Una vez casi pasadas todas las fiestas y asumida la decepción por no haber tenido suerte con la Lotería de Navidad, quizá surja la tentación de buscar la revancha con El Niño, cuyo sorteo es este miércoles. En el caso de ganar el primer premio, sin embargo, ¿se ha parado a pensar en cómo lo gastaría? Si su intención fuera la de invertir ese dinero de alguna manera, la amortización de la hipoteca, los fondos de inversión y las acciones de compañías que operan en el turismo podrían ser la solución, según el gestor de activos Toño García.
“El 2021 va a ser un año bastante complicado de cara a las inversiones, ya que la pandemia ha creado un ambiente económico muy duro para la mayoría de los sectores y para sus trabajadores”, admite este experto. “No obstante, a los inversores que estén en liquidez o sean agraciados con un premio de la lotería les espera un futuro con lentas, pero buenas, rentabilidades”, prevé.
En el caso del Niño, el importe para invertir no sería desmesurado, ni mucho menos. Tras haber descontado el 20% en concepto de IRPF que se aplica al tramo que sigue los primeros 40.000 euros exentos, de los 200.000 euros del décimo de la serie agraciada con el primer premio el ganador se quedaría con 128.000 euros.
Depósitos bancarios, descartados
A menudo se cree que, cuando toque algún premio de la lotería, una buena manera de gastarlo será tapar algún agujero que se haya formado en la economía doméstica. En este sentido, los usuarios que adquirieron su vivienda habitual antes de 2013 y siguen pagando una hipoteca, pueden deducir por un importe máximo de 9.040 euros.
Con el dinero de la lotería podrían también “amortizar una parte de la hipoteca, lo que supondría disminuir el principal, con la correspondiente reducción de los intereses que se abonan cada mes a la entidad prestamista”, subraya García. De hecho, en sus palabras, si el primer premio se empleara para reducir cualquier préstamo, sea del tipo que sea, “se acometería una buena inversión”.
Por el contrario, depósitos bancarios y bonos se deberían descartar, “por su escasa, nula y hasta negativa rentabilidad real, si se tiene en cuenta el desaguisado que produce la inflación en el capital”, destaca García. Si la rentabilidad solo aumenta cuanto más crece el riesgo de una inversión, a los perfiles conservadores le quedan “pocas opciones más allá de las cuentas remuneradas o de promoción para los nuevos clientes de los bancos”, dice este experto.
Para el largo plazo, sin embargo, los fondos de inversión serían el vehículo de ahorro que García ve como “más apropiado por su liquidez, gestión profesional, seguridad y ventajas fiscales, puesto que se puede traspasar la inversión de un fondo a otro sin tributar”. En este ámbito, García destaca los fondos globales, que mezclan una gestión activa y pasiva y gozan de una baja volatilidad, lo que permite proteger la inversión con un riesgo moderado.
“De igual modo, la renta variable formada por títulos con una calidad crediticia aceptable y con rentabilidades sostenibles en el tiempo, no sería una mala opción, teniendo siempre muy en cuenta las posibilidades de liquidez que tenga cada producto”, añade. Y, ya que el turismo ha sido castigado durante el 2020 por el efecto de la pandemia en la movilidad, “las inversiones en acciones directas de las empresas cotizadas o en ETF o fondos de inversión indexados a este sector podrían registrar subidas significativas este año, según vaya haciendo efecto la campaña de vacunación”, apunta García.
Es pronto para el inmobiliario
Tampoco habrá que pasar por alto las oportunidades que brotarán en el sector inmobiliario, aunque este experto cree que, de momento, hay que esperar. “Muchos negocios a pie de calle se han visto forzados a disminuir su recaudación y algunos han cerrado, tal vez para siempre”, analiza García. “Esos locales saldrán de nuevo al mercado: unos en forma de alquiler y otros en venta, lo que inundará el mercado de oferta y provocará un estrangulamiento de los precios a la baja”, explica.
Hasta que estos inmuebles no hayan ajustado los precios, así como los pisos alquilados y los apartamentos turísticos, que tienden a quedarse vacíos, “no es un buen momento para invertir en ellos”, advierte. “Posteriormente, una vez que la divergencia entre la oferta y la demanda se ajuste, la inversión inmobiliaria volverá a ser interesante, dependiendo también de la zona y el tipo de inmueble”, agrega.
Más en general, todos los agraciados cuyo nivel de riesgo esté por encima de la media, podrán “disfrutar de 2021”, según este gestor de activos, ya que, “supuestamente, este será el año que despida la recesión más rápida de la historia, por lo que los inversores más agresivos se posicionarán en todos aquellos valores que más hayan sufrido en el pasado más reciente y que tengan mejores expectativas”.