El grupo de la marmita

El grupo de la marmita

Nada más llegar a los asentamientos de inmigrantes del monte Gurugú (Marruecos), nos encontramos con un grupo en el que se juntan subsaharianos de Mali, Senegal, Ghana, y Guinea Bissau. Es media tarde y forman un círculo en torno a una marmita, al calor de una hoguera. Levantan la tapa y muestran un guiso de color amarillento. Hierve. No suelen comer carne, pero esta vez han cogido tripas de una basura y eso, entre otros ingredientes, es lo que van a cenar al caer la noche. Charlamos con ellos durante media hora

Cuentan que unas 100 personas comerán de la misma olla. Todos están esperando a saltar la valla de Melilla. Lo que no sabíamos, y no nos dijeron por precaución, es que lo intentarían esa misma noche, y muchos de ellos lo lograrían. Uno de los que lleva la voz cantante se llama Samba Omar Maoe (a la derecha de la imagen). Tiene 27 años y viene de Guinea Bissau.

Dos días después, el lunes 27 de marzo, nos lo encontramos en Melilla. A él y al resto del grupo. Recorriendo la ciudad, pasamos junto a la Comisaría de Policía, donde a primera hora de la mañana es habitual encontrar una cola de subsaharianos esperando para recibir su orden de expulsión, el primer trámite en tierra europea. Un grito de entre el grupo nos hace girar el rostro. Y allí se encuentra Samba exultante. Habíamos tenido noticia de un salto de la valla de medio centenar de personas justo el día anterior. Era el salto del ‘grupo de la marmita’. Comenzaron la marcha aquella misma noche, después de comer juntos de la misma olla.

X

Gurugú: la sala de espera

Melilla

Gurugú: la sala de espera

Vista desde el monte Gurugú, dominando sobre la ciudad de Nador (Marruecos) y el Mediterráneo. Melilla se encuentra a la izquierda, fuera de esta imagen. Hasta el paso fronterizo de Beni Enzar, en línea recta, hay unos seis kilómetros.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda

Gurugú: la sala de espera

La mayoría de subsaharianos se encuentran, cuando llegamos, sentados en torno a una olla, entre pinos y eucaliptus. Es media tarde y preparan la cena. El lugar huele a leña quemada.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda

Gurugú: la sala de espera

El agua, según nos explicaron, la cogen de una fuente que se encuentra “un poco más arriba” de los asentamientos.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda

Gurugú: la sala de espera

Uno de los inmigrantes muestra las secuelas de un salto a la valla. Las condiciones higiénicas y sanitarias son nulas en el monte. Según un informe de Médicos Sin Fronteras, organización que ha pasado 10 años en contacto con las poblaciones migrantes de los bosques de Nador, la mitad de los problemas médicos diagnosticados entre los subsaharianos (5.233 entre 2010 y 2012) eran enfermedades relacionadas con unas condiciones de vida deficientes: infecciones en las vías respiratorias, enfermedades cutáneas, problemas osteomusculares (dolores corporales generalizados, según expresión de los migrantes).

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda

Gurugú: la sala de espera

Los subsaharianos duermen en el suelo, cubiertos por unas cabañas que llaman “búnker”. Consiste, como se ve en la imagen, en unas piedras colocadas en torno a un hoyo en la tierra, y un esqueleto abovedado de palos cubierto por una lona, a modo de tienda de campaña.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda

Gurugú: la sala de espera

El interior de un búnker. Cuando subimos al Gurugú, un viento de 90 kilómetros por hora azotaba toda la región. Las condiciones en esta zona son bastante extremas: en invierno, las temperaturas pueden bajar de cero grados; en verano superan los 40º, según el informe Atrapados a las puertas de Europa, de Médicos Sin Fronteras.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda

Gurugú: la sala de espera

No se sabe con seguridad cuántas personas viven en el monte. Los inmigrantes dijeron que la cifra podría acercarse a mil. El padre Esteban Velázquez, jesuita de la diócesis de Tánger, y responsable del programa de mejora de las condiciones de vida de los migrantes, con acceso al Gurugú y a otros bosques colindantes, cifraba las personas establecidas en estos asentamientos en un margen “fluctuante” entre 700 y 1.500. En cualquier caso, muy lejos de los 30.00 inmigrantes a las puertas de Ceuta y Melilla de los que la policía española alertaba en febrero, un tipo de informes que denominó “exagerados” y “posiblemente interesados”.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda

Gurugú: la sala de espera

Un cubo con cabezas de pollo. De vez en cuando bajan a la ciudad de Nador y piden dinero o alimentos, o rebuscan en las basuras para encontrar algo de comida.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda

Gurugú: la sala de espera

En el monte, entre árboles y “búnkeres”, también hay un campo de fútbol donde los inmigrantes juegan al balón para pasar el rato. Muchos permanecen largas temporadas aquí. Según el informe de Médicos Sin Fronteras, que hace poco, y tras diez años en la zona, traspasó la misión a Médicos del Mundo y a la diócesis de Tánger, el 27% de los inmigrantes subsaharianos con los que trató en Marruecos, pasa entre seis meses y un año a las puertas; un 23% entre uno y cinco años; y un 7% más de cinco años. La mayoría (el 82%) son varones; un 9% son mujeres; y otro 9%, menores no acompañados.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda
X
1 | 0

