1.879 kilómetros de socialismo andaluz
Radiografía de la militancia del PSOE, ante las primarias para elegir al candidato a la Junta, en un viaje de Pulpí a Ayamonte
El café bar El Límite marca la linde entre Murcia y Andalucía. Si no fuera por las dos planchas metálicas que anuncian el principio y el final de las comunidades, en una vía asfaltada anodina donde los tractores imponen su ritmo, nadie notaría el cambio entre la pedanía de Pozo de la Higuera y la localidad almeriense de Pulpí (9.500 habitantes). La elección no es casual. “De Pulpí a Ayamonte, de lo que pasa bajo mi responsabilidad y mi mandato me entero de todo”, afirmó Susna Díaz. Fue su forma de decir, en noviembre de 2018, que sabía cuanto se cociese en la comunidad más poblada de España y ...
El café bar El Límite marca la linde entre Murcia y Andalucía. Si no fuera por las dos planchas metálicas que anuncian el principio y el final de las comunidades, en una vía asfaltada anodina donde los tractores imponen su ritmo, nadie notaría el cambio entre la pedanía de Pozo de la Higuera y la localidad almeriense de Pulpí (9.500 habitantes). La elección no es casual. “De Pulpí a Ayamonte, de lo que pasa bajo mi responsabilidad y mi mandato me entero de todo”, afirmó Susna Díaz. Fue su forma de decir, en noviembre de 2018, que sabía cuanto se cociese en la comunidad más poblada de España y con un tamaño similar al de Portugal. Tres semanas después, el PSOE perdió por primera vez la Junta, poniendo fin así a casi 37 años ininterrumpidos de gobiernos socialistas. Un batacazo que nadie vio venir.
Es la hora de los desayunos, momento sagrado para una clientela formada por agricultores y el dueño de El Límite, Juan Martín, que rumia la jubilación después de 33 años tras la barra, arquea las cejas cuando le preguntan por las primarias del PSOE. “La gente está hasta las narices de los políticos, lo único que pedimos es trabajar y que nos dejen vivir en paz”. Frente a la indiferencia de un público curtido de sol a sol entre campos de lechugas, hortalizas y sandías, Antonio Mula, 74 años y durante 22 presidente de la agrupación local (69 militantes), tiene los cinco sentidos en el proceso interno en el que Juan Espadas y Díaz se disputan —Luis Ángel Hierro no tiene opciones— quién será el candidato del PSOE a la presidencia de la Junta. “Votaré a Espadas, tengo muy presente lo de 2017”, cuenta el martes, a la entrada de su finca, mientras se remonta a la reelección de Pedro Sánchez como secretario general sobre Díaz tras su dimisión en el tormentoso comité federal de octubre de 2016. Mula, como la treintena de militantes requeridos por EL PAÍS en un periplo de 1.879 kilómetros en cuatro días de vértigo por las ocho provincias andaluzas —la distancia sin desviarse sería de 598 kilómetros de asfalto—, espera, lo primero de todo, que el partido salga unido.
El temor a una fractura que deje a un partido acostumbrado al poder peor de lo que ya está lo comparten todos los afiliados, con independencia de a quién vayan a votar: los 46.577 militantes de la principal federación del PSOE están convocados el 13 de junio. Las bases están en ebullición para elegir quién les representa aunque la contienda recuerde mucho a una pelea de aparatos a la antigua usanza: los secretarios provinciales de Sevilla, Málaga, Córdoba y Almería están con Díaz, que además es la secretaria general del PSOE andaluz desde 2013. Los de Jaén, Granada y Cádiz están con Espadas. Como Huelva, dirigida por una gestora. La tensión, latente, en ocasiones sale a la superficie a borbotones: la expresidenta autonómica y secretaria general del PSOE andaluz se ha quejado esta semana de sufrir “empujones” de Ferraz e incluso ha trasladado que no le quieren dejar presentarse de nuevo “por ser una mujer”. El alcalde de Sevilla apela a la renovación y al tirón de los 458 regidores andaluces del PSOE mientras elude los ataques de Díaz, que le señala como el candidato “de Madrid”. La previsión, según las fuentes consultadas, es que Espadas resulte elegido el próximo domingo con más de la mitad de los votos. Pero no será ni mucho menos una victoria arrolladora. Y si nadie logra ese porcentaje habrá una segunda vuelta el día 20. “La renovación siempre se enfoca por la edad pero Espadas lleva muchos años desempeñando cargos públicos. Como gane, el PP convocará elecciones de inmediato”, barrunta Ramón Fernández, de 53 años y militante que regenta una papelería cerca de Roquetas de Mar (98.000 habitantes). La ejecutiva de la localidad, la segunda en número de militantes de Almería (290), resolvió apoyar por unanimidad la candidatura de Díaz. “Aquí habrá votos para Espadas, no será a la búlgara. No tenemos ninguna animadversión hacia él, si es elegido le apoyaremos los primeros”, deja claro su secretario general, Manolo García.
