Muere Dikembe Mutombo, el gigante del tapón y la caridad de la NBA

La leyenda congoleña, uno de los mejores defensores de la historia de la liga, muere a los 58 años a consecuencia de un tumor cerebral

Dikembe Mutombo, en un partido con los Atlanta Hawks en 1997.The Sporting News (Sporting News via Getty Images)

Dikembe Mutombo, leyenda del baloncesto y sinónimo universal de los tapones y el juego defensivo, murió este lunes en Atlanta, Georgia, a los 58 años. El exjugador congoleño de 2,18 metros, miembro del salón de la fama Naismith, falleció a causa de un tumor cerebral contra el que batallaba desde 2022. “Fue una persona que simplemente desbordó la realidad. En la pista fue uno de los mejores taponadores y jugadores defensivos de la historia de la NBA, y fuera de la misma se dejó el alma y el corazón para ayudar a los demás”, resumía Adam Silver, comisionado de la liga estadounidense.

Mutombo disputó 18 temporadas en la NBA, jugando para Denver, Atlanta, Houston, Philadelphia, Nueva York y Nueva Jersey. Ocho presencias en el All Star, cuatro premios al mejor defensor del año y tres elecciones al mejor quinteto de la competición atestiguan la estatura del pívot como jugador. Una imagen recurrente, sin embargo, es la que mejor define mejor su trayectoria deportiva: su ligero meneo del dedo índice, a modo de negativa, dirigido hacia el atacante que osaba retarle bajo los aros. Se convirtió en una de las celebraciones más icónicas del baloncesto, y de las pocas con una connotación defensiva.

“Cuando taponaba un tiro, la gente todavía se acercaba y volvía a intentarlo. Entonces empecé a sacudir un poco la cabeza después de cada lanzamiento taponado. Esos tipos seguían sin escucharme, así que pensé en hacer el gesto con el dedo”, explicó en su día sobre sus orígenes. “Si te soy sincero, perdí mucho dinero por ese gesto, y me pitaron un montón de técnicas, pero ningún árbitro se atrevió a expulsarme del partido”, añadía. En total, Mutombo colocó 3.289 tapones a lo largo de su carrera, un registro tan solo superado por Hakeem Olajuwon, que en su día le tildó de “jugador peligroso”.

Shaquille O’Neal le defendió de esas acusaciones: “Es limpio, pero simplemente gigante”. Reflexionando sobre sus logros encima de la pista, y también sus polémicas, el congoleño dijo creerse propietario de la pintura. “El hombre no puede volar en casa de Mutombo. Sentía que era el jefe, y nadie podía entrar en la pintura si no llamaban primero a la puerta y pedían permiso”, compartía. Retirado en 2009, a los 42 años, promedió 9,8 puntos, 10,3 rebotes y 2,8 tapones en 1.196 encuentros antes de entregarse definitivamente a la defensa de causas humanitarias.

Dikembe Mutombo realiza un mate en un partido contra Sacramento Kings el 16 de marzo de 1995.Mark Junge (Getty Images)

Mutombo, que hablaba nueve idiomas, fundó su propia fundación en 1997. Su activismo se centró en mejorar la salud, educación y calidad de vida en la República Democrática del Congo, su país de origen. Hijo de un director de colegio de Kinsasa, la capital, y una ama de casa que vendía botellas de Coca-Cola cuando podía en el estadio del Rumble in the Jungle entre Muhammad Ali y George Foreman, creció soñando con ser doctor y terminó jugando a baloncesto debido al empeño de su padre y uno de sus diez hermanos. De joven había mostrado más interés por el fútbol y las artes marciales, y cuando consiguió una beca para estudiar medicina en Georgetown ni siquiera estaba realmente interesado en desarrollar su juego. John Thompson, su primer entrenador en Estados Unidos, le convenció para que se lo tomara en serio presentándole a Bill Russell, mito de los Boston Celtics.

Monte Mutombo, como le apodaron debido a su perfil imponente, jugó en la universidad con otra leyenda, Alonzo Mourning, y pronto destacó como portento defensivo. Los Nuggets apostaron por él en la cuarta posición del Draft de 1991, y en el culmen de su trayectoria llegó a promediar 4,5 tapones por encuentro. Los campeones de 2023 y los Hawks, las dos franquicias donde dejó mayor huella, retiraron su dorsal 55 tras su adiós a las pistas. “Es un día triste, para todo el mundo y especialmente para nosotros, los africanos. Más allá de lo que logró en pista, fue todavía más grande fuera de la misma”, comentaba Joel Embiid, actual estrella de los 76ers, otra de sus franquicias. Masai Ujiri, presidente de los Raptors, de raíces kenianas y nigerianas, lloró al comentar la noticia: “Este tío nos hizo ser quienes somos. Es un gigante, una persona increíble. ¿Dónde estaríamos sin Dikembe Mutombo? No sería posible estar aquí”.

Mutombo se convirtió en el primer embajador global de la NBA y ejerció en varios cargos de representación en distintos programas de las Naciones Unidas. Además de apoyar durante años los Special Olympics y otras causas, en 2007 inauguró el primer hospital construido en Kinsasa en más de cuatro décadas. La idea de construirlo surgió después de que su madre hubiera fallecido diez años antes al no poder alcanzar un centro sanitario a tiempo tras sufrir un derrame cerebral. A lo largo de su trayectoria, varios entrenadores le echaron en cara su hiperactividad lejos de las canchas, aduciendo a que eso le perjudicaba en el desempeño deportivo. Él respondió que sus críticos sencillamente no entendían su visión. El baloncesto era solo un vehículo para alcanzar sus verdaderas metas: ayudar a otras personas.

Cuando le preguntaban por su insaciable voluntad para arrimar el hombro, el exjugador solía citar un proverbio africano como respuesta: “Cuando tomes el ascensor para llegar a la cima, por favor no olvides enviarlo de nuevo hacia abajo para que pueda subir el siguiente”.

Más información

Archivado En