CETI: el primer hogar en Europa

CETI: el primer hogar en Europa

El Centro de Estancia Temporal (CETI) de Melilla es un “dispositivo de primera acogida” para inmigrantes, según su regulación; depende del Ministerio de Empleo y de Seguridad Social. Cuando lo visitamos, a finales de enero, dormían en él 1.006 internos (la capacidad real es de 472). Hace apenas un mes, se rozaron los 1.900. Carlos Montero, su director, asegura: “Es mejor que entren a que hagan chabolismo”.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda

CETI: el primer hogar en Europa

Para dar cobijo a todos, se han añadido estas casetas y muchos internos duermen en literas militares de lona. El CETI es un centro abierto: los internos pueden atravesar sus puertas y moverse libremente por Melilla (aunque no tienen forma de salir de la ciudad autónoma: hay controles de pasaporte en el puerto y el aeropuerto). En ese sentido, Melilla funciona como una isla.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda

CETI: el primer hogar en Europa

El tiempo que permanecen los inmigrantes no está legalmente definido. Uno de los internos, según nos explicó el director, lleva años viviendo en el CETI con su familia. De día acude a un supermercado, donde saca dinero echando una mano con la compra y llevando los carritos.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda

CETI: el primer hogar en Europa

Dibujo de una patera realizado por un interno del CETI, donde dan clases de pintura. El 80% de los internos del centro son de origen subsahariano. La media de edad se sitúa entre los 21 y 22 años. La mayoría son hombres, pero cuentan con un módulo para mujeres y niños.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda

CETI: el primer hogar en Europa

El CETI funciona desde 1999. Hasta hace un año, no se permitía el acceso a la prensa. De momento, sigue prohibido hablar con los internos y acceder a sus dormitorios. Pero se puede visitar el exterior de sus instalaciones.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda

CETI: el primer hogar en Europa

Carlos Montero, director del CETI, en el local al que llaman “la boutique”, donde se les proporciona a los inmigrantes de pijamas a pastillas de jabón y cuchillas de afeitar. El centro cuenta con un presupuesto anual de un millón de euros para compras y mantenimiento de las instalaciones.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda

CETI: el primer hogar en Europa

El CETI, tal y como cuenta su director, parece una pequeña ciudad. En la imagen, una barbería al aire libre a las puertas de una de las viviendas. Vemos mucha ropa tendida. Jóvenes jugando al fútbol en un campo de cemento. Grupos charlando al sol.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda

CETI: el primer hogar en Europa

Sus instalaciones, valladas y con una garita de vigilancia custodiando el acceso, se despliegan en un recinto de unos 14.000 metros cuadrados. Los internos pierden su sitio en el centro si pasan más de tres noches sin volver al CETI.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda

CETI: el primer hogar en Europa

También cuentan con una escuela para los menores acompañados que duermen en el centro.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda

CETI: el primer hogar en Europa

Internos en el comedor del CETI, donde “todo es comida ‘halal”, nos explica el director Carlos Montero. Cuando llegan al centro, los inmigrantes suelen mostrarse eufóricos. Luego, los procesos son lentos, y los internos comienzan a desesperarse, mientras esperan lo que denominan el “leissez passer”. “Al cabo de seis meses, vamos proponiendo salidas a la península”, según el director. De camino a centros de acogida o hacia la expulsión (si hay acuerdos de repatriación con los países de origen). La última palabra para este traslado la tiene la policía.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda

CETI: el primer hogar en Europa

Debe ser: Takam Fotsing Cyriaque, de 25 años, camerunés. Perdió la pierna, según nos contó, por la persecución de las fuerzas de seguridad marroquíes tras un intento de salto a la valla. La policía lo llevó a un hospital. Después de ser amputado, asegura que pasó a España atravesando la frontera. En la imagen, Cruz Roja lo atiende en la enfermería del CETI. En ella, se le hace una analítica a los internos recién llegados, para detectar “enfermedades de perfil africano”: tuberculosis, VIH, hepatitis.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda

CETI: el primer hogar en Europa

Takam Fotsing Cyriaque, a la derecha con muletas, a las puertas del CETI, en una torrentera donde los inmigrantes suelen pasar las horas charlando. Con el rostro tapado, menores inmigrantes no acompañados. La consejería de Bienestar Social de Melilla calcula que hay 190 menores acogidos en un centro y otros 25 en la calle. La percepción del paseante es que hay muchos más, sobre todo en el puerto, esperando para colarse en algún ferry hacia Málaga.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda
X
1 | 0

La valla y la frontera

Melilla

La valla y la frontera

Imagen de la valla de Melilla. En lo que va de año, casi 600 inmigrantes han cruzado por algún punto desde Marruecos. En los últimos 10 años, según datos proporcionados por la Guardia Civil, la han atravesado algo más de 3.000 personas (suman un 20% de las entradas irregulares en Melilla; la mayoría cruza por el paso fronterizo).

