Un 19% menos de nieve por década: el brutal derretimiento de los Andes chilenos
Los caudales de ríos que alimentan a grandes poblaciones, como Santiago de Chile, han disminuido hasta en un 40% desde los años 80, según una investigación publicada en ’Nature’
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“Los Andes están derritiéndose a lo bestia”. Así explica el climatólogo chileno Raúl Cordero la alarmante evidencia que arrojó un estudio en el que participó. Extendiéndose por más de 7.200 kilómetros, esta cadena montañosa —la más larga del mundo— está perdiendo el 19% de su cobertura de nieve por cada década, lo que deja en evidencia la transformación del ecosistema, e impacta negativamente los caudales de ríos que abastecen a varias ciudades de Chile, incluyendo su capital, Santiago.
Al analizar lo que sucedió con la cobertura de hielo en 18 cuencas hidrográficas ubicadas a lo largo de 1.100 kilómetros de los Andes chilenos entre los años 2001 y 2022, la constante fue que todas las áreas se están derritiendo, aunque algunas lo han hecho a un ritmo más alarmante. Si el promedio para la zona es de 19% por década, en la cuenca de Mapocho la pérdida es del 24%, en Aconcagua del 22% y en Maipo del 20%.
La investigación, publicada en la revista Nature, utilizó información satelital para analizar la pérdida de nieve, pero también observó cómo esto afectaba el caudal de diez ríos a partir de mediciones que existen en Chile desde principios de los años 80. El panorama no es ideal: “El caudal del Aconcagua es 60% más pequeño actualmente del que existía en los 80″, agrega Cordero. Mientras tanto, el del río Maipo, que abastece en gran parte a la ciudad de Santiago de Chile, ha perdido su caudal en alrededor del 40%.
Todo, además, tiene que ver con el cambio climático. Uno de los puntos más fascinantes del estudio es que encuentra que la pérdida de nieve en los Andes chilenos está relacionada con la oscilación Antártica. Es decir, con los patrones de viento procedentes de ese lugar. Cordero comenta que últimamente se ha observado un fortalecimiento de los vientos alrededor de esta región del sur polar, lo que “reorganiza los vientos en buena parte del todo el hemisferio”. “Esa reorganización de vientos está asociada, a su vez, con una reorganización de los patrones de lluvia, en el que hay algunos ganadores y unos perdedores. Y Chile, particularmente en los Andes extratropicales, ha sido un perdedor”. Allí llueve y nieva menos.
El cambio en los patrones de los vientos del Ártico, recuerda el climatólogo, es algo que ya otros estudios han asociado con el cambio climático. Aunque el fenómeno de El Niño y la Niña siguen estando detrás de la variabilidad interanual de las lluvias y la nieve en los Andes, es el cambio climático el que explica la tendencia del derretimiento de nieve y las pocas lluvias.
Se trata de una pérdida de glaciares gigantesca que tiene innumerables efectos domino. “Al igual que otros impactos relacionados con el clima, el creciente estrés hídrico afecta desproporcionadamente a las poblaciones rurales vulnerables y a las minorías. La sequía de los ríos en los Andes extratropicales está amenazando seriamente a las comunidades rurales, a menudo indígenas, provocando migraciones y despoblación, especialmente en la parte más septentrional de nuestra zona de análisis”, dice el estudio.
Además, como sucede a nivel global, la pérdida de nieve en los Andes es un bucle de retroalimentación que hace más drástico el cambio climático. Menos nieve implica que hay mayores superficies más oscuras que absorben la energía y calientan más el ambiente. Lo que, paralelamente, hace que más nieve se derrita. Como si fuera poco, igualmente se espera que los vientos antárticos se fortalezcan durante el siglo XXI por un elevado aumento de la temperatura media global. “Esto – dice la investigación – podría provocar una mayor pérdida de la capa de nueve en Chile central en el futuro”.