Desde la crisis pasada, la que tuvo su origen en 2008, se repite a menudo el mantra de que un momento económicamente complicado puede ser una desgracia para muchos pero también una suerte para otros. En la crisis provocada por la pandemia de coronavirus, más allá de las aplicaciones para videoconferencias y el teletrabajo, hay negocios que parecen salir reforzados y con nuevas potencialidades. Entre ellos, la venta por internet y en supermercados regionales, la producción de conservas, el mercado de las bicicletas usadas, los pedidos de comida a domicilio, y los negocios vinculados con el comercio de proximidad.
Comercio electrónico y supermercados regionales
Son los dos ganadores del sector gran consumo, que este año ha crecido un 14,2% en valor y un 12% en volumen, con picos del 25,7% y del 25% durante las semanas más duras del confinamiento, respectivamente, según el último informe de la consultora Kantar. En este marco, los tres líderes de la distribución en España —Mercadona, Carrefour y Dia— perdieron cuota de mercado por el cierre de la hostelería, mientras las cadenas regionales como Consmu, AhorraMas o Bon Preu se hacían con el 14,6%, ocho décimas más que en 2019, aunque durante el confinamiento superaron el 16%.
Asimismo, las medidas restrictivas impuestas por la emergencia sanitaria impulsaron el canal online hasta niveles que los expertos auguraban para dentro de tres o cuatro años. Los datos abruman. Por un lado, el 47% de los consumidores de todo el mundo realizó más de la mitad de sus gastos a través del e-commerce, según la consultora Capgemini. Por el otro, desde otra consultora, Ipsos se subraya que el 45% de los españoles afirma que compra más por internet ahora que antes de la pandemia. En la misma línea, del informe de Kantar se desprende que en España la compra online pasó de una cuota del 0,7% al 3,6% durante el confinamiento y, una vez terminado, se mantuvo en el 2,5%, aunque en Madrid y Barcelona puede llegar hasta el 5%. Según Kantar, la pandemia hizo ganar a este canal unos 380.000 clientes.
Conservas
Compra búnker. De esta manera se denomina la peculiar composición de la cesta de los consumidores en los días o semanas previas a un confinamiento o a la introducción de medidas restrictivas de la movilidad. Anticipándose a ellas, las familias hacen acopio de los productos que temen no poder adquirir en el caso de tener que limitar sus desplazamientos. Los artículos de primera necesidad, las conservas y los productos de droguería fueron los principales protagonistas de las compras búnker antes del confinamiento decretado por el Gobierno el 14 de marzo. En aquel entonces la demanda de leche en polvo se disparó un 173,3%, seguida por el amoníaco (85,7%), el vino (41,9%), la lejía (36,8%), el alcohol (26%), y la pasta (17%).
En séptimo lugar, la demanda de conservas se incrementó un 16,8%, según el portal de estadística online Statista. Una subida de la que se percataron en Ferba, una firma con sede en Aldeanueva de Ebro (La Rioja) que produce conservas de espárragos, champiñones, setas, legumbres, tomates, pimientos y maíz, entre otras. “Tuvimos que aumentar la plantilla, no solo por las nuevas medidas de seguridad, sino también para satisfacer la fuerte demanda, principalmente durante los primeros meses de la pandemia”, relata su director comercial, Jesús Miguel Fernández. En sus palabras, el incremento, que cifra en un 20% entre marzo y abril, se explica por “la compra exagerada de todos los consumidores que llegaron a dejar los supermercados agotados de productos por miedo al desabastecimiento, que nunca sucedió”.
El inesperado crecimiento, sin embargo, se dio solo en el canal retail (supermercados) y se vio compensado por una “ventas nulas en la hostelería durante el confinamiento total”, destaca Fernández, por lo que el facturado de esta empresa se mantuvo estable con respecto al año pasado.
Bicicletas
En cuanto el Gobierno abrió la mano y permitió salir de casa para el ejercicio de deportes individuales, los vecinos de todas las grandes ciudades se lanzaron a correr casi de forma masiva por las calles. No por casualidad, a finales de mayo una encuesta de la consultora Ipsos recogía la intención del 88% de los españoles de integrar el ejercicio físico al aire libre en su rutina.
De este buen propósito no dudan en Tuvalum, una página web que no sirve solo para poner en contacto a los vendedores de bicicletas usadas con los potenciales compradores, sino que gestiona también los pagos, los envíos y controla su calidad, para garantizar que están en buen estado. En esta empresa, que empezó su andadura en 2015, la pandemia ha sido un verdadero punto de inflexión. “Antes del confinamiento la media de días que tardábamos en vender una bicicleta era 55, desde junio es 18, y algunos modelos se venden el mismo día que se sube el anuncio”, dice el director general de la firma, Alejandro Pons. De esta forma, entre marzo y septiembre, a través de Tuvalum se vendieron unas 2.200 bicicletas, casi la misma cantidad que en todo 2019.
