El museo Moco abre sucursal en Barcelona
El nuevo centro privado, ubicado en el Palau Cervelló de la calle Montcada, expone obras de Banksy, Warhol, Basquiat, Hirst y Dalí, además de una sala con obras NFT
Desde hace años en Barcelona se vive una enconada lucha entre los que defienden la instalación de una sede del museo ruso Hermitage en en una bocana del puerto de Barcelona y los que se oponen de forma radical, entre los que está el Consistorio de Ada Colau. Y no se sabe cuál será la solución a este conflicto. Ahora, sin aviso ni polémicas, un museo privado proveniente de Ámsterdam abre sus puertas en Barcelona con una nueva sede de 1.000 metros cuadrados en el Palau Cervelló, del siglo XVI, pared con el ...
Desde hace años en Barcelona se vive una enconada lucha entre los que defienden la instalación de una sede del museo ruso Hermitage en en una bocana del puerto de Barcelona y los que se oponen de forma radical, entre los que está el Consistorio de Ada Colau. Y no se sabe cuál será la solución a este conflicto. Ahora, sin aviso ni polémicas, un museo privado proveniente de Ámsterdam abre sus puertas en Barcelona con una nueva sede de 1.000 metros cuadrados en el Palau Cervelló, del siglo XVI, pared con el Museo Picasso: el Museo Moderno Contemporáneo (MOCO), un centro de nombre abreviado poco afortunado, pero que quiere traer a Barcelona obras de artistas contemporáneos de primer nivel poco o nada representados en los centros de la ciudad: Andy Warhol, Jean-Michel Basquiat, Damian Hirst, Keith Haring, Salvador Dalí y Banksy, entre otros muchos artistas de renombre, además de piezas de arte inmersivo como los exitosos teamLab (cuyas obras se pueden ver hasta enero en CaixaForum) y un espacio dedicado al fenómeno NFT, de gran auge, del que se pueden ver siete piezas.
El Moco Museum Barcelona, que ha abierto sus puertas este viernes, es una iniciativa privada de los coleccionistas Lionel y Kim Logchies, que llevan 20 años adquiriendo obras de arte, con las que abrieron en 2016 un museo de la capital holandesa, en la Villa Alsberg, de 1904, que ahora, después de recibir más de dos millones de visitantes y tras asegurar que el edificio holandés se ha quedado pequeño, deciden expandirse por primera vez y han pensado en Barcelona, una de las ciudades favoritas de los coleccionistas, para abrir un nuevo centro. “Dudábamos entre Florencia y Barcelona, pero eran muchos los españoles que nos pedían que nos instaláramos aquí”, explica Kim Logchies durante el primero de los actos del nuevo centro.
El viejo edificio de la calle Montcada número 25 que albergó, entre 1974 y 2012, la histórica galería Maeght y más recientemente, entre 2015 y 2017, la Fundación Gaspar, ha permanecido cerrado estos últimos años. Ahora, después de una reforma del Studio Pulsen, se pueden visitar unos 1.000 metros cuadrados de exposición de los más de 2.500 que tiene el edificio. Unos trabajos de reforma que los dueños de las piezas piensan rentabilizar porque lo han alquilado durante 20 años prorrogables. “Nos gustaría estar toda la vida”, apuntaba Kim Logchies, que quiere, en un futuro, acondicionar la tercera planta del palacio para aumentar el espacio expositivo.
Las obras expuestas son casi todas de grandes dimensiones. Como la escultura Mujer en llamas (1980), tamaño XL, de Dalí; el colorista lienzo Pink River (2020), de Takashi Murakami, y la multiétnica Santa Cena (2021) de David LaChapelle (la única fotografía en exhibición), que ocupan parte de la planta baja, en lo que se ha llamado los “Moco Masters”. También están en esta planta piezas de Basquiat, Warhol, Haring o Hirst, del que puede verse Sacred Heart (2008), un enorme corazón de toro con alas de paloma atravesado por un puñal que, aseguran los coleccionistas, antes perteneció a Georges Michael y que compraron en Christie’s. Yago Hortal, del que hay también una obra, es el único español (junto a Dalí) del que se exhiben piezas en el nuevo centro.
En la segunda planta, tras ser recibidos por Parade Infinie (2021), de Les Fantomes, personas en continuo movimiento proyectadas en la paredes, se accede a varias salas monográficas. Como la que cuenta con cuatro piezas de Kaws y otra con seis trabajos de Banksy, algunos tan ‘famosos’ como Niña con globo de oro, Hogar, dulce hogar y la cabeza de un David de Miguel Ángel sangrando tras recibir un impacto de bala en la frente, —las tres de 2006—. La última pieza perteneció a Angelina Jolie y Brad Pitt, que la vendieron cuando se separaron. Unas obras que, aseguran los promotores del centro, cuentan con un certificado de autenticidad de la entidad oficial que verifica las obras del artista.
Tras dos salas en las que pueden verse las colosales (en tamaño) obras del artista chileno Guillermo Lorca, llenas de escenas mitológicas de belleza clásica, pero también de gran desconcierto, que nutren Esplendor de la noche, la primera exposición temporal del centro, que se podrá visitar un año. El recorrido continúa por las salas dedicadas a las piezas inmersivas, creadas con tecnología digital, como la de TeamLab dedicada a las estaciones del año, y las siete piezas NFT, firmadas por Andes Reisinger, Blake Kathryn y Paris Hilton, Federico Clapis, Alotta Money y Beeple, que vendió en marzo de este año un archivo digital por 57 millones de euros, del que se puede ver una de sus obras. La muestra acaba con una de las piezas más oníricas que se pueden ver en Barcelona ahora, Diamond matriz, de Irma de Vries, del colectivo holandés Studio Irma, que han dado forma a una sala de espejos en paredes y suelos con piezas de vidrio colgadas en cordeles, como si fueran diamantes, que van cambiando de color y que multiplican el espacio hasta el infinito.
Del total de piezas, el 20% pertenecen a los coleccionistas holandeses, el resto son préstamos que se irán cambiando por nuevas piezas con el tiempo. El precio de la entrada será de 16,50 euros (11,50 para estudiantes y gratis para los menores de 13 años). “Somos un museo privado, sin ningún tipo de subvenciones”, justifica Kim Logchies. Que el Moco apuesta fuerte por Barcelona, sobre todo por los turistas que comienzan a volver a visitar la ciudad, lo demuestra que desde hacía días en la zona donde llegan los pasajeros en el aeropuerto de El Prat se puede ver un buen número de pancartas publicitarias del nuevo centro.