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda

La valla y la frontera

La valla, denominada de forma técnica “perímetro antiintrusión” mide 11,5 kilómetros de largo. Va de costa a costa por todo el territorio fronterizo que comparten España y Marruecos en el Norte de África. Este es uno de los extremos, en la zona el Barranco del Quemadero, al norte de la ciudad autónoma.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda

La valla y la frontera

Antes que valla, en Melilla existía una “alambrada testimonial”, en palabras de un guardia civil, cuerpo encargado de su custodia en Melilla. En 1998, con las primeras oleadas migratorias, se levantó, según las crónicas de la época, una valla doble de acero, de cuatro metros de altura y de siete kilómetros de longitud. Costó 1.500 millones de pesetas (unos 9 millones de euros) y se complementó “con sensores ópticos y acústicos, torretas y 70 cámaras de vigilancia”. En la imagen, una marcha fúnebre camina junto a la verja hacia el cementerio musulmán de la ciudad (también ubicado junto a la valla).

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda

La valla y la frontera

La mayor parte de la inmigración irregular entra en Melilla a través de los pasos fronterizos. En la imagen, una mujer, posiblemente siria, acaba de ser detectada por la policía de fronteras intentando adentrarse en España con un pasaporte falso. Se encuentra en el paso de Beni Enzar, uno de los más populosos entre Melilla y Marruecos.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda

La valla y la frontera

“Una frontera tercermundista”, define un policía de fronteras destinado en Melilla. El paso de Beni Enzar es un laberinto de barrotes entre los que se agolpan miles de porteadoras marroquíes, cuya intención es entrar en España para comprar género y revenderlo en Marruecos. En los últimos 10 años, 9.500 inmigrantes irregulares entraron en Europa por los pasos fronterizos de Melilla, un 64% del total, según datos proporcionados por la Guardia Civil.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda

La valla y la frontera

En 2005, la compañía Indra fue la encargada de “reforzar” y “recrecer” ese perímetro. El proyecto suponía elevar la altura de la doble verja hasta los seis metros y añadía una tercera valla entre medias. En la imagen, se ve perfectamente el triple muro al que en 2006 se incorporó una sirga tridimensional en el centro, para entorpecer y ralentizar el paso de los inmigrantes, y un fleje abatible en la primera verja para evitar la colocación de escaleras. Los inmigrantes, en cualquier caso, se ayudan del fleje para catapultarse al otro lado.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda

La valla y la frontera

La vida en Melilla discurre junto a la valla. Nótese al fondo el cochecito circulando por el campo de golf de la ciudad, que en algunos tramos se encuentra delimitado por la verja. Los inmigrantes tardan apenas un minuto en saltarla. “Quien vendió el obstáculo dijo que se habían hecho pruebas con alpinistas y atletas de élite”, según el coronel Jefe de la Guardia Civil en Melilla, Ambrosio Martín Villaseñor. “Hablamos de verdaderos atletas”.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda

La valla y la frontera

La valla comunica en algunos puntos con Marruecos a través de pequeñas puertas. Por ellas se practican “devoluciones en caliente” (retorno a Marruecos de inmigrantes que ya han entrado en territorio español, sin que se respete el procedimiento establecido en la Ley de Extranjería), según denuncian ONGs locales como PRODEIN.La Guardia Civil lo ve de forma distinta y compara estas devoluciones con el rechazo normal de inmigrantes irregulares en una frontera: “No se entiende cómo se pueden poner algunas cosas en entredicho cuando aquí se quiere hacer cumplir la Ley”, responde el máximo responsable de la Guardia Civil en Melilla, Antonio Martín Villaseñor.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda

La valla y la frontera

Imagen en el interior del llamado ‘Centro Operativo Complejo’, una sala de acceso restringido en el cuartel de la Guardia Civil en Melilla, desde donde se vigila, a través de cámaras de seguridad el perímetro fronterizo. “Ellos también nos estudian, analizan nuestras imperfecciones”, según el coronel jefe de la Guardia Civil, Antonio Martín Villaseñor.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda

La valla y la frontera

En esta imagen se observan las cuchillas del alambre de espino que recubre la base y también la parte alta de la valla, denunciadas por ONGs y por la comisaria europea de Interior, Cecilia Malmström, entre otros. Ya se colocaron en 2005, se retiraron (solo las de la parte alta; las de la base se quedaron), y volvieron a aparecer a finales de 2013. Malmström habló de su inutilidad asegurando que no solo no impide a la gente entrar, sino que entra y además sufre heridas. Lo mismo aseguran los inmigrantes asentados en el monte Gurugú: “Si nos cortamos nos cortamos, esa barrera no nos va a frenar”.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda
X
1 | 0

Mineo: el mayor centro de refugiados de Europa

Lampedusa

Mineo: el mayor centro de refugiados de Europa

El mayor centro de refugiados de Europa se encuentra en Mineo (Sicilia). En él viven, cuando lo visitamos en marzo, 3.892 personas (el 90% varones); todos inmigrantes a la espera de noticias sobre su estatus jurídico de protección internacional.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda

Mineo: el mayor centro de refugiados de Europa

El centro se encuentra en mitad de la nada y es de régimen abierto: los inmigrantes pueden salir, pero pierden su plaza si pasan más de tres noches sin regresar. El pueblo más cercano, Mineo, se ve al fondo, en lo alto de la colina, a nueve kilómetros.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda

Mineo: el mayor centro de refugiados de Europa

El CARA (centro de acogida de solicitantes de asilo, por sus siglas en italiano) tiene el aspecto de una urbanización. Aquí vivieron durante una década familias de militares estadounidenses destinados en la base de Sigonella (Sicilia). Los internos viven repartidos en 404 chalés de 260 metros cuadrados.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda

