La UE pide a España que forme a 1,5 millones de empleados con perfil tecnológico en seis años
Las universidades y centros de FP deben ampliar la oferta, atraer a las mujeres y reciclar profesionales para contribuir al objetivo europeo de 10 millones de trabajadores más en nuevas tecnologías en 2030
Las nuevas tecnologías no se crean en Europa, sino en Estados Unidos, China e India, que no solo forman profesionales, sino que atraen talento de medio mundo. Un asunto que preocupa sobremanera a Bruselas, que se ha propuesto llegar a tener 20 millones de trabajadores TICs en 2030. Este año no alcanza la mitad de esta cifra (9,8 millones de perfiles tecnológicos, un 4% más que en 2022) y en España el panorama es aún menos halagüeño: aporta 915.000 y tendrá que formar o reciclar de otros campos en seis años a otro millón y medio de expertos en informática, no solo universitarios, sino de FP. Pa...
Las nuevas tecnologías no se crean en Europa, sino en Estados Unidos, China e India, que no solo forman profesionales, sino que atraen talento de medio mundo. Un asunto que preocupa sobremanera a Bruselas, que se ha propuesto llegar a tener 20 millones de trabajadores TICs en 2030. Este año no alcanza la mitad de esta cifra (9,8 millones de perfiles tecnológicos, un 4% más que en 2022) y en España el panorama es aún menos halagüeño: aporta 915.000 y tendrá que formar o reciclar de otros campos en seis años a otro millón y medio de expertos en informática, no solo universitarios, sino de FP. Para asumir este enorme reto, hace dos años y medio Bruselas encargó a un grupo de expertos de la UE hacer un diagnóstico del escenario y parte de sus conclusiones se debatieron este jueves en un acto en la capital española, pues uno de los socios del consorcio es la Universidad Politécnica de Madrid (UPM).
Bruselas quiere asegurarse de que al menos el 80% de la población domine las habilidades digitales básicas y el 83%, según una encuesta, admite que las necesita para su día a día. “La cuestión es que hoy en día la tecnología ya es transversal a todos los sectores”, explica Ernestina Menasalvas, catedrática de Informática de la UPM, por lo que no vale con formar a muchos ingenieros o técnicos de FP. “En el periodismo, la agricultura, la medicina... vamos a necesitar personas con capacidades digitales. Igual que en la Revolución Industrial, la sociedad en su conjunto tiene que adquirir habilidades [en mayor o menor grado]”. Estos conocimientos no incluyen solo la inteligencia artificial, que ocupa todos los titulares y cuya demanda se va a cuadriplicar antes de 2030, o la ciberseguridad que está frenando su crecimiento desmedido, sino la business intelligence, que se vale de los datos para optimizar el rendimiento de un negocio. “Hay que entender mínimamente la tecnología para que cuando se hable de ella no genere los miedos que hay ahora”, remarca Menasalvas. Apenas el 11% de las empresas forman en TICs a sus empleados y la mayoría son grandes compañías.
“Es un gran desafío, no solo para las universidades españolas. Todo el mundo está buscando talento en todas partes y eso genera una gran una competencia”, reconoció en el encuentro el secretario general de Universidades de España. Los campus deberían tener un “papel clave en la reconversión a través del uso de microcredenciales [cursos cortos de especialización]”, argumentó José Manuel Pingarrón, preocupado por una encuesta europea que estima que el 23% de la población piensa que la digitalización dificulta su vida. “No es una opción, la digitalización es absolutamente obligatoria y hay que convencer a la gente de que hará su vida más fácil”. Apenas el 4,2% de los que se gradúan en las universidades europeas tienen una formación TIC y el 60% de las empresas que quieren reclutar especialistas tienen problemas.
“La única manera de acercarse a la cifra de 20 millones es consiguiendo que más mujeres se interesen por estos esos temas. No podemos vivir de espaldas a la mitad de la sociedad. Solo un 13% de los titulados en TICs en FP son mujeres”, subraya el catedrático de la UPM Juan José Moreno, también involucrado en el proyecto. Las cifras no son mejores en la universidad, ni a nivel europeo. En el grado de Ingeniería Informática y sus variantes había matriculados 62.000 alumnos el curso pasado en España (frente a los 45.000 de 2015), y apenas 10.000 eran mujeres. La UE está dedicando partidas millonarias a cofinanciar másteres entre países. Por ejemplo, la Politécnica de Cataluña tiene un posgrado con socios de tres países para digitalizar pymes con un presupuesto de 12,5 millones de euros.
