Tres dioses

Uno se pregunta cuándo el gran caudal de belleza, sabiduría y amor que contienen los libros sagrados se convirtió en un manantial de maldad y de odio inagotables

Manifestantes palestinos participaban el viernes en Hebrón una marcha en apoyo a la población de Gaza.MUSSA ISSA QAWASMA (REUTERS)

En la ciudad de Hebrón se hallan las tumbas de los patriarcas. Según la tradición, allí están enterrados Abraham y sus descendientes Isaac y Jacob, en los que confluyen los creyentes de las tres religiones monoteístas. El santuario es a la vez mezquita, sinagoga e iglesia cristiana y allí por riguroso orden los musulmanes rezan a Alá los viernes, los judíos imploran a Yahvé los sábados y los cristianos veneran a Dios los domingos. Así sucedía, al menos, aquella vez que pasé por esa ciudad de ...

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En la ciudad de Hebrón se hallan las tumbas de los patriarcas. Según la tradición, allí están enterrados Abraham y sus descendientes Isaac y Jacob, en los que confluyen los creyentes de las tres religiones monoteístas. El santuario es a la vez mezquita, sinagoga e iglesia cristiana y allí por riguroso orden los musulmanes rezan a Alá los viernes, los judíos imploran a Yahvé los sábados y los cristianos veneran a Dios los domingos. Así sucedía, al menos, aquella vez que pasé por esa ciudad de Cisjordania. Ignoro si ha saltado todo por los aires. El imán leía textos de gran belleza extraídos del Corán; el rabino comentaba fragmentos del Antiguo Testamento llenos de sabiduría y los curas predicaban el amor al prójimo, según consta en el Evangelio. Frente a ese santuario compartido se extendía el zoco en el que los creyentes de las tres religiones compartían también los alimentos, las frutas y verduras bajo el nudo aromático que formaban en el aire las tres especias, el orégano, la canela y el romero. Según su religión, cada cual cumplía las reglas dietéticas del cuerpo después de haber alimentado el espíritu. Uno se pregunta cuándo el gran caudal de belleza, sabiduría y amor que contienen los libros sagrados se convirtió en un manantial de maldad y de odio inagotables. Fue cuando los tres dioses monoteístas cebados con pólvora y dinamita se encarnaron en el cerebro perverso de unos servidores fanáticos. Así se inició una pelea a muerte entre ellos que ha terminado en esta guerra de Palestina servida como un espectáculo de exterminio en cada telediario. En medio de una violencia más allá del horror, se nos invita a tomar partido frente al abominable terrorismo de Hamás y la venganza de la máquina militar de Israel amparada por Estados Unidos. A fin de cuentas, solo se trata de saber cuál de los tres dioses le parece a uno el menos cruel. Esta es la cuestión.

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