter & Gamble, de suministrar al mercado africano productos de baja calidad. A partir de un tuit de la activista Scheaffer Okore con la etiqueta #MyAlwaysExperience, cientos de mujeres compartieron sus experiencias con la marca.

Ebby Weyime imparte un taller sobre higiene menstrual y salud sexual en Kakuma, Kenia.Cortesía de The Grace Cup

Weyime subrayaba que se necesitan urgentemente artículos de higiene íntima ecológicos que ahorren dinero. “The Grace Cup es exactamente eso. Las copas están hechas al 100% de silicona de grado médico y nada más. Estamos reconocidas por la Administración de Medicamentos y Alimentos, y yo visito la planta frecuentemente para asegurarme de que tenemos la mejor copa menstrual del mercado”, añade.

Weyime importa las copas de Canadá, Sudáfrica y China. Explica que, si se usan correctamente, pueden durar hasta 10 años. Hay copas por 2.000 chelines (17 euros). “El desembolso inicial es alto, pero a la larga puedes ahorrarte hasta 30.000 chelines (250 euros) en compresas y tampones”, puntualiza.

Unicef y la Organización Mundial de la Salud (OMS) calculan que 2,6 millones de niñas (2,2 millones estudiantes de primaria y 400.000 de secundaria) necesitan ayuda para conseguir artículos de higiene femenina. Debido a las prácticas culturales, especialmente en las zonas áridas y semiáridas, 300.000 adolescentes necesitarían tanto compresas como ropa interior. Por eso, en 2010 el Ministerio de Educación Nacional de Kenia puso en marcha el programa Compresas, financiado con alrededor de 1.900 millones de chelines kenianos (158 millones de euros) de las arcas públicas, del que se han beneficiado 11,2 millones de niñas. En la lectura de los presupuestos para 2017-2018, el programa se trasfirió del Ministerio de Educación al de Servicio Público, Juventud y Asuntos de Género.

La empresaria de las copas explica que el programa sanitario del Gobierno tiene lagunas: “Durante las vacaciones escolares, las estudiantes no tienen acceso a las compresas, y muchas familias no pueden comprarlas”. Por eso, Grace Cup se ha asociado con varias ONG para hacer más asequibles sus productos a quienes no pueden permitírselos. Weyime cree que los artículos sanitarios deberían ser gratuitos, pero como seguramente eso nunca pasará, al menos espera que las mujeres tengan más opciones: “Queremos poder elegir entre compresas y tampones desechables, copas y compresas lavables”, señala.

Queremos poder elegir entre compresas y tampones desechables, copas y compresas lavables
Ebbie Weyime, emprendedora


De momento, Weyime dirige la empresa ella sola a través de varias páginas en las redes sociales. La financiación para ampliar el negocio ha sido su principal problema. “Necesito dinero para enseñar a las niñas las ventajas de utilizar una copa en vez de compresas de mala calidad que causan irritaciones”, reclama.

A través de su canal en YouTube, The Grace Cup, la emprendedora tiene debates sinceros y conversaciones abiertas sobre salud reproductiva. En el futuro espera expandir la plataforma para llegar a más mujeres a través de actividades de formación en los centros de enseñanza y las comunidades. “Quiero que más jóvenes debatan sin tapujos y aprendan sobre salud sexual y reproductiva en general. También quiero que más niñas empiecen a emplear productos íntimos seguros. Al principio era muy incómodo, pero poco a poco vamos logrando que sea más normal”, concluye.

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