Y hay ejemplos más preocupantes, como el grado superior de FP de Sistemas de Telecomunicación e Informática: 5.105 hombres y 386 alumnas. “Señoras, todas necesitamos convertirnos en modelos a seguir para asegurarnos de que las niñas se embarquen en esto. Y estoy muy feliz de que vaya a haber una lucha específica para profundizar en eso”, se dirigió al auditorio madrileño Rehana Schwinninger-Ladak, jefa de la unidad de tecnologías interactivas y digitales para la educación y la cultura de la UE. Y recordó que, cuando ellas estudian una carrera tecnológica, no suelen ocupar los puestos directivos.
Más mujeres y jóvenes
“Y otra dimensión importante es cómo aseguramos que los jóvenes se interesen en las TIC. ¿Cómo nos aseguramos de que no solo sean consumidores de habilidades, sino que realmente sean cocreadores, que sepan dominar esas habilidades avanzadas?”, se preguntó Schwinninger-Ladak. Se necesitan más y con convergencia entre sexos, pues solo el 19,4% de los especialistas TIC son mujeres.
A los expertos les desespera la burocracia para crear cualquier titulación universitaria. “Si se tardan 18 meses en poner en marcha un grado, esto cambia tanto que en ese tiempo ya hay alguna asignatura que quieres cambiar”, ejemplifica Menasalvas. Por eso, en sus conclusiones, que se publicarán en unas semanas, los expertos pedirán agilizar los plazos. El irlandés Brendan Rowan, de la consultora BluSpecs (organizadora del acto), precisa que la lentitud en la acreditación no es un problema estrictamente español, se repite por todo el continente, porque para sorpresa de los expertos españoles su país comparte los mismos problemas con el resto de Europa. Quizás, apunta Rowan, debería estudiarse el caso de Dinamarca, donde la Administración valida a los institutos y las universidades y estas pueden autorizar directamente las titulaciones. “Hay un marco de confianza”.
Barrer las acreditaciones, creen, no puede ser la solución. Ya hay demasiado gato por liebre. “Las empresas no tienen ningún problema en valorar y reconocer los títulos universitarios; pero si llega alguien, por ejemplo, de FP, y se quiere formar en big data, en Google le salen miles de opciones. Entonces, ¿qué criterio va a seguir para apuntarse a un curso de calidad?”, se pregunta Ana María Moreno Sánchez-Capuchino, investigadora principal del proyecto junto a Menasalvas. “Y, por otra parte, en los departamentos de recursos humanos, ¿cómo van a saber qué curso es bueno y cuál es malo? Una de las cosas que hemos identificado en el proyecto es la necesidad de un control y unos criterios mínimos de calidad para que los interesados y las empresas. Se necesita que haya un marco regulatorio y los cursos tengan que acreditarse. Hay mucho oportunista que pone de título ChatGPT, hace un vídeo y lo vende”.
Hasta hace ocho años no eran muchos los que querían estudiar Ingeniería Informática y en muchas universidades los cupos no se llenaban hasta septiembre en España. Ahora es, junto a Matemáticas y Estadística, la carrera de moda que muchos quieren estudiar y las privadas, rápidas en responder, como en su día hicieron con Ingeniería de Telecomunicaciones que están quitando, no paran de abrir grados en Inteligencia Artificial ―ya hay 13 y muchas en marcha, contando las públicas―, Computación, Ciencia de Datos...
Los expertos debaten también la posibilidad de contratar a profesionales prejubilados pronto en grandes compañías para que impartan horas de clase en Formación Profesional, donde hay una carencia enorme de profesorado. Solo los informáticos muy vocacionales están dispuestos a dedicarse a la docencia, que no puede competir en sueldos con el mercado privado. También la universidad comienza a tener problemas.
El tiempo pasa rápido y en año y medio los conocimientos se quedan desfasados, así que la tarea es ingente y quizás demasiado ambicioso.
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