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Ribeira Sacra, nueva joya de la biosfera

Esta escenográfica región gallega en el límite de las provincias de Lugo y Ourense, con profundos cañones fluviales y vertiginosos viñedos en sus inclinadas laderas, acaba de ser designada reserva de la biosfera por la Unesco

Los paisajes de la Ribeira Sacra, escenográfica región gallega que concentra, en el límite entre las provincias de Lugo y Ourense, profundos cañones fluviales, como los del Miño y el Sil (en la foto, visto desde el mirador de Vilouxe); vertiginosos viñedos dispuestos en sus inclinadas laderas —la llamada vendimia heroica—, y monasterios románicos embutidos en la frondosidad forestal, como el de Santa Cristina, del siglo X, estrena este otoño su reciente condición de reserva de la biosfera, concedida el pasado 15 de septiembre por el consejo internacional del programa Man and the Biosphere (MaB) de la Unesco.Luis Prado (getty)
Bautizada como Ribeira Sacra y Sierras del Oribio y Courel, esta nueva reserva de la biosfera —la séptima que la Unesco reconoce en la comunidad gallega— abarca un total de 306.534 hectáreas y 23 municipios de Ourense y Lugo, e invita a ser contemplada desde diferentes perspectivas. Para empezar, desde lo más alto, ya que sumando los ‘miradouros’ habilitados en los cañones del Sil —que en algunos puntos alcanzan los 500 metros de altura— y del Miño, la ‘ribeira’ cuenta con una red de hasta 35 oteaderos, algunos tan espectaculares como el de Castro (en la foto). Más información: turismo.ribeirasacra.orgFernando Saco (getty)
La siguiente perspectiva imprescindible de la Ribeira Sacra llega a ras del agua, navegando, por ejemplo, a bordo de uno de los cruceros que surcan las remansadas aguas del río Sil, gracias a la presa de Santo Estevo. A poca distancia de esta, desde el embarcadero homónimo, zarpan los cruceros en catamarán que discurren por este sinuoso cañón, y en los que un guía va explicando a los tripulantes las curiosidades de la geología, la flora y la fauna de la zona. Por ejemplo, los jabalíes ‘nadadores’ que cruzan las aguas del Sil en busca de las dulces uvas que crecen en los verticales viñedos acostados en las pendientes que jalonan ambas orillas del cauce, sin duda, uno de los grandes atractivos visuales de la travesía. Más información: catamaranesribeirasacra.comLuis Vilanova (alamy)
Así llamada por la compleja orografía a la que se enfrentan los viticultores en esta región, cuyas extensiones de viñedos salpican los escuetos e inclinados paños de terreno que conceden los cañones fluviales de la Ribeira Sacra (algunos rozan los 40 grados de inclinación), la vendimia heroica es, entre los meses de septiembre y octubre, uno de los grandes atractivos visuales y enológicos de la región. Después de contemplar los aterrazados bancales de vides desde el barco —algunos de ellos tan escarpados que solo son accesibles desde el agua—, se puede rematar la experiencia visitando alguna de las bodegas de la zona para conocer, más de cerca, las peculiaridades de la labor vitivinícola en estos paisajes, que es totalmente artesanal exceptuando el empleo, de forma puntual, de carriles (en la foto) para el traslado de las cajas repletas de uvas. Más información: turismo.ribeirasacra.orgLuis Camarasa (getty)
Para reposar de tanto atracón paisajístico y de la experiencia enológica, nada como detenerse en el monasterio de Santo Estevo de Ribas de Sil, hoy convertido en Parador, bien para hacer noche, bien para tomarse un descanso en su acristalada terraza interior mientras contemplamos el claustro principal (renacentista, del siglo XVI) de este cenobio, cuyas primeras referencias documentadas se remontan, sin embargo, al siglo X. Si solo estamos de paso, conviene dedicar un buen rato al lugar. Merece la pena entrar en su iglesia de cabecera románica para contemplar un peculiar retablo pétreo, único en su género, que algunos datan en el siglo XII; pasar al interior del complejo (en la foto), permitido a los no huéspedes, para ver el claustro interior (en el que confluyen arquitecturas románica y gótica, y cuya planta superior suele acoger exposiciones), o dar un tranquilo paseo por el bosque posterior de la finca, donde entre árboles centenarios surgen los gruesos muros en ruinas de antiguas estancias del monasterio, como el horno de piedra donde elaboraban pan. Más información: parador.esJorge Tutor (alamy)
Santo Estevo puede iniciar una ruta particular dentro de la Ribeira Sacra dedicada a sus monasterios románicos. Como el de San Pedro de Rocas y su icónica espadaña levantada sobre un monolito de piedra, o el de Santa Cristina de Ribas de Sil (en la foto). Semioculto en la espesura de un 'souto' de castaños, y abandonado tras la desamortización, este cenobio de gran relevancia local en la Edad Media invita a regodearse —si tenemos suerte con el inevitable trasiego turista— en el silencio que envuelve las arcadas de su claustro (del que solo se conservan dos alas). También a deambular sin prisa por sus estancias, y a detenerse ante los murales renacentistas que decoran el ábside central de su iglesia. Más información: paradadesil.esgetty images
En la Ribeira Sacra conviene echar el pie a tierra para contemplar en primera fila el paisaje que define su orografía de angostos y profundos desfiladeros fluviales. Una buena elección para ello es la ruta senderista del cañón del río Mao, que propone un cómodo paseo por un sistema de pasarelas de madera que se elevan sobre su cauce y discurren, a tramos, por un fresco bosque de robles y castaños hasta las playas fluviales del Mao. La caminata, que parte desde una antigua central hidroeléctrica reconvertida en albergue —la Fábrica de luz—, forma parte de un itinerario circular más largo y exigente (PR-G 117) que asciende hasta la necrópolis medieval en San Vitor de Barxacova y sus tumbas antropomorfas y ofrece buenas panorámicas de los cortados del Sil y el punto donde el Mao vierte a este sus aguas, en Barxacova. Si quedan más ganas de caminar, desde esta aldea un sendero local que discurre a media ladera por encima del Sil conecta con el pueblo de Rabacallos y, desde ahí, con otro sendero circular (PR-G 98) que con inicio y final en Parada de Sil pasa por el famoso mirador de los Balcones de Madrid y el escondido monasterio de Santa Cristina. Más información: afabricadaluz.comJ. Pastor
El turismo activo en la Ribeira Sacra ofrece más alternativas. Como travesías en kayak por el cañón del Sil desde sus principales embarcaderos: el ya citado de Santo Estevo y, hacia el este, los de Abeleda y Doade, situados casi uno frente al otro. Resulta interesante lanzarse a remar desde estos últimos porque, hacia el oeste, se alcanza la desembocadura del río Mao (cuyo curso incluso se puede remontar), y hacia el este, aunque ya no se vislumbran viñedos tapizando en las escarpaduras del cañón, la canoa se desliza por aguas totalmente en calma (los catamaranes no navegan este tramo) y, además, llegaremos paleando hasta el meandro de A Cubela, punto donde el Sil traza un vistoso zigzag fluvial. También hay muchas posibilidades en la zona para los amantes de la bici. El Centro BTT Ribeira Sacra ofrece información sobre rutas, servicios de alquiler y puntos de acogida de bicicletas para recorrer pedaleando estos maravillosos paisajes. Más información: turismo.galL. Prado (getty)