Mineo: el mayor centro de refugiados de Europa

Toda la urbanización tiene un aire estadounidense. Y nombres de calles como Intrepid Lane. En muchos de los porches han surgido pequeñas tiendas. A los inmigrantes se les ha permitido la iniciativa privada “dentro de los límites de la ley”, asegura un empleado del centro.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda

Mineo: el mayor centro de refugiados de Europa

“No saco nada de dinero”, dice Jammeh Bakary, 21 años, de Gambia. Su tienda de ropa se encuentra en el interior de una parada de autobús. “Lo hago para mantenerme ocupado”. Suele comprarla en el mercadillo de Catania. Vende vaqueros a cinco euros.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda

Mineo: el mayor centro de refugiados de Europa

Muchos de los internos se quejan de la larga espera para la resolución de su solicitud de asilo, superior al año, según Elio Tozzi, de la ONG Borderline Europe. La organización también denuncia el hacinamiento: el centro estaba pensado para albergar 2.000 personas; en estos momentos casi se dobla esa cifra.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda

Mineo: el mayor centro de refugiados de Europa

El CARA de Mineo es de gestión privada, el único caso en Italia, nos cuenta su director, Sebastiano Maccarrone. La gestión corresponde a una cooperativa liderada por la constructora italiana Pizzarotti. Reciben del Estado 34,6 euros por interno al día.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda

Mineo: el mayor centro de refugiados de Europa

Uno de los chalés ha sido reconvertido por los inmigrantes en cibercafé; por 0,5 euros la media hora, los internos se conectan a la red. Los jóvenes de la derecha, de Gambia, charlaban a través de Facebook con amigos que seguían en Libia esperando a subirse en algún barco. “No sé cuándo los volveremos a ver”, dijeron.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda

Mineo: el mayor centro de refugiados de Europa

Sebastiano Maccarrone, director del CARA y antes director del Centro de Internamiento de Extranjeros de Lampedusa. La urbanización, según contó, se habilitó para solicitantes de asilo en marzo de 2012, tras la oleada migratoria que vivió Italia derivada de la ‘primavera árabe’.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda
X
1 | 0

El museo de la migración

Sicilia

El museo de la migración

El museo de la migración de Lampedusa es un pequeño local desde cuya puerta se ve el Mediterráneo. Guarda una colección de objetos hallados en las pateras de inmigrantes llegadas a su costa. En la imagen, un pasaporte de Nigeria.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda

El museo de la migración

Dentro, se han colocado en baldas, como piezas de museo, todo tipo imaginable de enseres y efectos personales. En esta imagen, una cámara de un neumático probablemente usado como salvavidas.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda

El museo de la migración

“Esto es una especie de cantimplora”, comenta Giacomo Sferlazzo, miembro del colectivo Askavusa, creador del museo. El centro comenzó a funcionar de forma oficiosa hace algunos años. La inauguración oficial tuvo lugar hace un par de meses.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda

El museo de la migración

Hay todo tipo de objetos abandonados, algunos devorados por el tiempo. En la imagen, el interior de un neceser.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda

El museo de la migración

La isla de Lampedusa ha vivido marcada por sucesivas tragedias junto a sus costas. La última, y quizá más dramática, se produjo el 3 de octubre de 2013. Al menos 366 inmigrantes murieron ahogados después del naufragio de su embarcación. Habían partido de Libia.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda

El museo de la migración

Un pabellón tunecino raído. Sólo entre enero y marzo de 2011, coincidiendo con las revueltas árabes, llegaron a la costa de Lampedusa más de 20.000 inmigrantes tunecinos, según datos de Frontex (la primavera de Túnez comenzó poco antes, en diciembre de 2010).

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda

El museo de la migración

En la imagen, un biberón y leche en polvo. En la tragedia del 3 de octubre de 2013, murieron al menos cuatro niños. Tres de ellos eran menores de tres años.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda
X
1 | 0
Giacomo Sferlazzo

Giacomo Sferlazzo

Activista y cantautor, Giacomo Sferlazzo tiene 33 años. Recuerda que en 2005, paseando por una de las playas de la isla, encontró un Corán. Lo recogió y lo guardó. Fue el origen de este museo que ha levantado junto a otros miembros del colectivo local Askavusa. Sferlazzo es lampedusino e hijo de lampedusinos. Viene de una familia de tradición marinera, principal actividad económica en una isla en la que viven en torno a 5.000 personas. Lampedusa apenas mide 10 kilómetros de largo. No tiene ni hospital. “Hace años que los niños no nacen aquí”, cuenta Sferlazzo. Él trabaja en una pizzería, compone canción protesta y fabrica obras de arte a partir de los objetos que van arribando del norte de África: desde listones de madera hasta anclas, pasando por la miríada de efectos personales que pueblan las baldas del Museo de la Migración.
Cuenta que de niño, cuando estudiaba geografía en la escuela de la isla, nunca aparecía Lampedusa en los mapas. La crisis de los misiles con Libia, en 1986, ubicó este pedacito de tierra –más cercano a Túnez que a Sicilia– en todos los mapas. Al menos para los italianos. Las oleadas migratorias y los terribles naufragios junto a sus costas en los últimos años la convirtieron en noticia mundial. Incluso el gobierno italiano propuso su candidatura (la de la isla) para el Premio Nobel de la Paz. Sferlazzo lo ve de otra forma: “Crearon la imagen y el eslogan de que Italia estaba siendo invadida”. Tal y como enumera la sucesión de acontecimientos, primero desembarcó en 2011 la Agencia Europea de Fronteras, Frontex , con la operación Hermes para el Mediterráneo central (dotada de un presupuesto de casi 15 millones de euros); en octubre de 2013 se blindó Lampedusa, Sicilia y el sur de Italia con la operación Mare Nostrum de la Marina Militar italiana, una operativo lanzado por el gobierno italiano para evitar una nueva tragedia. Sferlazzo tiene otra opinión: “No es sólo por los migrantes. Es una estrategia de militarización de los confines”.

