NECROLÓGICAS

En memoria de José Francisco Peña

La muerte de José Francisco Peña Gómez es una pérdida lamentable, y aunque parezca extraño decirlo, también una ganancia. Pérdida, porque nunca más podremos contar con su corazón, su palabra, su coraje y su inteligencia. Ganancia, por la herencia que nos deja como un llamado permanente a la consecuencia.Sabíamos que se nos iba, pero hoy es difícil aceptar que ya no esté con nosotros. Él, que siempre fue el primero, el mejor. Obrero acucioso de la construcción democrática; líder político generoso y sin temores; estadista de visión larga y análisis vigoroso. Buen amigo para los amigos y hombre b...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

La muerte de José Francisco Peña Gómez es una pérdida lamentable, y aunque parezca extraño decirlo, también una ganancia. Pérdida, porque nunca más podremos contar con su corazón, su palabra, su coraje y su inteligencia. Ganancia, por la herencia que nos deja como un llamado permanente a la consecuencia.Sabíamos que se nos iba, pero hoy es difícil aceptar que ya no esté con nosotros. Él, que siempre fue el primero, el mejor. Obrero acucioso de la construcción democrática; líder político generoso y sin temores; estadista de visión larga y análisis vigoroso. Buen amigo para los amigos y hombre bueno para todos. Dispuesto siempre al consejo positivo y al aliento necesario; maestro de la tolerancia. Constructor del socialismo democrático en el continente; los bolivianos lo reconocemos como nuestro por su permanente solidaridad en la lucha por la democracia.

Dominicano entre los mejores, era fiel expresión de su patria, del Caribe; así lo veíamos desde cualquier rincón de América Latina: mástil erguido, profundo y luminoso. En realidad, José Francisco Peña Gómez fue siempre el presidente en el corazón de la mayoría de los dominicanos.

Archivado En