Turbulencias financieras

La renta fija ejerce de activo diversificador gracias a su mayor nivel de rentabilidad

Un ‘trader’ en la Bolsa de Nueva York.Reuters

Ha pasado ya casi un mes desde el inicio del episodio de turbulencias asociado a la quiebra de Silicon Valley Bank (SVB) y la compra de Credit Suisse (CS) por parte de UBS. Los errores de gestión del riesgo de tipo de interés y de comunicación (SVB), así como la crisis de confi...

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Ha pasado ya casi un mes desde el inicio del episodio de turbulencias asociado a la quiebra de Silicon Valley Bank (SVB) y la compra de Credit Suisse (CS) por parte de UBS. Los errores de gestión del riesgo de tipo de interés y de comunicación (SVB), así como la crisis de confianza (CS) en unas pocas entidades contrasta con el riesgo de crédito generalizado de hace quince años. Pero es que, además, a diferencia de ahora, la actuación de las autoridades económicas y monetarias fue lenta, tanto porque se necesitó tiempo para entender el problema como para diseñar las herramientas para tratar de solucionarlo y mitigar su daño, así como para poder aplicarlas superando todas las exigencias legislativas. Otra diferencia significativa: en el momento actual, un buen número de bancos (la mayoría), muchos de ellos de gran tamaño, están en una posición de liquidez, rentabilidad y solvencia que permite “salir al rescate” del resto.

Es obvio que las tensiones financieras suponen un cambio en el entorno económico global, aunque todavía es pronto para medir el impacto en términos de crecimiento —y dependerá de la duración y la intensidad de este episodio de turbulencia— es lógico anticipar una pérdida de dinamismo. Ahora bien, conviene recordar que los últimos indicadores de sentimiento empresarial apuntaban a una mejoría del ciclo en el arranque de 2023. Tanto el BCE como la OCDE han elevado sus previsiones de crecimiento del PIB (es decir, el punto de partida era mejor de lo esperado). La OCDE sitúa su previsión de crecimiento para el PIB global en el 2,6% y el 2,9% en 2023 y 2024, respectivamente (desde el 2,2% y el 2,7%).

En las próximas semanas tendremos que dar respuestas a las preguntas que nos han surgido: ¿es transitorio el episodio de turbulencia?, ¿cuántas decisiones de consumo e inversión se han pospuesto?, ¿cuál va a ser el endurecimiento de las condiciones de financiación bancaria y en el mercado de capitales tras el aumento de la aversión al riesgo?, ¿será más que compensado por la cesión de los tipos de interés libre de riesgo que se ha producido?, ¿hemos asistido a la finalización del proceso de subidas de tipos de los bancos centrales? Demasiadas preguntas para un mercado bursátil que cotiza en ratios de valoración en línea con la media histórica y que se enfrenta a un crecimiento de los beneficios esperados de apenas el 1%-3%. Lo que sí se ha puesto de manifiesto en el reciente episodio de turbulencias es que ahora, por fin, la renta fija (y en especial la deuda pública con duración) ejerce de activo diversificador gracias a su mayor nivel de rentabilidad y a la constatación de que si se produce una crisis financiera o una recesión, ahora sí los bancos centrales bajarán los tipos de interés. Y ello gracias a que la inflación, aunque a ritmo más lento de lo deseado, continuará cediendo los próximos meses.


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