La nueva familia de Enrique de Inglaterra y Meghan Markle en California: un núcleo de amigos que protegen con fiereza
Tras su marcha del Reino Unido hace cuatro años y con escaso apoyo familiar, los duques de Sussex han tenido que formar nuevos vínculos en Estados Unidos. Actores, filántropos, fotógrafos, deportistas... son parte de su exclusivo círculo
Salir de tu país, de tu casa, siempre es difícil. Aunque sea una decisión propia, meditada e incluso feliz, poner kilómetros de por medio con la tierra y la gente que te han acompañado a lo largo de tu vida para comenzar un nuevo proyecto vital es complicado. Enrique de Inglaterra y Meghan Markle decidieron marcharse del Reino Unido, donde el hijo menor de Carlos III había vivido prácticamente toda su vida, en 2020. Hace ahora cuatro años que ...
Regístrate gratis para seguir leyendo
Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
Salir de tu país, de tu casa, siempre es difícil. Aunque sea una decisión propia, meditada e incluso feliz, poner kilómetros de por medio con la tierra y la gente que te han acompañado a lo largo de tu vida para comenzar un nuevo proyecto vital es complicado. Enrique de Inglaterra y Meghan Markle decidieron marcharse del Reino Unido, donde el hijo menor de Carlos III había vivido prácticamente toda su vida, en 2020. Hace ahora cuatro años que se asentaron en California, donde disfrutan, aparentemente, de la existencia que perseguían con esa huida: una vida privada, tranquila, con los proyectos empresariales que ellos mismos han escogido, criando a sus dos hijos sin las imposiciones que implica ser miembro de la familia real británica. Pero también han tenido que forjar un nuevo círculo de confianza que les acompañe en el proceso. Enrique tenía a su familia y amigos —de Eton, de la carrera militar— en el Reino Unido; Markle apenas tenía relación con su familia: estudió en Chicago y había vivido unos años en Toronto, aunque Los Ángeles es su ciudad de nacimiento. De ahí que en su regreso tan cerca de su tierra natal haya tirado de agenda para conseguir hacer de su casa de Montecito un hogar.
Por su propio estilo de vida, centrado en el trabajo y en las relaciones de infancia, hacer amigos no es fácil en un país como Estados Unidos, pero tampoco lo es cuando eres una pareja tan famosa como los duques de Sussex. Aunque tengan el ojo entrenado, tienen que hilar fino para distinguir entre quienes quieren realmente echarles una mano y el puñado de moscones interesados en su fama y fortuna. De ahí que hayan recurrido a viejos amigos o a personas de confianza para crear su red. Amigos de juventud y compañeros de trabajo se han ido colando en sus vidas hasta convertirse en su nueva familia.
Bien es cierto que Markle sí que cuenta con su madre. Doria Ragland sigue siendo un apoyo fundamental en las vidas y rutinas del matrimonio. Aunque cuentan con niñeras especializadas, a menudo se queda al cuidado de Archie, que este 6 de mayo cumple cinco años, y de Lilibet, que hará tres en junio, y les acompaña en eventos. Hasta que los Sussex regresaron de Londres, Ragland vivía en su casa en View Park-Windsor Hills, una zona tranquila al sur de Los Ángeles, pero ahora pasa largas temporadas en Montecito, a 150 kilómetros al norte, junto a la pintoresca (y muy cara) Santa Bárbara.
El hecho de que la ciudad del cine esté a apenas dos horas por carretera de la residencia de los Sussex ha permitido que Markle recupere a algunos de sus antiguos amigos en esa industria. Una de ellas, de las más íntimas, es Abigail Spencer, actriz televisiva a la que conoció durante el rodaje de la serie Suits, que ambas protagonizaban. Ella estuvo en la boda de Markle con Enrique, en mayo de 2018, y también en la fiesta para celebrar el nacimiento de Archie en Nueva York en febrero del año siguiente. Y ahora, al regresar Markle a EE UU, es uno de sus grandes apoyos, sobre todo de los más públicos, porque la red de amistad de los duques es algo que ellos mismos protegen a propósito, sabedores de la frecuente persecución mediática a la que su círculo es a menudo sometido.