La pandemia provocó otro cambio. “Los últimos tres años siempre hemos vendido más bicicletas de montaña, pero tras el confinamiento la tendencia se ha invertido y el 60% ahora son de carretera”, apunta Pons. “El ticket medio también se ha incrementado en casi 200 euros, llegando a alcanzar los 1.400 euros”, añade.
Para Pons, las razones del éxito estriban en cómo la llegada de la Covid ha transformado nuestro día a día. “Antes de la pandemia la rutina más extendida era apuntarse a un gimnasio; con el coronavirus, sin embargo, apetece más bien poco meterse en un lugar cerrado compartiendo mancuernas, y muchas personas que no practicaban ciclismo han comenzado a mirar hacia la bicicleta”, explica. “Este, además, es un medio más seguro para prevenir posibles contagios en desplazamientos urbanos que el metro o el autobús”, agrega.
Comida a domicilio
El 23% de los españoles asegura que ha incrementado el consumo de comida a domicilio durante el confinamiento. El 63% ha utilizado algún servicio de delivery como Just Eat, Glovo, Deliveroo o Uber Eats y, de estos, el 18% ha optado incluso por probar lugares nuevos. Entre aquellos españoles que se han decantado por la comida a domicilio durante la pandemia, un 19% aseguran haber optado por los mismos locales en los que ya consumían.
Antes de la llegada de la Covid-19, el delivery era ya una forma habitual de consumo para el 54% de los españoles, concentrado durante los fines de semana (51%) y en un contexto de planes con amigos (47%), según una encuesta de Ipsos impulsada por Unilever Food Solutions, junto con Facyre y Hostelería de España.
Tienda del barrio
Si bien la crisis causada por la emergencia sanitaria ha golpeado con fuerza, entre otras, a las pequeñas empresas, no es menos cierto que con la emergencia sanitaria la ciudadanía está más concienciada sobre la importancia de los comercios de proximidad. Tres de cada cuatro españoles compran ahora más en los comercios de sus barrios que hace un año y el 66% está gastando más en ellos, y de forma consciente, para ayudar a las comunidades locales a recuperarse, según el último estudio de Mastercard.
“Esta crisis está afectando con dureza a las pymes, ya que casi el 70% de los negocios españoles atraviesa dificultades para hacer frente a gastos corrientes como el pago de nóminas o del local a raíz de la pandemia”, señala la directora general de Mastercard España, Paloma Real.
Pese a que la llegada de la Covid haya agudizado la crisis en la que está sumido el comercio minorista desde hace años, hay datos alentadores sobre la posibilidad de que pueda reinventarse y volver a florecer. Ocho de cada diez españoles (77%), por ejemplo, ahora valoran más los locales de su vecindario. Las razones que han llevado a los consumidores a descubrir negocios en sus barrios respectivos son la limitación de movilidad y para viajar (58%), la conveniencia (37%) y el deseo de evitar las colas de grandes superficies (36%).
Descenso de ingresos para las funerarias
Con 43.866 muertes más de las esperadas en una situación normal en España entre el 1 de marzo y el 2 de junio, lo que supone un 42% de exceso de mortalidad, se podría pensar que otro negocio que se vio beneficiado por la pandemia de coronavirus fuese el de las funerarias. Por el contrario, la Asociación Nacional de Servicios Funerarios (Panasef) denuncia una caída de facturación cercana al 50% entre marzo y septiembre con respecto al mismo período del año pasado, lo que equivale a pérdidas por 400 millones de euros.
Las causas de este descenso se encuentran en un incremento de los gastos y un recorte obligado de los servicios que estas empresas suelen ofrecer. “En lo más duro de la pandemia, el volumen de fallecidos era tal que se tuvo que pagar infinidad de horas extras a nuestros trabajadores y que se reforzaran las plantillas en torno al 15%, aumentando los gastos laborales”, explica el secretario general de la patronal, Alfredo Gonsálvez. “El gran volumen de fallecimientos provocó que se tuvieran que alquilar camiones refrigerados para conservar los cuerpos antes de poderlos enterrar o cremar, con el gasto consiguiente, por no hablar de los materiales que se requieren en casos como este, como sudarios especiales o EPI para los trabajadores, que en marzo o abril solo se encontraban en un mercado especulativo de precios salvaje, sin ayuda de las instituciones”, añade.
La gran cantidad de entierros celebrados esas semanas no pudo compensar el aumento de los gastos porque “durante la pandemia las salas de velatorio han permanecido cerradas, las familias no han podido celebrar ceremonias de despedida, ni contratar coronas de flores o esquelas”, prosigue Gonsálvez. “En definitiva, no hemos podido ofrecer los servicios que habitualmente prestamos a las familias que acaban de perder a un ser querido”, resume.