La defensa de Trump intenta hacer dudar al jurado del ‘caso Stormy Daniels’ para forzar un juicio nulo
Tras seis semanas y 22 testigos, el proceso concluye este martes con la presentación de los alegatos finales por las partes. Ahora es el turno del jurado, que debe alcanzar su veredicto por unanimidad
Después de seis semanas de vistas, el desfile de 22 testigos (solo un par por la defensa) y dos condenas por desacato al acusado, Donald Trump, el primer juicio penal contra un expresidente de EE UU llega a su fin este martes con la presentación de las conclusiones finales; primero la defensa, luego la acusación, sobre quien recae la carga de la prueba. Ahora es el turno del jurado, ...
Después de seis semanas de vistas, el desfile de 22 testigos (solo un par por la defensa) y dos condenas por desacato al acusado, Donald Trump, el primer juicio penal contra un expresidente de EE UU llega a su fin este martes con la presentación de las conclusiones finales; primero la defensa, luego la acusación, sobre quien recae la carga de la prueba. Ahora es el turno del jurado, los 12 vecinos de Manhattan, siete hombres y cinco mujeres, que deberán alcanzar un veredicto por unanimidad, nadie se atreve a pronosticar cuándo. El fallo, sea cual fuere, no solo marcará un hito en la carrera electoral más extraña de la historia de EE UU, también en las expectativas de quien se ha sentado en el banquillo acusado de 34 delitos por el pago de un soborno a una actriz porno para acallar una relación sexual, y de los que se ha declarado inocente.
En un último intento de convencer al jurado, o más bien de confundirlo, la defensa ha basado su cierre en la falta de credibilidad de Michael Cohen, exabogado personal de Trump y a quien este encargó personalmente, según su testimonio, el soborno de 130.000 dólares (120.000 euros) a la actriz Stormy Daniels en el último tramo de la campaña electoral de 2016; un pago, registrado como “gastos legales” en la Organización Trump, que para la fiscalía constituye un claro intento de influir en el resultado de las urnas. De hecho, la declaración de Cohen sustenta todo el caso.
Pero el testimonio de quien fuera mano derecha de Trump, presentado como “un campeón de los mentirosos”, “no está corroborado por nada, no hay ni una pizca de evidencia” en sus palabras, ha dicho este martes Todd Blanche, abogado principal de la defensa. “Cohen les ha mentido”, ha asegurado sobre el testigo que la semana pasada admitió en el estrado no solo haber cometido perjurio con anterioridad, también haber robado 30.000 dólares a la empresa de su jefe. “Vino aquí, levantó su mano derecha y mintió a cada uno de ustedes repetidamente. No pueden enviar a alguien a prisión, no pueden condenar a alguien basándose en las palabras de Michael Cohen”, remachó Blanche. A Stormy Daniels volvió a presentarla como una aprovechada que vio la oportunidad de sacar partido económico a raíz de la publicación de un audio escandaloso para Trump, la cinta Access Hollywood, en septiembre de 2016 —un mes antes del pago del soborno a la actriz—, en la que el republicano hablaba en los términos más degradantes de las mujeres.
Blanche ha mostrado el extracto bancario del reembolso de 420.000 dólares —el importe del soborno, más un bono e impuestos— a Cohen, tramitado por Allen Weisselberg, durante décadas director financiero de la Organización Trump y actualmente en la cárcel por perjurio. El hecho de que el hombre que conocía todas las cuentas del emporio Trump no haya sido llamado a declarar ha suscitado no pocas preguntas. Al sacarlo a colación ahora, la defensa pareció reprochar a la fiscalía que se dejara en el tintero a un pez gordo y basara toda la acusación en el poco fiable Cohen, a quien acusó repetidamente de mentir antes, durante y después del proceso. Salvo la esperada mención a Weisselberg, condenado en dos ocasiones por fraude y perjurio, no hubo más golpes de efecto por parte de la defensa. Durante la jornada, el exmandatario ha estado arropado por casi todos sus hijos adultos.
La presentación de alegatos finales ha sido también un momento clave para la fiscalía, pues debía corroborar el testimonio de Cohen mediante los 34 documentos supuestamente falsificados para convencer al jurado de que, como explicó el exabogado en su declaración, Trump orquestó un plan para ocultar a los votantes —y en especial a las votantes— información negativa. Según Cohen, la trama orquestada por él mismo, el candidato republicano y el editor de un tabloide desde 2015 para comprar y encerrar en un cajón todas las historias potencialmente dañinas para Trump dio con el soborno a Daniels el paso definitivo, aunque no el único (también fue acallada la exmodelo Karen McDougal, como recordó la fiscalía). Porque lo que se juzga en Nueva York no es una aventura extramatrimonial del candidato a las elecciones de 2016, que acabaría ganando, sino lo que supuso: el silencio comprado para no perjudicar sus opciones en las urnas. En su conclusión, de más de cuatro horas, el fiscal Joshua Steinglass ha calificado de “conspiración y tapadera” la trama criminal para enterrar información negativa que orquestaron Trump, Cohen y el editor del tabloide. La acusación considera que la publicación fue “el brazo armado” de la campaña de Trump de 2016 “para engañar al votante estadounidense”.
