San Mamés decreta el estado de felicidad

El Athletic arrolla a un Almería desbordado desde el primer minuto (4-0)

Los jugadores del Athletic celebran uno de los goles ante el Almería este viernes en San Mames.AFP7 vía Europa Press (AFP7 vía Europa Press)

San Mamés parece haber entrado en un estado de felicidad. La alegría reina en las gradas del coliseo rojiblanco, y también en el césped. El Athletic gana, arrolla por momentos y no hay Almería que se le resista. Se quiebra enseguida en la Catedral el equipo andaluz. Los futbolistas bilbaínos están en racha y no quieren perder ni un segundo, y antes de que se cumpla el primer minuto ya asustan con un tiro cruzado de Iñaki Williams después de la jugada de Berenguer.

Quiere replicar el Almería, abandonar la cautela, y Samu...

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San Mamés parece haber entrado en un estado de felicidad. La alegría reina en las gradas del coliseo rojiblanco, y también en el césped. El Athletic gana, arrolla por momentos y no hay Almería que se le resista. Se quiebra enseguida en la Catedral el equipo andaluz. Los futbolistas bilbaínos están en racha y no quieren perder ni un segundo, y antes de que se cumpla el primer minuto ya asustan con un tiro cruzado de Iñaki Williams después de la jugada de Berenguer.

Quiere replicar el Almería, abandonar la cautela, y Samu ensaya desde fuera del área, pero Unai, en modo selección, rechaza. Es antes de que a Nico Williams le barran dentro del área. En el campo parecía penalti, en las repeticiones más, pero el árbitro no lo ve, ni el VAR se lo indica. Claro que al pequeño de la familia Williams no le arredran los inconvenientes, sigue a su brega, y por la derecha pone un centro cerrado con la izquierda, enroscado hacia dentro, y su hermano, que no quiere ser menos, peina de cabeza, lejos de Fernando, para inaugurar el marcador.

Aprieta y aprieta el Athletic, experto en robar balones al inexperto Almería, y en otra de esas, siete minutos después del primer chute de adrenalina, corre De Marcos y le abren pasillo de honor, así que admite la invitación de Sancet, que se la pide con un gesto de la mano, y cuando recibe, se perfila y dispara duro para el segundo.

La felicidad se instala en la grada, y el desasosiego en el banquillo de Rubi, sin soluciones mágicas. Su equipo se encoge más que se estira. El descanso no apacigua los ánimos del Athletic, ni atempera a los hermanos Williams, que cierran un septiembre fantástico. En el Almería, los cambios no cambian nada, porque el Athletic insiste en la presión feroz. Parece tomarse un respiro a veces, pero es sólo una impresión. A Williams le anulan un gol por el pelo de una gamba, después de un pase clarividente de Sancet, un jugador que crece a cada partido, y que otra vez busca a Iñaki en el área, para que el mayor asista al pequeño en el tercer gol bilbaíno, que desata la euforia.

El Almería llega a veces, más por la desatención de un Athletic desinhibido, y Kaiky remata de cabeza al saque de una falta, que asusta a Unai Simón lo justo. Luego Vesga anota un penalti con su zurda exquisita y se acaba el partido, con San Mamés instalado en la felicidad total.

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