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La historia de la casa de Benedetta Tagliabue

En los noventa, la arquitecta se enamoró de este almacén del Barri Gòtic de Barcelona y lo compró junto a su entonces marido, el también arquitecto Enric Miralles. Desde entonces, lo habita y rehabilita poco a poco manteniendo elementos que datan de la Edad Media.

Luminosa estancia para tocar el piano decorada con una alfombra persa, lámparas de papel, dos mesitas bajas de inspiración japonesa, un sillón y un puf de Charles & Ray Eames y, al fondo, una estufa en mayólica tirolesa.“Una casa como esta no terminas de rehabilitarla nunca y eso es parte de su encanto”. Benedetta Tagliabue (Milán, 1963) compró esta vivienda del centro de Barcelona junto a su entonces marido, Enric Miralles (el arquitecto catalán falleció en el año 2000), en los años noventa. Entonces estaba abandonada y se había usado como almacén, de ahí que apenas tuviera paredes. Treinta años después es un hogar en el que sus habitantes se transforman según sus necesidades. “Fue un esfuerzo muy personal, nos adaptamos a vivir en una obra inacabada”. Para solventar la falta de muros, la pareja hizo particiones a través de puertas de madera que diseñaron artesanalmente junto a un amigo que trabajaba este material. Al rascar las paredes, encontraron diferentes niveles de capas de las generaciones anteriores que decidieron dejar a la vista entre las rayas blancas que pintaron encima. “Nos dimos cuenta de que la casa revelaba muchas vidas”, dice Tagliabue. Nada tiene un valor intrínseco muy alto, asegura la italiana, pero cada elemento encontrado cuenta la historia del lugar desde la Edad Media hasta la actualidad.César Segarra
Benedetta Tagliabue, sentada en un sillón de piel tipo Chester frente a una pared con varias capas de pinturas decorativas de diferentes generaciones.César Segarra
A esta habitación se la conoce como la sala de los arcos por las arquerías góticas que se encontraron durante la reforma detrás de un tabique. Benedetta Tagliabue y Enric Miralles decidieron conservarlas con todas sus imperfecciones para mantener viva la historia de la casa. Los cuadros son frescos recuperados del jardín de la misma vivienda.César Segarra
El escritorio de esta estancia dedicada al dibujo y la creación lo diseñaron Benedetta y Enric en 1993 expresamente para este lugar, y está pensado para que en él dibujen cómodamente dos personas pudiendo mirarse a la cara y mantener conversaciones.César Segarra
Sala de estar decorada con un sofá Chester, un sillón italiano de los años sesenta y una obra textil de origen africano de la tribu de los pigmeos. Bajo el cuadro de tela hay una foto de la artista Sam Taylor- Wood junto a otra de Margherita Vaghi, prima de Benedetta.César Segarra
La mesa, otro diseño de la pareja, puede usarse en más de 20 posiciones. La pared está pintada con rayas que dejan ver restos de decoraciones murales anteriores. La lámpara es de José Antonio Coderch y la alfombra está hecha con baldosas antiguas de la casa.César Segarra
El dormitorio principal tiene vistas al jardín. El cabecero de rayas, obra de la pareja de arquitectos, se funde con las rayas murales que Tagliabue y Miralles pintaron en las paredes de la vivienda.César Segarra
El jardín de la casa está presidido por una pintura de Barbara Hines, pintora y amiga de Benedetta Tagliabue, integrada entre los árboles y la vegetación.César Segarra
Las mesas de madera de la biblioteca están hechas con troncos de árboles. La doble altura de esta estancia se logró renunciando al piso superior y dejando las antiguas vigas vistas.César Segarra
La casa tiene una peculiar piscina cubierta, que cuenta con una chimenea que ya existía cuando la compraron y que decidieron conservar cuando se plantearon su construcción. Al fondo de la estancia cuelga una pintura de Alex Duncan.César Segarra