Además de todas las circunstancias inéditas que rodean el proceso —el primero de los cuatro penales contra el candidato republicano, y el único que concluye antes de las elecciones de noviembre—, las vistas celebradas en el lóbrego edificio del tribunal penal de Manhattan arrojan una imagen desconocida de Trump: el hombre silenciado a la fuerza por una orden mordaza del juez para impedir que criticara a testigos y funcionarios judiciales; un Trump asordinado, aburrido y somnoliento (Sleepy Don, se burlan sus detractores, copiando el lema que el republicano acuñó en 2020 para su rival demócrata Joe Biden), que se quejaba continuamente de frío, ni siquiera miró a los ojos a los testigos —evitó sobre todo los de Daniels y Cohen— y solo parecía revivir en los pasillos, con sus improvisados mítines: la escenificación de esa colisión inédita de justicia y elecciones, de la ley y la política. El Trump habitual, en modo airado, recuperaba luego su beligerancia en las redes sociales. Este mismo lunes, fiesta federal con motivo del solemne Día de los Caídos, llamó “escoria humana” a todos sus oponentes.
Otros tres procesos penales sin fecha
En las casi tres horas del turno de la defensa, el abogado de Trump ni siquiera tenía que convencer a todo el jurado de que su cliente es inocente: solo necesitaba inocular dudas en uno de sus miembros para abortar cualquier atisbo de unanimidad. Ello podría obligar al juez a declarar el juicio nulo, lo que implicaría su repetición (presumiblemente, en fechas ya marcadas en rojo en el calendario electoral). Cualquier resultado que no termine en una condena sería un espaldarazo a los propósitos políticos de Trump.
A la inversa, una condena, con un máximo de cuatro años de cárcel aunque en la práctica quedaría en suspenso por carecer de antecedentes, no le impediría presentarse a las elecciones ni ser reelegido presidente, pero, al tratarse de un caso estatal, no podría indultarse si regresa a la Casa Blanca. En el largo calvario judicial que afronta, con casos aún más graves políticamente hablando en Washington (asalto al Capitolio), Georgia (intento de pucherazo) y Florida (retención de documentos clasificados), Trump ha hecho de la adversidad virtud en términos políticos, jugando la carta del victimismo para cosechar votos, además de fondos para su campaña. Su ventaja sobre Biden en muchas encuestas —sobre todo en los Estados bisagra o basculantes, los que pueden decidir el resultado en noviembre— demuestra que, lejos de socavar sus opciones, la ofensiva judicial contra él ha sido un motor de arrastre.
En una mayestática tercera persona, el acusado ha aprovechado el impagable plató que le ofrecen sus entradas y salidas de la sala para denunciar otra vez la “interferencia electoral del corrupto Biden, el peor presidente de la historia de nuestro país” contra su candidatura. “Va tras el oponente político de Joe Biden porque no puede hacerlo él mismo”, ha reiterado. “Donald Trump no hizo nada malo. Esto es lo que todo el mundo está diciendo, excepto un juez [Juan Merchan] que es corrupto. Tenemos un juez que está en conflicto. Sabes cuál es el conflicto, yo también, pero no puedo decirlo porque estoy bajo una orden mordaza que es otra cosa inconstitucional. Es la primera vez que a un presidente no se le permite hablar”. Como si se tratara de un título vitalicio, cesáreo, investido presidente a perpetuidad.
Robert De Niro pide el voto para Biden a las puertas del juzgado
La campaña del presidente Joe Biden ha hecho acto de presencia este martes a las puertas del tribunal penal de Nueva York donde se juzga a su rival republicano. Ha contado para ello con embajadores de la talla del actor Robert De Niro, conocido votante demócrata, y un par de policías que fueron de los primeros en responder al asalto de una horda trumpista al Capitolio el 6 de enero de 2021. El mensaje de la campaña demócrata estaba claro: señalar como obstáculo insalvable en la carrera electoral el papel del candidato republicano en la insurrección golpista de 2021. El equipo de Biden había ignorado hasta ahora el juicio a Trump, pero a medida que se aproxima la cita con las urnas, y con las encuestas cada vez más reñidas, intenta sacar rédito electoral, aunque sea troleando a su rival. Para ello ha incurrido en el riesgo de alimentar el argumento preferido de Trump: que la ofensiva judicial contra él tiene una motivación política, como repite sin descanso. De Niro pidió el voto para el actual presidente para evitar que, de nuevo, los estadounidenses se pregunten perplejos en noviembre por qué Trump fue elegido.
Un asesor de Biden, citado por la agencia AP, afirmó que los enviados no estaban allí para hablar sobre el juicio -tanto De Niro como los agentes no se refirieron directamente al caso penal, el primero de los cuatro que Trump afronta-, sino para aprovechar la gran atención mediática suscitada y recabar apoyos. Los asesores de Trump argumentaron sin embargo en rueda de prensa que la presencia de los enviados de Biden validaba las afirmaciones del expresidente republicano de que sus juicios tienen una motivación política.
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