China
Se fue Blas de Otero a China a orientarme un poco", señaló e igual ha hecho el ministro Saavedra mientras dejaba en ciernes un proyecto de seudoamnistía perpetua para este Gobierno y su mala sombra. Mientras tanto, el proyecto circulaba por la geografía de los escándalos y hasta el convergente Molins ya le daba el visto bueno, por el vicio de decir amén, amén, amén a cualquier propuesta de sus asociados socialistas, cuando la Barbarella rubia del equipo de Belloch dijo no, y todo conducía a la evidencia de que el biministerio del Orden y la Justicia no iba a tragarse ese sapo. Y fue entonces.F...
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Se fue Blas de Otero a China a orientarme un poco", señaló e igual ha hecho el ministro Saavedra mientras dejaba en ciernes un proyecto de seudoamnistía perpetua para este Gobierno y su mala sombra. Mientras tanto, el proyecto circulaba por la geografía de los escándalos y hasta el convergente Molins ya le daba el visto bueno, por el vicio de decir amén, amén, amén a cualquier propuesta de sus asociados socialistas, cuando la Barbarella rubia del equipo de Belloch dijo no, y todo conducía a la evidencia de que el biministerio del Orden y la Justicia no iba a tragarse ese sapo. Y fue entonces.Fue entonces cuando descendió de los cielos la voz de Felipe González para sembrar tantas dudas como claridades. Empecemos por las segundas: ese proyecto no ha seguido el trámite pertinente. Dudas: ¿y si hubiera seguido el trámite pertinente? No ha dicho el presidente del Gobierno que esté en contra del proyecto, sino de su itinerario, con lo que descoloca a Saavedra por torpe sin enfrentarse al fortín bellochista frente a frente. Pero los peatones de la historia e incluso los consumidores de la historia nos quedamos con la duda de si el penúltimo escándalo ha sido una trampa o un test. Una de las trampas que al parecer se están tendiendo los distintos signos zodiacales, escorpiones al frente, que hay en el Gobierno o un test para ver cómo acogía el personal el anuncio del apaño.
Desairado el papel del señor Molins, opinante antes de que Felipe González y Jordi Pujol se telefonearan, y no digamos ya el de Saavedra, al que sólo le falta que el ministro de Asuntos Exteriores de la República Popular China declare que allí no conocen a ningún Saavedra. Un nuevo enigma laosiano. ¿Dónde estaba Saavedra mientras Molins acogía comprensivamente su proyecto y Felipe González se subía por las paredes del limbo?
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