Más allá de la cobertura que siempre han ofrecido, cada vez más los seguros incluyen en sus pólizas unos servicios cuyo objetivo es monitorizar el comportamiento del usuario y guiarle para que modifique ciertos hábitos o se beneficie de actividades que acrecen su bienestar. De esta forma, consiguen una disminución del riesgo de que ocurra el evento adverso por el que se asegura. Este tipo de seguro, que florece en casi todos los ámbitos (hogar, vida y salud, y coches, entre otros), sin embargo, despierta más de una duda entre los expertos. Más allá del beneficio evidente para la aseguradora de tener que hacer frente a tasas de siniestralidad más bajas gracias a la adhesión de sus clientes a estos servicios, es posible que la calidad de las coberturas se vea mermada y que sea más fácil para las compañías excluir a los usuarios que no son rentables.
El desarrollo del llamado Internet de las cosas (IoT, por sus siglas en inglés) desempeña un papel fundamental en esta tendencia, que para todas las compañías consultadas está al alza. En el seguro de hogar, por ejemplo, esta “supone la asociación de dispositivos tecnológicos conectados en las viviendas de los asegurados, que disminuyen el riesgo de un siniestro”, explica el director de Innovación de Santalucía, Ángel Uzquiza. En sus palabras, la ventaja es doble: “para la aseguradora, porque se adelanta al momento del siniestro y puede evitarlo, y para el asegurado, ya que se preocupa más por las instalaciones de su vivienda que tienen que ver con consumos y seguridad, entre otros”.
Bonificaciones en las primas
Desde Allianz subrayan el rol positivo de las alertas meteorológicas específicas cuando se prevén fenómenos atmosféricos que pueden alterar las condiciones habituales del entorno y la sugerencia de medidas que contribuyen a paliar eventuales daños. La directora de Oferta clientes particulares de AXA España, Nuria Fernández París, hace hincapié en el elevado número de alertas –más de 50.000– que la compañía envió a sus clientes para que extremaran las precauciones durante la última depresión aislada en niveles altos, conocida también como gota fría, que azotó el Levante peninsular entre el 4 y el 10 de septiembre pasado, dejando tras de sí siete muertos e importantes daños en infraestructuras y viviendas de Alicante y Murcia.
Otro ejemplo son los seguros de vida y salud y cómo a este tipo de pólizas se vinculan “acciones de vida saludable (deporte, alimentación, cuidados físicos y psicológicos, entre otras) con las que el cliente se marca una serie de hábitos de superación que se premian con bonificaciones y suponen una reducción de los riesgos que se reflejan en su contrato”, desgrana Uzquiza. París señala los servicios de revisión ginecológica, los chats médicos o la calculadora de salud y la plataforma AXA Healthkeeper, “para mejorar tu cuidado y estado de salud”.
En el ramo de autos, Mapfre ha lanzado CaReward, una aplicación que permite a sus clientes conseguir recompensas en lavados del coche y cheques gasolina, y un ahorro de hasta el 15% en la renovación de su póliza, por sus buenos hábitos de conducción, medidos según unos parámetros de seguridad vial y eficiencia energética. Otra app, Verti Driver, premia a los conductores especialmente cuidadosos con hasta un 40% de bonificación en la póliza. Fuentes de la compañía afirman que tres de cada cuatro conductores que se acogieron al programa el primer año cumplieron con los parámetros exigidos.
Un problema de rentabilidad
“No es algo realmente novedoso, la gerencia de riesgos es un concepto que en la industria se conoce desde hace mucho tiempo”, según Carlos Lluch, director técnico de la correduría Lluch y Juelich. “Ahora se empieza a hacer también en los seguros y tiene aspectos indudablemente positivos”, asevera Lluch, quien destaca como el individuo tiene un mejor control de su salud si aprovecha los programas de dietética y nutrición o para dejar de fumar, hacer yoga, mindfulness, masajes o aromaterapia, o disfruta de los servicios de spa, las apps que monitorizan el peso, el índice de masa corporal, el ritmo cardiaco, lo que ha estado andando o las horas de sueño profundo, entre muchos otros.
Ello redunda también en una ventaja competitiva para la aseguradora: “Si mi cliente va menos al médico y solo para asuntos de menor importancia, el seguro puede ser más económico”, resume Lluch. Algo que Uzquiza de Santalucía admite de esta forma: “La mayor ventaja para la aseguradora es la oportunidad de mantener un contacto continuado con el cliente, conseguir su satisfacción, aumentar su percepción de marca y, por supuesto, en cierta medida, reducir la posibilidad de siniestros”, dice.
La parte menos brillante, sin embargo, es que la aseguradora puede utilizar toda la información que se genera alrededor de los hábitos del cliente para no renovarle la póliza. Entre muchas otras funciones, “la inteligencia artificial utiliza la medición exacta de la degradación de la salud del individuo que todas estas herramientas proporcionan, para pronosticar el año en el que empezará a tener problemas mayores”, explica Lluch.
De esta forma, cuando el cliente cese de ser rentable –es decir, “consuma más del 65% de lo que paga por su póliza”, según sus cálculos–, dejará de ser interesante para la aseguradora. La compañía aplicará entonces la Ley de Contrato de seguro, cuyo artículo 22 establece que, con un preaviso de dos meses antes del vencimiento, la aseguradora puede oponerse a la prórroga de la póliza. Solo AXA, CUN, DVK, Fiatc y HNA renuncian expresamente a aplicar esta cláusula, señala Lluch.
Un decorado atractivo
“¿Y qué podría pasar dentro de unos años si llegáramos a excluir de las pólizas de salud a todos aquellos que rechacen utilizar la pulsera de actividad o si esta proporcionara datos no conformes a los que espera la compañía?”, se pregunta Lluch, para quien el peligro es que, en el futuro, se pierda el aspecto mutualista, de distribución y dispersión del riesgo, que se encuentra en el origen del seguro. “Pasará lo mismo que con los seguros del coche, por los que, si tienes 18 años y acabas de sacarte el carné, eres poco menos que un apestado”, redunda.
En opinión de este bróker, además, dentro de las pólizas se está potenciando lo que define “un decorado muy bonito”, pero implementado en detrimento de las coberturas, que se están debilitando cada vez más. “Existen seguros que no cubren tratamientos con técnicas que incluyen láser”, ejemplifica Lluch, “o que reembolsan solo un número limitado de días en una UCI”. Y añade: “Si me tienen que operar de corazón o de cáncer de colon, quiero pensar que estoy en las mejores manos que pueda pagar; pero, si mi dinero ha ido a cubrir un concierto con una óptica o un spa y se ha mermado la cirugía, ¿obtendré una calidad óptima?”.
“De momento no hemos visto problemas” en estos seguros, afirma la portavoz de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), Ileana Izverniceanu, quien, sin embargo, agrega: “El riesgo potencial es que haya discriminación de precios por hacer los cursos de formación en hábitos saludables, lo que elimina su voluntariedad por parte del usuario”. En sus palabras, “el hecho de que el cliente utilice o no estas apps y siga o no estas formaciones debe ser independiente de la valoración del riesgo”. Izverniceanu insiste también en la necesidad de hacer una revisión del contenido de las pólizas, sobre todo aquellas que tienen que ver con la salud, para averiguar si se trata de contenidos realmente útiles o si, por el contrario, se trata de aplicaciones o servicios que no aportan un valor añadido claro al consumidor.