El Barça se cita con el Madrid

Los azulgrana, dirigidos por Gündogan, derrotan a Osasuna con goles de Lewandowski y Lamine Yamal y el domingo disputarán la final de la Supercopa

Lamine Yamal chuta en la jugada del 2-0.Juan Carlos Cárdenas (EFE)

Apareció a buena hora el extraviado Lewandowski y se presentó también a tiempo el suplente João Félix para suerte de Lamine Yamal y el Barcelona alcanzó la final de la Supercopa, su torneo fetiche en tiempos de Xavi. Las últimas 12 victorias de los azulgrana habían sido por un gol de diferencia hasta que se cruzaron con Osasuna en Riad. Mejoró el marcador y también el fútbol de los azulgrana camino de su encuentro con el Madrid. El clásico permitirá evaluar hasta qué punto el Barça ha recuperado el juego y la memoria en su escala en Arabia Saudí.

Nada le sale bien por contra a Osasuna. Todo le cuesta mucho más después de una temporada pasada en que sacaba los partidos de manera fácil y natural o cuando menos se batía con grandeza ante rivales como el Barcelona. Los navarros cedieron después de un gol de Lewandowski que discutieron mucho y no tuvieron arrestos suficientes después para alcanzar el empate sino que concedieron un segundo tanto de Lamine Yamal.

El extremo remató una muy buena salida de João Félix después que con anterioridad Lewandowski culminara una asistencia de Gündogan, el jugador que vertebró al Barça hasta que en el tramo final se reincorporó Pedri. El canario coloreó un partido que los barcelonistas controlaron siempre salvo cuando el balón llegaba a Budimir.

Los dos equipos han perdido consistencia y los técnicos no paran de dar vueltas al equipo para encontrar el equilibrio, sobre todo en el caso de Arrasate, que dispuso una formación con tres centrales para defender a los dos delanteros y medio del Barça. Xavi ha acabado por sacrificar al inocuo João Félix en favor de Ferran, un atacante que juega más al espacio y tira buenos desmarques sin ser un cuarto centrocampista, la fórmula que se ha esfumado sorprendentemente, por más que hayan influido las lesiones de Gavi y Pedri. La descompensación se ha acentuado porque los puntas no defienden ni presionan, de manera que el Barcelona se afloja y concede campo y balón para las transiciones de los rivales, y más cuando son tan intensos como Osasuna.

Las llegadas se sucedieron en ambas porterías hasta que los azulgrana, muy vulnerables sin la pelota y lentos en el repliegue, tomaron el control y marcaron el ritmo del partido a partir del juego de posesión de Sergi Roberto y Gündogan y las conducciones de De Jong. La pausa y el orden le pudieron al vértigo en la fase de dominio del Barcelona, excesivamente previsible y también falto de puntería, especialmente cuando conseguía posiciones de tiro ante Sergio Herrera. Lewandowski no encontraba la portería ni en las acciones de profundidad ni tampoco a balón parado para suerte de Osasuna. Aunque procuraron no perder intensidad, los navarros se vieron obligados a defender muy pronto, erráticos en el pase y sometidos por el Barça, hasta que por fin conectaron con Budimir.

La comparecencia del ariete cambió por momentos el signo del partido porque Osasuna dispuso de hasta tres ocasiones consecutivas que requirieron la intervención de Iñaki Peña. El gatillo de Arnaiz y un quiebro de Budimir sobre Araujo denunciaron la distensión defensiva del Barça después de que se lesionara Raphinha. Los zagueros azulgrana se vencen cada vez que tose un delantero como Budimir. Ningún adversario necesita armar el juego para sorprender a este Barça, sino que les alcanza con un par de pases para enfrentar a Peña. El portero aguantó y el Barça volvió a respirar con el regate de Lamine Yamal. A falta de Balde, perdido en zona de nadie en el carril izquierdo, el fútbol se había volcado por el costado derecho de Koundé-Raphinha/Yamal.

No había movilidad en los atacantes barcelonistas, ni velocidad de balón para sorprender a Osasuna. La faena de los medios no tenía continuidad y el equipo quedaba a menudo partido, desincronizado en la presión y en el pase-recepción, por la parálisis de la delantera y el vértigo de una defensa que no sabía medir el espacio a conceder entre la divisoria y Peña. Atascado en la elaboración, el Barça encontró la solución en un robo de balón de Christensen sobre Arnaiz que posibilitó el pase de Gündogan y por fin el control y el tiro seco de Lewandowski. La jugada fue chequeada y validada a pesar de las quejas de Osasuna. El gol serenó a un equipo azulgrana sostenido por Gündogan y reforzado por la reaparición de Pedri.

El contexto benefició también a João Félix, excelente en su salida cuando requirió una excelente intervención de Sergio Herrera, y obligó a Arrasate a sacrificar un defensa y sumar delanteros para mejorar su ataque ante Peña. Nadie incordió más en cualquier caso que Budimir, solo reducido por el portero del Barcelona. La carga navarra, sin embargo, resultó estéril y, una vez abierto el campo y con mucho espacio, los muchachos de Xavi cerraron la cita con un tanto de Yamal después de una buena conducción de João Félix. Un buen final para enfrentar al Madrid.

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