Nadal, la guinda del pastel geoestratégico de Arabia Saudí con el deporte
El fichaje del español como embajador proyecta el ambicioso plan expansivo del país asiático, que por medio del tenis busca potenciar el lavado de imagen que ya ha iniciado con el fútbol, el golf o la F-1
El informe 2022-2023 elaborado por Amnistía Internacional sobre Arabia Saudí asocia al país a conceptos como “tortura”, “malos tratos”, “abusos”, “violaciones”, “discriminación de la mujer”, “ejecuciones colectivas”, “desalojos forzosos”, “persecuciones”, “juicios arbitrarios e injustos”, “condiciones inhumanas”, “actuación deficiente contra la crisis climática” o “pena de muerte”, entre otros muchos que atentan directamente contra los derechos humanos fundamentales. No parece, sin embargo, que constituyan obstáculo alguno para que el mundo del deporte, negocio y más negocio, se haya zambullid...
El informe 2022-2023 elaborado por Amnistía Internacional sobre Arabia Saudí asocia al país a conceptos como “tortura”, “malos tratos”, “abusos”, “violaciones”, “discriminación de la mujer”, “ejecuciones colectivas”, “desalojos forzosos”, “persecuciones”, “juicios arbitrarios e injustos”, “condiciones inhumanas”, “actuación deficiente contra la crisis climática” o “pena de muerte”, entre otros muchos que atentan directamente contra los derechos humanos fundamentales. No parece, sin embargo, que constituyan obstáculo alguno para que el mundo del deporte, negocio y más negocio, se haya zambullido de cabeza en el plan expansivo del rey Salmán bin Abdulaziz, que en el estratégico programa Visión 2030 —impulsado en 2016 por su hijo y vicepríncipe heredero, Mohamed Bin Salmán, señalado internacionalmente por el asesinato del periodista Jamal Khashoggi—, incluyó a la competición y a sus protagonistas como eje económico esencial: el balón, la pelota, los palos de golf o el caucho de los neumáticos. Éxito garantizado. Una excelente maniobra promocional y de blanqueamiento expresada en una colección de cromos.
Lionel Messi, Karim Benzema, Neymar, Cristiano Ronaldo. Recientemente, el español Jon Rahm, seducido por los 500 millones de euros que encontró sobre la mesa. La escudería Aston Martin, con la petrolífera Aramco luciendo en la pechera del mono del asturiano Fernando Alonso. Fútbol, boxeo, fórmula 1, Dakar, los Juegos Asiáticos de Invierno. Y ahora también, Rafael Nadal, reclutado oficialmente el martes como nuevo embajador del tenis saudí. “Mires por donde mires, allí puedes ver crecimiento y progreso”, decía en el comunicado el campeón de 22 grandes, convertido ahora en la proyección ideal y, a la vez, seguramente, en la puerta definitiva de entrada a un mercado, el de la raqueta, jugoso a más no poder. Pocos deportes tan globales e internacionales como el tenis, los siete días de la semana durante prácticamente todo el año; nicho de poderosos patrocinadores y contratos millonarios, instalado aquí y allá. Lo quería Arabia, y ya lo tiene en sus manos.
La contratación del mallorquín es una victoria. La victoria. Lo dejó entrever en el anuncio la presidenta de la Federación Saudí de Tenis (STF), Arij Almutabagani: “Rafa trasciende el tenis”. Dio en el clavo. Idolatrado en todos los rincones tenísticos del mundo y reconocido como un competidor modélico, es la guinda del pastel. La foto perfecta. Las insinuaciones previas respondían sencillamente a la voluntad de ir sembrando el camino, mero anticipo. Reticentes al principio los grandes estamentos del tenis (ATP, WTA e ITF, la federación internacional) por el qué dirán, el desembarco de Nadal abre el boquete necesario para que la alianza entre la raqueta y Arabia sea total. Si él accede, el resto vendrá rodado.
El runrún viene de lejos. En 2018 hubo una primera tentativa, con la programación de una exhibición fallida entre Nadal y Novak Djokovic, dos de los tres mejores de la historia. Después, en 2021, el nombre del país asiático revoloteaba en el ambiente y todo apuntaba al traslado de las finales de la Copa Davis allí, finalmente abortado. Y a partir de 2022 se empezó a organizar la Diriyah Tennis Cup, un torneo que atrajo a las figuras a base de ceros: fijos elevados y un millón de dólares al campeón. El estadounidense Taylor Fritz posaba feliz con el cheque.