X

Patrulla FRONTEX sobre el mediterráneo

Sicilia

Patrulla FRONTEX sobre el Mediterráneo

Base militar de Signella (Sicilia). 6 de marzo. Un avión de la Guardia Civil se dispone a despegar para patrullar el Mediterráneo, dentro de la operación Hermes, un dispositivo internacional de Frontex lanzado como respuesta al flujo de migrantes desde el Norte de África.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda

Patrulla FRONTEX sobre el Mediterráneo

El vuelo arranca a las 16 horas. En el sureste de Lampedusa comienza la vigilancia. El comandante explica la misión: “Buscar barcos pesqueros, de 20 o 25 metros de eslora. Destartalados. Utilizados por las mafias para transportar entre 150 y 300 personas hasta Sicilia o Calabria”.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda

Patrulla FRONTEX sobre el Mediterráneo

El comandante Enrique García Sánchez (en la imagen) continúa: “Salen de Libia en un barco grande, remolca otro de 10 o 15 metros de eslora. Ese es el barco auxiliar. Cuando se encuentra a unas 100 millas, los meten en el pequeño, les dan un teléfono satelital, les dicen el número de las autoridades italianas y llaman”.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda

Patrulla FRONTEX sobre el Mediterráneo

Y concluye el comandante: “Estos barcos zozobran. Nuestra misión es intentar que esto no se produzca. Evitar un evento SAR [de búsqueda y rescate]”. En el hombro lleva un parche de Frontex: “Tranquilo chaval que está to gestionao”, se lee.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda

Patrulla FRONTEX sobre el Mediterráneo

El avión y su tripulación han participado en todo tipo de misiones de inmigración desde 2008. Han estado en Canarias (operación Hera), en el Estrecho de Gibraltar (operación Indalo) y en el Egeo (Poseidón). Conocen los confines de la frontera Sur.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda

Patrulla FRONTEX sobre el Mediterráneo

En una consola, dos expertos buscan “contactos” a través del radar y de lo que llaman “Flir”, una potente cámara de visión térmica habitual en todas las fronteras y en los vehículos que las patrullan.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda

Patrulla FRONTEX sobre el Mediterráneo

Cuando se les pregunta por la carga de la Guardia Civil a inmigrantes con pelotas de goma en Ceuta, el comandante responde: “Hemos demostrado que nos importa, que nos atañe. Pasamos una media de 150 días al año fuera de casa. Vamos a países africanos. A Senegal y Mauritania. Estamos sensibilizados. Que la Guardia Civil tiene en general una trayectoria humanitaria es incuestionable”.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda

Patrulla FRONTEX sobre el Mediterráneo

Por radio, la tripulación habla de la siguiente forma:
-Capitán, ¿por el morro ve usted algo?
-A la una, entrando a las dos. Pasadme los prismáticos. ¿Habéis conseguido engancharlo con el Flir?

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda

Patrulla FRONTEX sobre el Mediterráneo

Mientras el avión sobrevuela “la zona caliente”, el comandante reflexiona sobre Frontex, agencia que se nutre de personal de cada estado de la UE: “No creo que la vocación sea crear un cuerpo de guardacostas. Pero sí se observa, sobre todo en los dos últimos años, una armonización entre cuerpos. De vocabulario, procedimientos, medios y comunicaciones”.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda
X
1 | 0

Rescate al sur de Lampedusa

Lampedusa

Rescate al sur de Lampedusa

A principios de marzo, un helicóptero militar nos traslada al sur de Lampedusa hasta la fragata ‘Grecale’ de la Marina Militar italiana. La nave de guerra (en la imagen desde el helicóptero) patrulla el Mediterráneo en busca de pateras, dentro de la operación Mare Nostrum.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda

Rescate al sur de Lampedusa

A bordo van 206 militares de la marina. El dispositivo Mare Nostrum patrulla el Mediterráneo Central desde el canal de Sicilia al mar de Libia. En la imagen, un instante de la ‘ceremonia de la bandera’ a bordo de la nave.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda

Rescate al sur de Lampedusa

11 de marzo. Hacia las 8.30 de la mañana una llamada alerta de la presencia de una patera. El helicóptero despega para reconocer la zona. La operación Mare Nostrum se aprobó en Italia dos semanas después de la tragedia de Lampedusa para evitar un nuevo naufragio.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda

Rescate al sur de Lampedusa

El interior del medio aéreo va equipado con un radar (en la imagen) y una potente cámara térmica. Avista la patera. Avisa a los mandos y la fragata ‘Grecale’ pone rumbo hacia el rescate.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda

Rescate al sur de Lampedusa

Primer avistamiento de la embarcación. Nos encontramos en aguas internacionales. Más cerca de África que de Europa. El comandante de la ‘Grecale’, Stefano Frumento, declara el evento “SAR” (búsqueda y rescate).