En este viaje a la Arcadia del PSOE, palpando el sentir territorial de una punta a otra, la siguiente parada la encontramos en Albuñol. En el extremo oriental granadino, el grueso de sus 7.000 habitantes —la agrupación tiene 45 afiliados— viven del cultivo intensivo bajo plástico. Miguel Sánchez, periodista autóctono de 32 años, votará a Díaz por “su humildad y cercanía” y por conocerse “al dedillo” los problemas de cada municipio. Una opinión que, horas después, aprovechando un mitin de la candidata en la capital nazarí, en el patio exterior del teatro municipal del Zaidín, no comparten la mayoría de transeúntes. De las 15 personas preguntadas al azar en la calle Pintor Manuel Maldonado si votarían a Díaz en unas elecciones, lo harían tres. En el caso de Espadas, siete se muestran dispuestas, aunque cuatro reconocen que apenas tienen referencias suyas más allá de que sea el alcalde de Sevilla, la principal ciudad española que gobierna el PSOE. Los siete votaron a los socialistas en las generales de abril de 2019, pero no lo hicieron cinco meses antes a Díaz.
“¿A todos los que han ganado elecciones y no pueden gobernar qué? No pongamos raseros que no le ponemos a otros compañeros de partido. ¿Y eso por qué? ¿Porque soy mujer?”, dice entretanto Díaz, que ha llegado al acto con una cohorte de unos 20 cuadros socialistas, desde la agrupación situada a 50 metros —y con cuatro carteles de Pedro Sánchez en la entrada—, en una escenografía que recuerda a la de un equipo de fútbol americano. Como cuando era una de las grandes protagonistas del comité federal del PSOE. La mayoría del centenar de asistentes al mitin son jubilados. Y no siempre aplauden, como cuando Díaz transmite que no la quieren por su condición de mujer. El mensaje encrespará los días siguientes los ánimos en los chats del PSOE. Y Díaz lo eliminará de su discurso. Más éxito tiene cuando cuestiona la autonomía de su federación si pierde las primarias: “En Andalucía deciden los andaluces. Estamos decidiendo si somos una sucursal [de Ferraz]”. Esta es y será la idea fuerza de su campaña, en la que en una jornada normal enlaza hasta ocho actos, muchas veces en zonas rurales. Mientras, a Espadas le penaliza tener que compaginar la agenda del Ayuntamiento, liberada para eventos por la tarde más multitudinarios y urbanos. “Susana ganó las elecciones, hay que dejarla”, reafirma a la salida del acto José María Pastor, de 82 años, la mitad de militante. “No me convence que Madrid nos imponga a Espadas”, añade Juan Antonio Fernández, abogado de 56 años.
De toda la singladura, Jaén es, ya metidos en el miércoles, sin duda, la provincia donde las primarias parecen menos reñidas. Es la segunda por militantes tras Sevilla incluidos los afiliados directos y los miembros de Juventudes, y está volcada con Espadas. Para hacerse una idea de la importancia que puede tener en el resultado del día 13, hay quien la compara con el respaldo del PSC en 2017 a Sánchez, superior al 80%. “A las próximas elecciones tenemos que presentarnos con toda nuestra fuerza, todo nuestro aval y un proyecto renovado. Necesitamos un candidato que apueste por la integración de la política municipal en la autonómica, que garantice una buena gestión y con un perfil moderado que le capacite para alcanzar acuerdos”, expone Paqui Alcántara, maestra de 47 años de educación primaria de Torredelcampo —14.500 habitantes y 153 militantes— y concejal los dos últimos años. Si algo subrayan los defensores de Espadas es que gobierne en minoría Sevilla desde 2015 y sacando los presupuestos todos los años apoyándose desde en Cs a Adelante Sevilla. Los guiños a los ayuntamientos no son una cosa menor en Jaén, con 67 alcaldes del PSOE en sus 97 municipios. “Creo en Espadas porque apoya al feminismo, defiende que en su posible Gobierno estará rodeado de mujeres que le ayudarán a perseguir sus objetivos para una sociedad más justa con políticas transversales desde la educación al urbanismo”, apunta Elisa Ruiz, 39 años, militante de La Carolina —15.500 habitantes y 187 afiliados— y técnica local de Igualdad.
“Necesitamos una persona sensata que sepa llegar a consensos con otros grupos”, coincide Ana María Romero, la alcaldesa de Montoro, ya en Córdoba (9.400 habitantes y 128 militantes). Al revés que en Roquetas de Mar, aquí la ejecutiva local está con Espadas. La regidora de 50 años insta a construir un proyecto “que ilusione por encima de los propios militantes”. Bienvenidos, de Miguel Ríos, recibe al candidato, que es saludado por los algo más de 100 comensales de la comida-mitin. Espadas desgrana sus propuestas con un estilo nada mitinero, muy diferente al de Díaz, con llamadas a la concordia y a mirar más allá de las siglas: “Las primarias tienen que hacernos volver a conectar con la ciudadanía. Esto no es un tema interno del PSOE”. “Esta candidatura va ganando fuerza y adhesiones cada día. Necesitamos un revulsivo, ¿qué pasa con las casas del pueblo, donde nos miramos de reojo?”, prosigue. “Lo que dice le llega a más personas”, piensa María Ángeles Caballero, limpiadora de 41 años. “Es super necesario que se cambie de estrategia, Espadas aporta frescura”, opina María de la Paz Notario, personal de la Junta en una escuela de 53 años. “Es totalmente pulcro y de una limpieza absoluta”, apostilla Miguel Aranda, empresario de 60 años. Antes de partir al acto central del día en Córdoba, Espadas se hace varias fotos, a petición de la alcaldesa, con todas las mujeres que han asistido al acto. “El Gobierno de España tiene cuatro vicepresidentas”, se despide la regidora, que deja traslucir así el malestar con las palabras de Díaz. “A Espadas no se le oye nada malo y eso es fundamental. Susana me gustó en su momento”, afirma Rosa Osuna, administrativa de 47 años.
