Devolver un préstamo para comprar el coche, los muebles del salón, la lavadora o cualquier otro artículo cuesta casi el doble en el municipio gerundense de La Jonquera que en el pueblo cercano de Le Perthus, el pueblo más cercano, pero ya en territorio francés. En enero, el tipo de interés medio que se aplica en los créditos de entre uno y cinco años dedicados a la adquisición de bienes y servicios para el consumo o concedidos por las entidades financieras a través de sus tarjetas bancarias o directamente en los comercios alcanzó en España el 7,01%. Este porcentaje se sitúa 2,3 puntos por encima de la media de la zona euro (4,73%), y supera en 4,3 puntos y 2,4 puntos a los tipos de interés medios de Bélgica y Francia (2,78% y 3,65%, respectivamente).
Pese a encontrarse prácticamente en el mismo nivel en el que estaba en diciembre y ser casi un punto más bajo con respecto a enero de 2020 (7,99%), el español encabeza los tipos de interés medios de los países de su entorno más inmediato, en el que, más allá de las ya mencionadas Bélgica y Francia, aparecen también Portugal (6,58%), Italia (6,01%) y Alemania (4,46%). Con datos del Banco Central Europeo (BCE), “en la zona euro, tan solo Grecia, Eslovaquia y los tres países bálticos superan a España en el coste por prestar dinero”, señala el experto de finanzas del comparador bancario iAhorro, Antonio Gallardo.
¿Cómo se explican estas disparidades? Para el director del máster de Riesgos financieros de ICADE Business School, Luis Garvía, la clave está en cuán probable es que, en cada país, los usuarios no logren extinguir sus deudas con el banco y dejen de pagar sus cuotas. En España, la tasa de morosidad —es decir, el porcentaje de créditos impagados en relación con el total concedido por los bancos— subió tres centésimas en enero frente a diciembre, hasta el 4,54%, su primer repunte desde agosto. En este contexto, “es lógico que los intereses de los créditos al consumo estén por encima de los de otros países europeos en los que la tasa de morosidad es menos elevada, como en Francia, donde está unos dos puntos porcentuales por debajo de la española”, apunta Garvía.
Aunque sea algo inferior al nivel registrado en enero de hace un año (4,83%) y se halle muy lejos del máximo histórico al que se la vio subir en diciembre de 2013 (13,61%), los expertos creen que la tasa de morosidad en España está destinada a crecer más en cuanto desaparezca el efecto de las moratorias crediticias y de las distintas ayudas puestas en marcha para paliar el efecto de la crisis del coronavirus. Aun así, por el momento, el coste de los créditos al consumo en España sigue una tendencia moderadamente bajista que inició hace un par de años, en línea con el resto de la zona euro.
Disminución de oferta y demanda
Si la mirada se dirigiera a los créditos por un plazo de más de cinco años, apenas se notarían diferencias con respecto a los de más corta duración. En esta categoría de préstamos, el tipo de interés medio español se sitúa en el 6,97%, es decir, 1,2 puntos porcentuales por encima de la media de la zona euro, y solo por detrás de Portugal (7,61%). Le siguen Italia (6,89%), Alemania (6,24%), Bélgica (4,68%) y Francia (3,37%).
Estos datos vienen acompañados de un endurecimiento de los criterios para la concesión del crédito en el último trimestre del año pasado, que el Banco de España, en su último informe, define “moderado”. “Esta evolución de la oferta se explicaría fundamentalmente por el aumento de los riesgos percibidos, vinculado al deterioro de las perspectivas económicas generales, y por la menor solvencia percibida de los prestatarios”, según el supervisor. Por el lado de la demanda, esta “se redujo ligeramente durante los últimos tres meses de 2020”, sobre todo por “una disminución de la confianza de los consumidores y una reducción del gasto destinado a bienes de consumo duradero”.
Otros elementos que pueden influir en el coste final de estos créditos son “el perfil de riesgo del cliente o que haya más agentes financieros en el mercado, por lo que los bancos llevan a cabo menos operaciones, pero con comisiones más altas”, explica Garvía. Para entender por qué los préstamos personales son más caros que otros tipos de créditos, tampoco se podrá pasar por alto el hecho de que el usuario no pone nada como garantía que el banco puede reclamar en caso de impago, “como puede ser una vivienda en una hipoteca”, concluye.