“Ahora mismo estoy ocupado”, decía el australiano Nick Kyrgios sobre su rechazo a disputar la fase final de la Davis. “Porque voy a ir a Arabia para jugar por seis cifras. Nos van a pagar lo que nos merecemos”, apostilló. Siguieron el mismo camino un buen puñado de jugadores de élite, y el 27 de diciembre, la apuesta siguió cogiendo forma con el bolo que jugaron Djokovic y Carlos Alcaraz, la nueva sensación. “Arabia tiene el poder para albergar muchos torneos. Yo nunca he jugado uno oficial allí y veremos qué ocurre, pero no tengo dudas de que acabaré haciéndolo en el futuro”, decía en junio el veinteañero desde Queen’s, Londres, mientras los últimos acontecimientos e informaciones han ido ofreciendo pistas significativas.
De entrada, un acuerdo para que se celebren las Next Gen ATP Finals (la Copa de Maestros de las promesas) hasta 2027, y algunas maniobras entre bastidores que sugieren el deseo árabe de hacerse con la propiedad de uno de los nueve Masters 1000 —los torneos que suceden en importancia a los Grand Slams—, o bien incorporarse al calendario con un décimo. Pero la cosa no queda ahí. ATP (masculino) y WTA (femenino) tiemblan ante la posibilidad de que Arabia plantee un tipo de circuito paralelo que mejore las condiciones del grueso de los tenistas a base de billetes, y las citas de perfil menor van perdiendo adhesiones, porque los referentes empiezan a decantarse por tarifar en las exhibiciones. Sin ir más lejos, Alcaraz descartó la pasada temporada, según afirmó el director del torneo de Viena, unos 800.000 dólares (750.000 euros).
“¿Las chicas van a jugar ahí?”
Es el poder creciente de Oriente Próximo, que acoge citas oficiales en Doha y Dubái desde hace más de dos décadas, y una exhibición en Abu Dabi desde 2009. Ahora, todo indica que también albergará la Copa de Maestras, sin sede fija desde que finalizara el contrato con Singapur en 2018; algo que, en opinión de John McEnroe, genera risa. “¿Que las chicas van a jugar ahí? ¿Me toman el pelo?”, expone alineado con otros dos símbolos como Chris Evert y Martina Navratilova. Y añade: “Al mismo tiempo, también me hace reír la idea de que critiquen a los tenistas o los golfistas por hacer algo que prácticamente todas las empresas y gobiernos hacen, que es negociar con Arabia”.
En paralelo, el histórico binomio femenino Evert-Navratilova ha firmado un escrito remitido a Sports Illustrated en el que insta a los dirigentes de la WTA a reconsiderar la opción de instalarse en Arabia, ya que, sostienen, “es totalmente incompatible con el espíritu y el propósito del tenis femenino”. Apelan a la “equidad” y a “la igualdad para empoderar a las mujeres”, y recuerdan que “criminaliza a la comunidad LGTBI”.
Entre las jugadoras de primera línea, tibieza en la respuesta de la número uno, la polaca Iga Swiatek, y el desmarque de la dos, la bielorrusa Aryna Sabalenka.
“No todo es blanco y negro. Es difícil para mí decidir si es bueno [que la Copa de Maestros se asiente allí] o no, porque no es fácil para la mujer en esas zonas. También hay rumores de sportswashing [lavado de imagen por medio del deporte]…”, apunta la primera; “obviamente, estos países también quieren cambiar y mejorar política y sociológicamente. Yo no tengo nada que ver con Rafa y sus decisiones, de hecho ni la conocía, así que los organismos deberían decidir si vamos allá o no”. La segunda, por su parte, avala. El mismo día que Alcaraz y Djokovic se medían en la cancha de Riad, ella y la tunecina Ons Jabeur completaban el cartel. “Fue increíble. Esperaba algo diferente, pero nos trataron muy bien. A la gente de allí le gusta mucho el tenis. Estoy feliz de ir”, señala.
Para la danesa Caroline Wozniacki, de regreso reciente a la actividad tras una pausa de tres años por maternidad, no hay salida. “No he leído mucho sobre lo de Rafa, pero Arabia Saudí está entrando en el deporte de una manera muy fuerte. Creo que es inevitable que eso suceda, y creo que cuando pase, tendremos la oportunidad de hacer un cambio y algo bueno allí. Obviamente, soy consciente del asunto de los derechos humanos y todo lo demás, pero pienso que si hay tanto dinero de por medio y te ponen en esa situación inevitable, tal vez puedas generar un cambio positivo”, zanja la nórdica mientras las críticas arrecian sobre Nadal, quien solo por sus méritos deportivos ha ingresado unos 124 millones de euros.
De momento, el tenista no se ha pronunciado más allá del anuncio y ha exhibido en sus redes sociales un par de fotos con Roger Federer, de visita en su academia de Manacor. Según precisaba la ATP en su día, el suizo residía en Dubái hasta el cierre de su carrera, en 2022. Allá también, el informe de Amnistía Internacional alude a “censura”, “tortura”, “malos tratos”, “discriminación”, “delito en las relaciones sexuales entre personas adultas del mismo sexo”, índices de “dióxido de carbono” disparados…
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