Jannik Sinner, el impasible rey en su burbuja
El número uno encara a Fritz en la final de Nueva York tras superar una dura prueba mental por su positivo. “Siento que voy a ganar”, asegura su adversario
No es fácil descifrar a Jannik Sinner, lo que en términos tenísticos se traduce en una extraordinaria virtud. 15-0, antes de empezar. Se desconoce si al número uno le gusta el póquer, pero dadas sus condiciones y su personalidad bien podría sentarse en una mesa y hacer diabluras con las cartas, con ese semblante y ese gesto eternamente neutros que confunden a cualquiera. En ocasiones, muchas, constantemente en realidad, parece no sentir ni padecer, y para muestra la escena reflejada en el cruce de semifinales contra el inglés Jack Draper, en el que el italiano sufrió una mala caída y se lastim...
No es fácil descifrar a Jannik Sinner, lo que en términos tenísticos se traduce en una extraordinaria virtud. 15-0, antes de empezar. Se desconoce si al número uno le gusta el póquer, pero dadas sus condiciones y su personalidad bien podría sentarse en una mesa y hacer diabluras con las cartas, con ese semblante y ese gesto eternamente neutros que confunden a cualquiera. En ocasiones, muchas, constantemente en realidad, parece no sentir ni padecer, y para muestra la escena reflejada en el cruce de semifinales contra el inglés Jack Draper, en el que el italiano sufrió una mala caída y se lastimó la muñeca izquierda. Al ser atendido, sin embargo, ni frío ni calor; ni una sola mueca ni un solo signo que revelase el dolor. En el fondo, más de lo mismo de lo sucedido a lo largo de estas tres últimas semanas, en las que el número uno, puro hielo, ha reaccionado al impacto del anuncio de su positivo —clostebol, marzo, Indian Wells— con un asombroso blindaje mental que le ha guiado hacia la final.
Como si nada hubiera pasado, Sinner asistirá al duelo de hoy (20.00, Movistar+) contra el estadounidense Taylor Fritz en franca posición para adjudicarse el título, que significaría su segundo Grand Slam. De menos a más, cada vez más entonado y habiendo alcanzado ese ritmo que tritura progresivamente a los rivales en el peloteo, da la sensación de que el italiano depende casi por completo de sí mismo para intentar hacerse con el nuevo logro, que llegaría en esta extraña atmósfera que ha envuelto el torneo. Carlos Alcaraz y el serbio Novak Djokovic desaparecieron muy pronto del mapa —segunda y tercera ronda—, Alexander Zverev pinchó más adelante —cuartos— y él mismo apeó al elemento más corrosivo que quedaba en el trazado, Daniil Medvedev. Así pues, solo le queda un paso para dar con el premio y redondear una temporada histórica a la que, sin embargo, le acompañará el borroso episodio del dopaje.
Lo de Sinner estos días ha sido, ante todo, un verdadero ejercicio de abstracción, una prueba de fortaleza mental que el de San Cándido, templado siempre como pocos, ha superado con nota. “He ido día a día, sin muchas expectativas, tratando de encontrar mi juego y mi ritmo”, concedía después de batir a Draper y de alimentar su fabuloso registro de victorias este año en los grandes; con 22, más que ninguno. Una más le otorgaría su sexto trofeo del curso, segundo major tras el Open de Australia de enero, pero antes deberá sortear la resistencia de Fritz, aspirante a terminar con la sequía estadounidense en el terreno masculino: 21 años. El californiano, ya entre los diez más fuertes del circuito, contrapondrá el arma de su servicio porque en ningún caso le interesa enzarzarse en los intercambios; conforme más largos, más a perder para él, tipo tenaz donde los haya.
Los datos transmiten una perseverancia y una fe difíciles de igualar. En concreto, el estadounidense ha tenido que desfilar por 33 grandes torneos antes de alcanzar su primera final, marca únicamente superada desde que comenzase la Era Abierta (1968) por David Ferrer (42), Stanislas Wawrinka (36) y Kevin Anderson (34). “Sé que enfrentarse al número uno nunca es sencillo, pero siempre me he sentido bien cuando he jugado contra él: de algún modo, es como si su ritmo de bola me favoreciera. Generalmente juego bien contra él”, recalca Fritz, de 26 años, tres más de los que tiene Sinner (23); “siempre que nos hemos enfrentado he disfrutado del partido. Así que tengo la sensación de que voy a salir ahí, de que voy a jugar muy bien y de que voy a ganar. Cuando hago mi mejor tenis, me considero lo suficientemente bueno como para ser campeón”.
Cadera y amigdalitis
Lógicamente contará a su favor con el respaldo local, teniendo en cuenta, además, que hasta ahora la grada neoyorquina no se ha manifestado en torno a Sinner. Ninguna alusión. Neutralidad, como él. En cambio, sí lo han hecho durante estas tres semanas diversos compañeros del circuito o la rumana Simona Halep, quien denuncia un trato de favor hacia el líder actual de la ATP. “Es evidente que se juzgó de manera completamente distinta a mi caso”, lamenta la exnúmero uno, sancionada cuatro años por roxadustat, un medicamento que incrementa la oxigenación en la sangre. Tras recurrir al Tribunal de Arbitraje del Deporte (TAD), el castigo se redujo a nueve meses; “sufrí mucho y no creo que fuera justo que no se me permitiera competir durante tanto tiempo. Todos los deportistas deberían ser tratados con igualdad, independientemente de su ranking”.
Entre bastidores, la mayoría de los profesionales confían en la inocencia de Sinner, pero cuestionan el proceder de la ATP y el oscurantismo del caso. Desde que se disparó el chivato de Indian Wells, el italiano se ha hecho con tres títulos (Miami, Halle y Cincinnati), que este domingo podrían ser cuatro. Al mismo tiempo, el tenista renunció en esa franja de casi medio año a varias citas debido a unos problemas de cadera, y a los Juegos de París por una indisposición —amigdalitis, según la versión oficial— de última hora. “No he hecho nada mal, siempre he respetado las normas antidopaje”, afirmó a su llegada a Flushing Meadows, incidiendo en que la “contaminación” procedía, como en su día explicó a los responsables de la Agencia Internacional de Integridad del Tenis (ITIA), de una crema que empleó su fisio para curar un corte en la mano.
“Ojalá tenga un buen torneo”, deseó. Y así ha sido. Entró en falso, cediendo el primer parcial que disputó, ante Mackenzie McDonald, pero ha ido cogiendo carrerilla y a estas alturas parece improbable que Fritz pueda frenarle. En todo caso, sus encuentros se han resuelto en tablas: 1-1, las dos veces en Indian Wells, la dos sobre pista dura. No obstante, la evolución de Sinner desde 2021, cuando cedió, ha sido realmente exponencial. Si entra en calor, su derecha es prácticamente incontenible y solo Alcaraz y Medvedev han logrado que se incline en un major; fue en Roland Garros y Wimbledon. Ahora, desde esa discreta atalaya, asoma otra vez con fuerza. Y, en medio de todo el ruido y de toda la tensión, dentro de su burbuja, Sinner ha continuado ganando y sorteando rondas a su manera: sin pestañear, sin ofrecer señales de abatimiento o debilidad. Al revés. Gélido él. El póquer, tal vez, no se le dé nada mal.
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