Spencer, al ser un personaje público, ha hablado sobre Enrique y Meghan, pero con cautela. En una entrevista hace unas semanas en el programa de la cantante y presentadora Kelly Clarkson explicó que había conocido a su amiga hace casi 17 años. “Era 2007 y yo estaba grabando un episodio piloto para la cadena NBC, y tuve que ir a una lectura con quien supuestamente iba a interpretar a mi mejor amiga. Estaban probando a otras actrices. Entré y vi a esta preciosa criautra al final de la mesa y fue como: ‘¿Quién será?’. Inmediatamente tuvimos algo, ¿sabes? Su nombre es Meghan Markle”, relataba. “Fue algo entre nosotras. Nuestra amistad se desarrolló mucho en ese tiempo, profundizó. Es una persona increíble”. Casualidad, nacieron el mismo día del mismo año.
Spencer es precisamente una de las 50 personas que ha recibido un bote de mermelada de parte de Markle. Lo que parece un detalle anecdótico está siendo una especie de búsqueda de huevos de Pascua por redes sociales. La duquesa está en pleno lanzamiento de la que es su nueva firma de estilo de vida, American Riviera Orchard, y como única pista ha mandado medio centenar de tarros a un puñado de amigos y conocidos, como Kris Jenner, Mindy Kaling, Chrissy Teigen o Tracee Ellis Ross, que han ido colgando la ya famosa mermelada en sus perfiles.
Esas celebridades conocen a los duques, pero no están tanto en su círculo más íntimo. Sí lo está otra de las que ha probado el dulce y ha recibido una tarjeta personalizada y escrita a mano por la duquesa (estudió y trabajó como calígrafa hace años): Kelly McKee Zajfen. Ella es, junto a Spencer, una de las más cercanas a Markle. McKee Zajfen, de 44 años, es una empresaria y fundadora de Alliance of Moms, una organización benéfica que apoya a mujeres jóvenes y adolescentes embarazadas que viven en centros de acogida. Markle posó con una camiseta en apoyo a dicha fundación el año pasado, y este, con motivo del Día de la Madre (en EE UU, el segundo domingo de mayo), tanto Spencer como Markle se han fotografiado con McKee Zajfen con otra camiseta de la organización. Las tres están muy unidas, especialmente ahora que viven cerca; la empresaria las ha calificado de “inspiradoras”. Las dos actrices colaboran activamente con la filántropa y son un gran apoyo para ella, que en julio de 2022 sufrió la pérdida de su hijo George, quien falleció de meningitis y covid con solo nueve años. Los duques donaron 5.000 dólares en nombre del pequeño tras su fallecimiento.
El fotógrafo Misan Harriman es otro de esos amigos que Markle fue creando en sus años como actriz y que ha recuperado y mantenido en su vuelta a EE UU. Él fue quien retrató a la pareja para la imagen con la que, en febrero de 2021, anunciaron el segundo embarazo de la duquesa; también la retrató hace unos meses para el lanzamiento de su nuevo podcast y no ha dudado en decir que es “como una hermana” para él, como contó a People. Harriman hizo el año pasado su debut como director con un cortometraje llamado El después (The After), estrenado en Netflix, que llegó a ser nominado al Oscar este 2024.