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda

Rescate al sur de Lampedusa

Una lancha militar se aproxima a la patera. Pasan salvavidas a los inmigrantes. Preguntan por las condiciones de seguridad. Hacen un recuento provisional de pasajeros a bordo. Calculan unos 150; entre ellos, 10 mujeres y 10 niños.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda

Rescate al sur de Lampedusa

La nave Grecale (al fondo) deposita en el agua dos motobarcas (una a la izquierda). Irán pasando a los inmigrantes de la patera (a la derecha de la imagen) y trasladándolos en grupos de unos 20 hasta la fragata.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda

Rescate al sur de Lampedusa

Un instante del traslado de inmigrantes. Desde que comenzó el dispositivo Mare Nostrum a finales de octubre de 2013 la Marina italiana ha rescatado a 14.000 personas.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda

Rescate al sur de Lampedusa

A la izquierda de la imagen, con neopreno, el director de máquinas de la fragata Grecale, Giuseppe Ladu, organiza el rescate.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda

Rescate al sur de Lampedusa

Los primeros evacuados son mujeres y niños. En la imagen, una joven siria sube por una escalerita de la motobarca a la fragata Grecale.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda

Rescate al sur de Lampedusa

A bordo de la fragata, los inmigrantes son numerados. La mayoría no habla inglés. Resulta complicado entenderse con ellos. Aún no saben cuál va a ser su situación. Hay rostros de incomprensión. Muchos llegan con objetos forrados en plástico.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda

Rescate al sur de Lampedusa

Los rescatados son trasladados a la popa de la nave, junto al helicóptero, donde se les da agua y mantas térmicas. La mayoría vienen exhaustos, con las ropas mojadas y deshidratados.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda

Rescate al sur de Lampedusa

Poco a poco, la popa de la ‘Grecale’ se llena. Alguno cae rendido de sueño. Mucho piden ir al baño. De su relato se desprende que salieron la noche anterior de Zuwara (Libia). Han pasado hasta la madrugada navegando. Suman 219 personas.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda

Rescate al sur de Lampedusa

Al finalizar el rescate, con todos los inmigrantes a bordo, la ‘Grecale’ se aproxima a otra nave de la Marina Italiana, la ‘San Giusto’ (al fondo), con mayor capacidad, para trasladar a los inmigrantes.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda

Rescate al sur de Lampedusa

Esta nueva embarcación, según define el almirante Guido Rando, al mando de la Operación Mare Nostrum: “Es una frontera marítima de la Unión Europea”. Los inmigrantes hacen cola y son cacheados y se les pasa una pala que detecta metales. Se les requisan los efectos personales.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda

Rescate al sur de Lampedusa

Se les va sentando sobre cartones antes de ser llamados para hacerles una entrevista y tomarles una foto. En la embarcación viajaban sobre todo hombres (198). Las mujeres y los menores, una veintena, eran todos sirios. La nacionalidad mayoritaria era pakistaní: 100 personas; les seguían 46 sirios (entre ellos seis familias); 17 marroquíes y 14 nigerianos.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda

Rescate al sur de Lampedusa

En la ‘San Giusto’ también se les toma la huella dactilar, un punto ante el que varios quieren resistirse. Saben que puede traerles problemas si, una vez en tierra italiana, quisieran escapar a otro país de la UE: la ley establece que deberían ser devueltos al primer país de acogida.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda

Rescate al sur de Lampedusa

Después de pasar una noche en la ‘San Giusto’, a los rescatados se les introduce en esta extraña embarcación auxiliar (también llegaron en ella) y son trasladados a una nueva nave de la Marina, más rápida y ligera. En ella, serán definitivamente conducidos a Sicilia.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda

Rescate al sur de Lampedusa

En la última embarcación, la ‘Vega’, se percibe un cambio en los ánimos. Los inmigrantes saben que en Sicilia les espera una odisea aún, pero ya en suelo europeo. Los niños sirios comienzan a jugar con globos hechos a partir de guantes de látex.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda

Rescate al sur de Lampedusa

Cerca ya de Sicilia, tres jóvenes sirios sonríen al sol mientras observan el Mediterráneo.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda
X
1 | 0
El héroe a bordo

El héroe a bordo

El día anterior al rescate, una nube recorrió la mesa del comedor de los oficiales, mientras recordaban los cientos de caras agolpadas en la cubierta de aquel pesquero. Su primer rescate, a finales del año pasado. Son militares. De la Marina italiana. Pero este es un nuevo tipo de misión. Sin armas, pero quizá más violenta. Remueve por dentro. Entre los comensales se encontraba el director de máquinas, un tipo duro, silencioso y achaparrado. Con barba y cejas espesas y el pelo azabache repeinado hacia atrás. Giuseppe Ladu, 38 años, un sardo que además de encargarse de los motores, tiene un neopreno en el despacho de la nave. En caso de emergencia es el primero en subirse en las motobarcas de rescate. Ya cambiado. Ajustado y de negro. El primero en lanzarse a lo profundo cuando algún inmigrante cae al agua. Como vienen con mucha ropa has de actuar rápido, nos contó. Porque se hunden como piedras. “De súbito”, dijo. Tuvo que arrojarse para sacar a una mujer en un rescate “tenso y arriesgado”, tal y como lo definió el comandante. Duró dos días, del 25 al 26 de febrero. Lograron subir a bordo a 600 inmigrantes. Entre olas de cuatro metros. Más cerca ya de Grecia que de Italia. Venían de Egipto. Llevaban varios días navegando. Pero eso fue hace unas semanas.