A 170 kilómetros, en el parque El Bodegón de Brenes (12.600 habitantes y 59 militantes), al norte de la provincia de Sevilla, la secretaria general del PSOE andaluz insiste en que el 13 de junio está en juego la autonomía de su federación. “No me vais a escuchar una mala palabra. Solo quien respeta puede unir”, dice antes de deslizar presiones veladas. “Si a mí me han presionado y empujado, no quiero pensar qué estarán sintiendo algunos compañeros”, asegura. Pasan las ocho de la tarde y el sol calienta a 29 grados. Las ocas del parque no están para bromas. “Todo lo que dice Susana es verdad”, se va convencida María Luisa Jiménez, ama de casa de 51 años. “Habla muy claro, dice lo que siente”, le acompaña su vecina Carmen Blanco, de 78 años. “Le han querido echar y dar de lado”, cree otro pensionista, Juan José Gutiérrez, de 62 años. “Lo de la renovación lo vengo escuchando desde que estaban Felipe [González] y Alfonso [Guerra]. Los que están en el tiovivo quieren cambiar el muñeco para seguir en el tiovivo. ¿Eso es renovación?”, arremete Díaz contra los cargos públicos que le apoyaron durante años. Un militante, como ya ocurrió en Granada, se excusa y prefiere no decir a quién votará. Según los partidarios de Espadas, 17 de 20 de las grandes agrupaciones de Sevilla, equivalentes al 60% del censo provincial, están con ellos.
Ajena al desaliento, Díaz aprovecha el parón forzado de Espadas el jueves por los actos institucionales de la festividad del Corpus y se multiplica con hasta ocho actos en un solo día por la provincia de Cádiz. En Arcos de la Frontera —30.700 habitantes y 106 militantes— celebra el sexto con una energía que desborda. A diferencia de Brenes, se nota el entusiasmo entre un público similar de unas 100 personas, y que eleva todavía más la música pegadiza de Resistiré del Dúo Dinámico. Toda una declaración de intenciones. Si la candidata no tenía una canción de campaña, ya la ha encontrado. “Esto no es Madrid, esto es Andalucía”, reitera Díaz, que reconoce que lleva meses “recorriendo todos los rincones” de la región. En las elecciones de 2018 dio cuatro vueltas a la comunidad. “Vengo sabida y aprendida. Cuando llegué [en 2013] me pusieron una mochila a la espalda que ni los sherpas que suben al Everest”, se reivindica al tiempo que se desvincula del caso de los ERE. “La voz de la militancia es la voz de la verdad”, deja como una de sus frases más sentidas. “Susana ha trabajado muy bien”, tercia José Aguilar, de 82 años. “Tenemos una dictadura en Madrid, nos han impuesto la fecha de las primarias. ¡Esto es Andalucía!”, se agita Alfonso, jubilado de 61 años que conducía ambulancias y prefiere no dar su apellido.
Rumbo al sureste, en Torremolinos (Málaga) —69.000 habitantes y 231 militantes— una asamblea en el Palacio de Congresos congrega el viernes a 300 militantes. Y eso que no está Espadas. “Representa la esperanza para ilusionar y unir al PSOE y la experiencia de alguien que ha sido consejero, senador y alcalde. Pienso que va a ejercer como el alcalde de todos los andaluces desde San Telmo”, se pronuncia Margot Cabrera, graduada social de 27 años y militante desde 2015. El encuentro se alarga más de dos horas y media, con los afiliados resaltando las razones que más les convencen. Entre otros acuden el alcalde anfitrión, el de Sierra de Yeguas y la alcaldesa de Archidona.
El final del viaje se produce en Ayamonte (20.500 habitantes y 93 militantes). Víctor Hugo Rodríguez, concejal de Hacienda de 47 años, también tiene decidido su voto. A Espadas. “No se trata solo de ganar las elecciones. Hay que gobernar y para eso necesitamos un cambio”, sostiene en la plaza de La Laguna bajo el trino de las golondrinas. La conclusión es que el PSOE se juega el 13 de junio ser como el Guadiana. O recupera la Junta en las próximas elecciones, previstas para finales de 2022 si es que no se convocan antes, o el PP se consolidará en el territorio fetiche del PSOE.