Su operativa era muy limitada: solo se podía ingresar o sacar dinero de ellas. Pero garantizaban cierta rentabilidad, proporcionaban regalos promocionales y no conllevaban ningún gasto ni comisiones de administración o mantenimiento. Hasta hace un par de lustros, estos elementos, que dotaban de atractivo las cuentas bancarias destinadas a la infancia, estaban todos reunidos en un producto que, sin embargo, con los años parecía haber acabado en una especie de limbo. Las cuentas para niños nunca han desaparecido del mapa, pero su evolución les ha quitado mucho del brillo que ostentaron en el pasado. No obstante, en su afán de captar y fidelizar a sus clientes, los bancos vuelven a hacer hincapié en este producto, cuya principal desventaja, por lo general, reside en la baja o nula remuneración que ofrece, según los expertos.
Todo producto financiero de riesgo muy bajo, como los depósitos o las cuentas remuneradas, ha sufrido en estos años un desplome de su rentabilidad por la política monetaria expansiva del Banco Central Europeo (BCE) que, al hacer frente a la anterior crisis económica, ha ido rebajando los tipos de interés hasta acercarlos al 0%. Las cuentas infantiles no han sido una excepción y, junto con la remuneración, han visto desaparecer también los obsequios y la ausencia total de comisiones. “Aunque al banco le seguía interesando fidelizar, no ha estado entre sus prioridades hacerlo a través de este tipo de cuentas, sino de otros productos, como las cuentas nómina, sobre todo”, explica María Herrero, directora de Desarrollo de negocio del comparador bancario iAhorro.
Algunas entidades, sin embargo, están volviendo a apostar por las cuentas infantiles remuneradas, aunque con beneficios extremadamente bajos. Es el caso de Openbank, con la cuenta Open Young, que ofrece una rentabilidad del 0,15% en tasa anual equivalente (TAE) hasta un millón de euros. Otro ejemplo es Banco Mediolanum que, a través de Mi propia cuenta retribuye con un 0,50% TAE hasta 100.000 euros. “Por lo que sabemos, es la cuenta para niños con la mejor rentabilidad del mercado”, aseguran desde la entidad.
Junto con Bankinter —que, en su cuenta Bk Mini, tiene una bonificación del 5% el primer año y del 2% el segundo por cada 50 euros que se pongan en uno de sus fondos de inversión— estos son los únicos bancos que ofrecen algo a cambio de la apertura de una cuanta infantil. “El resto de entidades establece un sistema de recompensa por puntos según el importe que haya en la cuenta, como por ejemplo Abanca a través de su cuenta Netclub”, subraya Herrero.
Fidelización
Todos ellos son productos que los bancos enfocan en la fidelización de un nuevo cliente desde una edad muy temprana. “Los padres o tutores realizan la apertura de la cuenta y después de un tiempo el niño, quien ya es cliente de esa entidad, posiblemente continúe con la cuenta abierta si el servicio y las condiciones son y han sido buenas”, dice Herrero, para quien “los bancos se han dado cuenta de la importancia de mantener a un cliente durante años, dada la gran oferta bancaria que hay”. En su opinión, las perspectivas para este tipo de producto son buenas, ya que el punto de partida tiene “mucho margen de mejora”.
Pese a la convicción de muchos padres de que se trata de un producto totalmente prescindible (“Estas iniciativas responden más a necesidades de tipo ideológico, que perciben a los niños como nuevos clientes potenciales, que a necesidades educativas de cualquier tipo”, dijo en 2017 a EL PAÍS Maribel Gamez, colaboradora del club de Malasmadres y experta en psicología infantil), para Herrero una de las ventajas de este tipo de cuentas es que “son un vehículo para que los niños tomen conciencia del valor del dinero, una forma de aprender a gestionar responsabilidades financieras y adquirir hábitos de ahorro”. Una manera como otra, en su opinión, de hacer educación financiera.
Otro aspecto positivo es que no es habitual exigir ni ingresos ni aportaciones mínimas para poner en marcha la cuenta. “Esto las convierte en una forma de ahorro excelente, donde poder ir poco a poco haciendo hucha, sin presiones”, destaca Herrero. No obstante, más allá de unas remuneraciones ínfimas, entre los inconvenientes pone en relieve también la operativa reducida (el niño solo podrá hacer ingresos y no se acepten domiciliaciones de recibos) y la necesidad de traspasar el dinero a la cuenta asociada de los padres o tutores para disponer de él. Además, “es un producto que tributa por el IRPF”, remacha.
Lo ideal, sin comisiones
“Nunca es demasiado pronto para hacer uso de esta vía de ahorro; cuanto antes se haga, mayor margen hay para acumular un mayor capital para el futuro”, asegura María Herrero, directora de Desarrollo de negocio del comparador bancario iAhorro, al referirse a las cuentas infantiles. Destinado a menores de 18 años, este producto se puede contratar presentando el DNI del menor, o, en el caso de que no lo tenga —es obligatorio a partir de los 14 años—, será suficiente con el NIF provisional que otorga la Agencia Tributaria justificando la relación con el menor. Se añadirá el DNI de los padres.
“Hay que tener claro que la titularidad de la cuenta es siempre del menor y los padres o los tutores son representantes legales con legítima potestad para operar con la cuenta hasta que este alcance los 18 años de edad, momento en el que podrá disponer como quiera del capital”, apunta Herrero.
A la hora de contratar este tipo de cuentas hay que fijarse en los requisitos que pide la entidad. “Lo ideal sería que fuese sin comisiones y que ofreciera cierta rentabilidad”, subraya Herrero, quien aconseja a todos los padres que se planteen abrir una cuenta infantil enfocada a reunir un capital durante años que sean constantes en las aportaciones, independientemente del importe. “Otra sugerencia es que expliquen a sus hijos el funcionamiento de la cuenta y les hagan partícipes del ahorro, y que no utilicen ese dinero, a no ser que sea estrictamente necesario”, concluye.