El 11 de marzo, cuando suena la alarma en la nave Grecale, y por fin se detecta la embarcación con inmigrantes, y una lancha acude a toda velocidad, y el comandante declara el evento “SAR” [de búsqueda y rescate], una voz en italiano dice en la radio del puente de mando: “Director a bordo”. Ladu, con su neopreno negro, y con una bandera italiana en el brazo, es el primero en subir a la patera. Enseguida pone calma entre los inmigrantes: “Tranquilos. Estáis en Italia”. El dire, como le llaman en la nave, permanece en la patera mientras se evacúa a todos los inmigrantes. Del primero al último. Los carga con sus brazos, pone orden, recoge posibles pruebas sobre las mafias: un teléfono con conexión satélite, herramientas, una brújula. Acaban saliendo 219 personas. Se queda solo en la barquita azul con raya blanca. Tras el rescate, le corresponde una última tarea. Con un bote de espray, escribe en este pedazo de madera: “Rescued 11-3-2014”. Y queda la patera flotando a la deriva bajo un cielo cubierto.

X
Nueve años hasta Europa

Nueve años hasta Europa

Elian Salah Shreem, 33 años, se encuentra en la proa de la patera rescatada. Levanta dos dedos en señal de victoria. Sonríe. Se encuentra a salvo. Lo volvemos a encontrar esa noche, sentado entre cartones en el interior de la nave San Giusto, de la Marina italiana. Una frontera flotante. Suda. Dice que necesita fumar. Y que el inglés le sale más fluido con un whisky. Viene de Palestina. Le ha costado nueve años llegar a las puertas de Europa. Ha cruzado varios países para entrar en Libia, desde donde zarpó su embarcación. Cuenta que es chef de comida oriental. Pero que lo mismo cocina un plato libanés que italiano. Con las manos, parece sujetar una olla a presión. Subraya el gesto: “¿Qué ocurre si empujas y empujas? Al final explota”. También habla de muros. Dice que cuando levantas uno “las personas dejan de ser humanas; y quizá se trate de alguien bueno, pero las conviertes en fuego. Y no hay agua en el mundo que pueda apagarlo”.

El relato del palestino, ahora en voz baja, habla del último trayecto. Zarparon de Zuwara, al oeste de Trípoli, rumbo a Sicilia. Pero para subir a esa barca, explica, uno antes ha tenido que ir a un café y preguntar cómo viajar a Italia y volver y negociar el precio. “Cuando llegas a un acuerdo, te llevan a una casa solitaria en una calle vacía”. Tienes agua y un baño, pero poco más. No hablas con nadie y si llaman a la puerta no debes abrir. Esperas 20 días. “Y empiezas a pensar que igual has elegido mal. Porque eres un extranjero en Libia. Tienes miedo de la policía. Pero te quedas”. Hay otras personas de otros cafés en otras casas; todas llenan la patera: 50 de aquí, 70 de allá; el barco está dividido en pedazos y cada parte tiene un dueño, según el palestino. El día señalado, van llegando en grupos a una playa. Hay pistolas y ametralladoras. “Los libios que lo organizan trabajan en la policía y en el ejército”, dice. Y cuando te suben al barco, te empujan y te aplastan y te gritan para que entren más. No puedes volver atrás. Salah Shareem cogió sitio en la cubierta del pesquero. En el piso de abajo quizá fueran unas 100 personas. Apenas sin oxígeno. Cuando zarparon solo pensaba “en llegar a salvo”. Añade que hizo caso al capitán de la embarcación. Su padre le enseñó de niño que un barco sin capitán se hunde. Sin rais, dice en árabe.

X

Rescate en la Frontera Sur

X
Rescatado

La canción del rescatado

Una patera acaba de ser rescatada al sur de Lampedusa. Zarparon de Libia. Navegaron de noche. Sus 219 ocupantes saben que se jugaban la vida en su camino a Europa. Ahora se encuentran a salvo sentados sobre el asfalto de la popa, en esta fragata de la Marina italiana, junto al helicóptero. Algunos rezan, otros duermen o piden ir al baño. Un rostro negro, semioculto bajo la capucha de la sudadera, canta. Dice que viene de Nigeria. Que su canción es una canción de felicidad. “A joy song”, pronuncia en inglés. Su primera melodía en territorio Schengen.

X

Esperando en el limbo

X

La frontera infranqueable

Orestiada

La frontera infranqueable

La verja de Orestiada se extiende a lo largo de los únicos 12,5 kilómetros de frontera de tierra entre Grecia y Turquía (el resto se encuentra dividido por el río Evros). Se levantó en verano de 2012 para frenar el mayor agujero de clandestinos de Europa. En el espacio de dos meses, las detecciones de ilegales pasaron de 7.000 (julio de 2012) a menos de 500 (septiembre 2012).

