Lula y Bolsonaro miden fuerzas en las elecciones municipales de Brasil
El presidente no consigue traducir en popularidad los buenos resultados económicos, y Bolsonaro ve amenazado su monopolio de la extrema derecha con el surgimiento de opciones aún más estrafalarias
Más de 155 millones de brasileños están llamados a las urnas este domingo. Elegirán a los concejales y los alcaldes de los más de 5.400 municipios del país, y aunque la mayoría de las campañas giran en torno a los asuntos cotidianos (transporte, salud, educación…) y tienen su dinámica propia, estos comicios también tienen bastante de termómetro de la temperatura de la política nacional. La Administración de Luiz Inácio Lula da Silva está cerca de llegar al ecuador...
Más de 155 millones de brasileños están llamados a las urnas este domingo. Elegirán a los concejales y los alcaldes de los más de 5.400 municipios del país, y aunque la mayoría de las campañas giran en torno a los asuntos cotidianos (transporte, salud, educación…) y tienen su dinámica propia, estos comicios también tienen bastante de termómetro de la temperatura de la política nacional. La Administración de Luiz Inácio Lula da Silva está cerca de llegar al ecuador sin que los buenos datos económicos se traduzcan en un empujón a su popularidad. Para el expresidente Jair Bolsonaro, las elecciones son un momento para testar si la ultraderecha sigue fuerte y preparar el terreno para retomar el poder en las elecciones generales de dentro de dos años, a pesar de que él fue inhabilitado por la Justicia hasta 2030 y en principio no podrá presentarse.
Lula tiene motivos para alegrarse y para estar preocupado. Por un lado, la economía avanza a buen ritmo; las previsiones se han revisado al alza continuamente y ahora el Gobierno espera cerrar el año con el PIB creciendo un 3,2%. La inflación está controlada y el desempleo (6,6%) está en el nivel más bajo en 12 años. El problema es que esos datos no se están reflejando en un aumento de su popularidad, que ha caído respecto a julio: apenas el 32% de brasileños pone buena nota a su gestión, según una encuesta de Quaest de esta semana. Sus colaboradores lo atribuyen a fallos en la comunicación y a la era de la posverdad potencializada por las redes sociales.
Brasil tiene un maremágnum de partidos que impide hacer un diagnóstico claro sobre qué formación (si el Partido de los Trabajadores de Lula o si el Partido Liberal de Bolsonaro) parte como favorita. En la mayoría de ciudades, los dos apoyan a candidatos de partidos aliados. Y observando todo con lupa, los nombres a los que apoya Bolsonaro parten con ventaja en las encuestas. En las 103 ciudades de Brasil con más de 200.000 habitantes, los candidatos de Bolsonaro son favoritos en 23, frente a las 16 donde los políticos apadrinados por Lula tienen las de ganar, según un recuento de encuestas publicado esta semana por Folha de São Paulo.
El predominio de la derecha no se da sólo en las intenciones de voto, sino también en las opciones a elegir en el menú. Es común encontrar ciudades con cuatro o cinco candidatos de centro o conservadores y un único representante progresista. En las elecciones de hace cuatro años, las candidaturas de partidos de derecha sumaron un 51% en las principales ciudades del país, y este año se calcula que rondan el 68%, según un estudio de Ipespe Analítica. Los especialistas explican que el tablero escorado hacia la derecha en estas elecciones no es más que un reflejo de la actual composición del Congreso Nacional, el más conservador de la democracia. La victoria de Lula frente a Bolsonaro hace dos años (por la mínima, 51% de los votos) fue prácticamente una anomalía.
Si las elecciones municipales se toman como antesala de lo que podría ocurrir en las generales de 2026, no hay que perder de vista los movimientos en São Paulo. Uno de los favoritos es Guilherme Boulos, apadrinado por Lula. Este conocido militante de los movimientos sociales por el derecho a la vivienda es uno de los pocos cuadros que la izquierda brasileña tiene como posible (y muy hipotética) alternativa a Lula en el futuro, pero en realidad lo tiene difícil. En las grandes ciudades donde ningún candidato tenga más de la mitad de los votos válidos habrá una segunda vuelta el 27 de octubre. Suponiendo que Boulos llegue al segundo turno, en São Paulo, el voto de la derecha, ahora pulverizado entre varios candidatos, se uniría para cerrarle el paso a la alcaldía.
Con un panorama poco inspirador para la izquierda, todos los focos están sobre el ex ‘coach’ Pablo Marçal, que también está entre los candidatos favoritos a gobernar esta metrópolis de 12 millones de habitantes y podría dar la sorpresa. Su fórmula: una verborrea que mezcla provocaciones con altas dosis de frases de manual de autoayuda, propuestas grandilocuentes difícilmente realizables y sobre todo un extraordinario dominio de Internet. Buena parte de los electores bolsonaristas han abrazado con entusiasmo su candidatura, tras observar con frustración como Bolsonaro decidía apostar por el actual alcalde, el anodino Ricardo Nunes.
El clan Bolsonaro, desorientado porque por primera vez sus simpatizantes no siguen al pie de la letra sus directrices, no esconde el temor a perder el monopolio de la derecha brasileña ante el surgimiento de Marçal. El joven emprendedor tampoco disimula que su verdadera ambición es conquistar el Palacio del Planalto en 2026 en caso de que no haya sorpresas de última hora y Bolsonaro siga como ahora, sin poder concurrir. Las elecciones municipales servirán para averiguar si el nuevo verso suelto de la extrema derecha brasileña tiene madera para apoderarse del bolsonarismo o si será apenas una anécdota fugaz.