Aina Monferrer, el nuevo icono de la música en valenciano entre la Academia, el punk y Estellés
Profesora, investigadora y música, escribe canciones de post folk electrónico y su nombre se asocia a clases de valenciano en YouTube y Twitch y festivales de música donde sus performances levantan pasiones
A Aina Monferrer no le interesa la etiqueta “música en valenciano”. Doctora en Filología y Culturas Europeas, actualmente es ayudante en la Facultad de Magisterio de la Universitat de València donde investiga en torno a una unidad cultural milenaria y sintética: las canciones. También las hace, porque Aina Monferrer es el origen y mitad de Aina Palmer, la expresión musical con la que está conquistando la escarpada ladera de los carteles de festival. Pero también es una de las expertas más actualizadas de Vicent Andrés Estellés (su tesis cum laude está dedicada a él y a su estilo), autor...
A Aina Monferrer no le interesa la etiqueta “música en valenciano”. Doctora en Filología y Culturas Europeas, actualmente es ayudante en la Facultad de Magisterio de la Universitat de València donde investiga en torno a una unidad cultural milenaria y sintética: las canciones. También las hace, porque Aina Monferrer es el origen y mitad de Aina Palmer, la expresión musical con la que está conquistando la escarpada ladera de los carteles de festival. Pero también es una de las expertas más actualizadas de Vicent Andrés Estellés (su tesis cum laude está dedicada a él y a su estilo), autora de cuatro libros, el último de ellos para “docentes hiperdiscursivos, o cómo podemos los profes de lenguas virtualizar nuestro trabajo en espacios como YouTube y las redes sociales”. La cocina de este manual está en su propio canal ‘De mica en mica’, con 750.000 visualizaciones a partir de píldoras que han servido a miles de personas a sacarse las certificaciones de nivel C1 y C2 de valenciano. Una comunidad que interacciona también en Instagram.
“El verano en que acababa el Grado en Comunicación Audiovisual en la Jaime I fue el mismo en que la capacitación para ser profesora pasó de unas pocas semanas a dos años. Estaba llena de rabia y no podía comprender que, por una cuestión de calendario, tuviera que pasarme dos años para ser lo que hubiera sido de haber acabado un año antes: profe de valenciano en cualquier instituto. Así que me fui a buscar al catedrático Vicent Salvador y le dije que quería que me dirigiera una tesis. Me dijo que lo haría si escogía a Estellés y me pasé cinco años estudiándole. Me enamoré y me desenamoré de él, pero agradezco mucho el viaje, porque Estellés rima con todo y a través suya estudié el valencianismo, a Sanchis Guarner, nuestra Transición, Ovidi Montllor o Joan Fuster. Años después, conocer su poesía subversiva, la de posguerra, que es la que me interesa, conocer nuestra historia contemporánea me ha permitido tener una voz, escribir muy libre”, cuenta al diario El País.
Aunque Monferrer (Burriana, 1987) es una experta en el poeta de Burjassot (ensayos, conferencias, artículos…), “no se me tiene en cuenta a menudo para hablar de él en círculos académicos. Quizá, no lo sé, mi afán por curiosear en otras formas de cultura, haciendo música, enseñando en redes, me haya convertido en ‘una rara’ para ese ámbito. Pero, bueno, me hubiera agobiado mucho que me identificaran únicamente con Estellés. Mi vida tienen que ser muchas otras cosas”. Actualmente, vive un momento de plenitud: después de sacarse las oposiciones para ser profesora en la Escuela Oficial de Idiomas, pidió una excedencia y ha conseguido dividir su año en tres periodos: el otoño-invierno, para la investigación en Magisterio; hacia la primavera, cursando alguna investigación internacional (la de este año, en la Universidad de Ginebra); y, por último, el verano, dedicado a la música.
En este último terreno, Aina Palmer es una bomba de relojería necesaria. No es casual que Monferrer haya encontrado en Jordi Palau, ex Orxata Sound System, un compañero de viaje para su alter ego (en formato dúo). Él ya vivió lo que suponía poner patas arriba el statu quo de la ‘música en valenciano’, micro en mano y con “una formación prematura, vanguardista, que en 2022 parece más contemporánea que cualquiera de nosotros”, dice Monferrer. Juntos están consiguiendo que críticos musicales, como el propio Joan Garí en este diario, les califiquen de “antológicamente perversos”. Y es que hay pocas radicalidades en la música valenciana más estimulantes que las de esta investigadora universitaria: Aina Palmer se atreve a manosear el Himno de la Comunidad Valenciana, a parodiar el Autoodi (con Fuster, Climent, Barberá y Reina de por medio) o a convertir en canción el último ensayo del historiador Juan Carlos Usó (Arroz, horchata y cocaína) y cruzar a la cultura de la Ruta del Bakalao con la historia española de las drogas en el primer tercio del siglo XX.
“Antes de que tuviera uso de razón ya estaba haciendo música. Hice los estudios profesionales de violín, pero la exigencia de la Universidad y las oposiciones me llevaron a abandonarla. Ahora que tengo un puesto de trabajo asegurado, he vuelto a mis orígenes y estoy volcando en las canciones algo que me hace muy feliz: tener una voz, expresarme con libertad y hacerlo evitando cualquier cliché; si algo nos suena al pasado, a lo ya escucahdo, lo descartamos”, dice Monferrer. Llevan tres años y tres discos, pero el último de ellos ha aumentado las dosis de incomodidad temática (también publicado a modo de película de videoarte en YouTube). “Al principio todo era más introspectivo. Me atrevía menos. Gracias a Jordi he ido soltándome y esa visión crítica o los conocimientos que estaban en mis artículos, ahora emergen en las canciones y en una puesta en escena provocadora”, cuenta.
De todos sus cánticos, uno parece sonar desde un nivel más personal: ‘Fusilao’, incluido en fallanca (Aina Palmer, 2021), atraviesa la historia del condenado a muerte Vicent Moliner, profesor burrianero como Aina Monferrer. Una canción de trap que presentó en su pueblo, con una performance en el Centre Municipal de Cultura ‘La Mercé’ y las hijas del ajusticiado presentes. A partir del poema ‘La tortura de pensar’, escrito en sus últimos días de vida, un Moliner lleno de una amargura y desencanto parece olvidar el carácter pacífico y dialogante por el que era conocido en Borriana. Algo de esa desesperanza (no future) se filtra en la actitud punk de esta polifacética investigadora y artista. Algo que la hace mantener una posición ultradinámica, pero ácrata. Quizá sea eso lo que conecte con un público casi siempre más joven que ella y que ha hecho de canciones contra el amor romántico como ‘Les ungles’ pequeños grandes himnos que se pasearán por una retahíla de festivales este verano.