Markle quiso apoyar la nueva carrera de Harriman con un pase privado y una charla posterior con el director y el protagonista, David Oyelowo, de origen nigeriano. De hecho, ella misma supo hace pocos años a través de una prueba genética que tenía ascendencia nigeriana; y esta semana se ha conocido que la pareja visitará el país este mayo, según un portavoz invitada por el jefe del Estado Mayor de Defensa. Al estar en África, quizá tengan la oportunidad de ver al príncipe Seeiso de Lesoto. El hermano menor del rey del pequeño país sudafricano fue el único miembro de una familia real extranjera en acudir a su boda y juntos fundaron Sentebale, organización benéfica que ayuda a niños en el sur de África. El propio Enrique afirmó que viajar a Lesoto cuando tenía 18 años y conocer a Seeiso, que también acababa de perder a su madre, le cambió la vida, y que son “como hermanos”, “una segunda familia”.
Porque el príncipe también ha aportado a amigos a la pareja. Su amistad con el jinete de polo Nacho Figueras es tan antigua como la de Markle con Abigail Spencer. Se conocieron en 2007 y desde entonces su mutua afición al polo les ha dado momentos para compartir en medio globo; el último, hace apenas unos días en Florida, donde Enrique participaba, en plena preparación de un proyecto sobre ese deporte que verá la luz en Netflix en unos meses. Él y su esposa desde hace casi un cuarto de siglo, Delfina Blaquier, son tan famosos como discretos y eso ha hecho que se conviertan en un referente para los Sussex.
Figueras es uno de esos amigos de la pareja que aparece en el polémico documental autobiográfico que lanzaron hace año y medio en esa misma plataforma. También en él aparecen otros amigos de ambos, muchos vinculados a etapas anteriores de sus vidas. Pero hay otros que aún permanecen. Entre ellos, Serena Williams, que con el tiempo se ha convertido en una de las íntimas de Markle: atendió a su boda y fue la primera invitada en su podcast, el fallido Archetypes, en 2022. En esa competición de polo de mediados de abril, también estuvo acompañando a su amiga y ambas pasearon juntas por el césped del Grand Champions Polo Club de Wellington (Florida), riendo y tomando champán.
Hay otros apoyos que en su día fueron importante para los duques y que hoy parecen tener menos peso. Es el caso de Oprah Winfrey, que les ayudó a escoger Montecito como destino y les entrevistó en su mansión en marzo de 2021. La relación es ahora más profesional que personal. Tampoco mantienen un estrecho vínculo con otras celebridades con quien se les asociaba antes, como James Corden o el músico y productor David Foster. Su esposa, la actriz y cantante Catherine McPhee, llegó a decir que mantenían “una relación preciosa, como de padre e hijo” con Enrique cuando este decidió pasar un tiempo con su familia en Canadá (la casa donde vivieron era de Foster), antes de mudarse a California. No se les ha visto juntos desde hace años.
El 8 de mayo Enrique estará en el Reino Unido para una ceremonia de los Juegos Invictus (la competición deportiva que creó para militares heridos en combate), pero en ese viaje su esposa no le acompañará. Allí probablemente se encuentre con viejos amigos y, quizá, con algunos de sus familiares; él les ha invitado al acto en la catedral del San Pablo, pero no se espera que acudan. Su padre está recuperándose de un cáncer, y su cuñada, Kate, princesa de Gales, está en pleno tratamiento de otro. Por ahora no se ha confirmado si verá al uno (al que visitó en febrero tras su diagnóstico) o a la otra (con quien en su día mantuvo una cariñosa relación, ahora prácticamente rota), pero hay otro miembro de la familia con quien sí tratará: su prima Eugenia de York, de 34 años, la hija pequeña de Andrés de Inglaterra y Sarah Ferguson. Ambos son íntimos, desde la infancia, casi inseparables. Se escriben con frecuencia, son como mejores amigos. Eugenia ha visitado a su primo en California. Y Enrique y Meghan, al marcharse del Reino Unido, le dejaron a Eugenia y su marido, Jack Brooksbank, la casa donde vivieron y que restauraron, Frogmore Cottage, donde ahora residen con sus hijos. Enrique sigue quedándose allí cuando va a Londres. En EE UU los amigos son familia; en casa, la familia, aunque sea cada vez más menguante, permanece.