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Geometría del color

En el barcelonés barrio de Poblenou, en la última planta de un edificio industrial de tres alturas, se encuentra la casa-estudio del diseñador Diego Ramos Carrascosa. Un espacio diáfano habitado por un collage de recuerdos y piezas únicas.

Rincón de la casa con la silla Mackintosh, sobre la que cuelga el aplique Moto de Jean-Baptiste Fastrez (de Moustache). La lámpara roja es una creación de Diego Ramos.La primera referencia que el diseñador, comisario y profesor Diego Ramos cita a la hora de hablar de su casa es Dogville (2003). Al igual que en aquella película de Lars von Trier, donde las calles y las casas estaban dibujadas a tiza en el suelo, en su casa-estudio son elementos como las alfombras, los armarios, las plantas o las cortinas los que van haciendo cortes y diferenciando ambientes.
César Segarra
El diseñador se sienta sobre la mesa del salón, hecha en conglomerado de espuma reciclado. En la pared, una obra de Raquel Quevedo. La alfombra es un retal sobrante de una exposición.Ramos tenía claro que quería conservar el carácter diáfano de la vivienda, que tan solo presenta la inevitable ruptura de planos de la planta de abajo (vivienda) y la de arriba (estudio). “Mi intención era no hacer particiones ficticias levantando muros, que todo fuera muy natural y conservara el espíritu industrial”, explica Ramos.
César Segarra
En la cocina, la silla del comedor con forma de culo es de Ramón Úbeda y Otto Canalda. El tiesto que se ve en primer término está hecho con planchas metálicas de las maletas Rimowa. Al fondo, detrás de las puertas correderas a rayas se esconden la lavadora, el horno, el almacenamiento de menaje… La escalera lleva a la planta de arriba, donde se sitúa el estudio.“Llevo aquí menos de un año y es un espacio que ha cambiado y que va a seguir haciéndolo. Esta casa es muy flexible, y eso me interesa mucho”.
César Segarra
Una pieza de los ilustradores Brosmind cuelga en la pared; en la estantería, una lámpara prototipo del propio Ramos y distintas piezas que el diseñador ha ido recopilando.Tan flexible como para ir incorporando mucha de la trayectoria profesional y vital de Ramos.
César Segarra
Vista de la trasera del armario que sirve para delimitar el dormitorio. La pieza colgada de la izquierda es de Maria Pratts. A la derecha, una obra de una estudiante que Ramos adquirió en una visita a la Semana del Diseño de Eindhoven. En el mueble repisa se juntan un jarrón de Ana Amorós, una lámpara de Jaume Ramírez, una pieza de Jaime Hayon, un jarrón curvo de los hermanos Bouroullec, una pieza de Sottsass y un Micos de El Último Grito.Algunos de los objetos y muebles provienen de proyectos de interiorismo, del comisariado de exposiciones, de prototipos…
César Segarra
El estudio. Las cortinas, además de para separar espacios, sirven para controlar la temperatura y ejercer un cierto control térmico.“Hay mucho en esta casa de material que ha sobrado, de retales, de obras que he hecho, de proyectos de alumnos. Son guiños a mi trabajo de los que solo yo soy consciente”. El mejor y más vivido de los reciclajes
César Segarra
Una pieza de Guillermo Santomá de una colección que presentó en Madrid en el Museo Cerralbo. Debajo, un fluorescente del artista Jochen Holz.César Segarra
Un póster de David Shrigley decora el dormitorio. El cabecero de la cama es una pieza heredada de los anteriores dueños ligeramente modificada. La alfombra marca el límite del espacio. “Es el colmo de la limpieza y la sencillez”, dice Ramos sobre esta forma de dividir ambientesCésar Segarra
Primer plano de la luminaria roja y portátil diseñada por Ramos. “Se me rompió una lámpara y de unos escaparates que había hecho con este elemento redondo de metacrilato espejo hice este invento. Retroilumina y le da un ambiente muy cálido a la habitación”, dice.César Segarra
Terraza de la planta de arriba, situada justo frente a la mesa del estudio.César Segarra
“Antiguamente el espacio era la casa estudio de un artista gráfico, Patrick Thomas. Cuando se fue a vivir a Berlín, separaron el local de la última planta en dos espacios, así que la entrada es común, ya que comparto edificio con un arquitecto que tiene un estudio al lado del mío. Me traje muchas plantas de mi casa anterior, en la que tenía una terraza muy grande. Me gustaba esta entrada tan verde. Da mucha alegría y ayuda a desconectar del trabajo”, explica Ramos.César Segarra