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda

La frontera infranqueable

La verja mide unos tres metros de alto. Y toda la reja se encuentra cubierta de concertina (“consertina”, lo pronuncian aquí). Nadie la ha saltado, según la jefatura de Policía de la región.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda

La frontera infranqueable

Vista de la frontera fluvial entre Grecia y Turquía. El río Evros (Meriç en turco) recorre casi 200 kilómetros como un tajo entre ambos países. La imagen está tomada desde el lado griego; al fondo, Turquía.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda

La frontera infranqueable

Toda la zona fronteriza entre Grecia y Turquía, en esta remota región de Tracia, se encuentra altamente militarizada. Esta torreta militar domina el territorio a orillas del río Evros.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda

La frontera infranqueable

Mapa de la región por donde llegó a entrar la mayor parte de inmigración irregular en Europa hasta mediados de 2012. Lo encontramos colgado en la pared del jefe de la Policía en Orestiada, Paschalis Syritoudis.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda
X
1 | 0

Filakio: el centro de inmigrantes vacío

Filakio

Filakio: el centro de inmigrantes vacío

El centro de primera acogida de Filakio, en Orestiada (Grecia), fue inaugurado hace un año. Se encuentra al 12% de su capacidad (30 personas, cuando puede dar cabida a 240). Llegó tarde. Después de echar la llave a la frontera con Turquía.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda

Filakio: el centro de inmigrantes vacío

El lugar se encuentra prácticamente desierto. Intentamos hablar con algún interno. “¡No empiecen una conversación!”, nos advierte el director. Tampoco está permitido retratarlos.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda

Filakio: el centro de inmigrantes vacío

Allí cuentan con un despacho el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados y la Organización Internacional para las Migraciones. Informan a los inmigrantes de sus derechos.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda

Filakio: el centro de inmigrantes vacío

En Grecia, atravesar la frontera de forma irregular supone un delito. “Intentamos tratarlos como si no fueran prisioneros. Pero son prisioneros”, comenta Christos Christakoudis, el director del centro. En esta imagen, la doble verja que rodea el lugar.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda

Filakio: el centro de inmigrantes vacío

Los inmigrantes permanecen en el centro de primera acogida 15 días. Luego pasan a otro similar y contiguo, el centro de detención de Filakio (en la imagen), donde los inmigrantes pueden pasar hasta 18 meses privados de libertad. La entrada no está permitida a la prensa.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda
X
1 | 0

Bulgaria: La nueva frontera de Europa

Bulgaria

Bulgaria: La nueva frontera de Europa

Vista de la frontera entre Bulgaría y Turquía, vigilada a lo largo de 60 kilómetros con cámaras térmicas y sensores de movimiento . En 2013, la cruzaron más de 11.000 inmigrantes, la mayoría sirios. El año anterior, la inmigración era prácticamente inexistente. El cerrojo griego desvió el flujo de migrantes a esta zona.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda

Bulgaria: La nueva frontera de Europa

Hasta Bulgaria se han desplazado equipos europeos de fronteras bajo el paraguas de la agencia Frontex. En la imagen, un policía finlandés realiza ejercicios de búsqueda de personas.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda

Bulgaria: La nueva frontera de Europa

El equipo finlandés de Frontex cerca de la frontera con Turquía. Son especialistas en encontrar desaparecidos en circunstancias climatológicas severas, con ayuda de perros. En el centro, Janne Heikinnen, el jefe del grupo.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda

Bulgaria: La nueva frontera de Europa

Un agente de la Policía de Fronteras búlgara. Las patrullas de Frontex van siempre acompañadas por un funcionario del país de acogida. Ante el incremento migratorio, a finales de 2013 se desplegaron cerca de 1.500 policías búlgaros en la frontera.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda

Bulgaria: La nueva frontera de Europa

Cola de camiones para entrar en Turquía desde Bulgaria, a través del paso fronterizo de Lesovo; un tipo de imagen prácticamente olvidada en una Europa sin fronteras.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda

Bulgaria: La nueva frontera de Europa

Sala de acceso restringido desde donde se controlan las cámaras térmicas (en la pantalla de arriba) con las que se vigilan los montes que separan Bulgaria y Turquía.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda
X
1 | 0

Harmanli: El centro de refugiados

Harmanli

Harmanli: El centro de refugiados

En la ciudad búlgara de Harmanli, a unos 50 kilómetros de la frontera con Turquía, una antigua base militar ha sido habilitada como centro de solicitantes de asilo y refugio. La mayoría son sirios. Muchos de ellos viven en estas casitas prefabricadas diseminadas en una explanada.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda

Harmanli: El centro de refugiados

Una niña siria vende refrescos, jabones, pipas y te entre los contenedores. En este lugar, según el recuento de uno de los internos, vivían 870 personas a mediados de febrero.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda

Harmanli: El centro de refugiados

En el centro de Harmanli también se han habilitado tres edificios para acoger a los internos. Bulgaria cuenta en estos momentos con cerca de 8.000 solicitantes de asilo, la mayoría sirios, según un informe reciente de ACNUR.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda

Harmanli: El centro de refugiados

Escalera interior en uno de los edificios del centro. “La llegada del invierno empeoró una situación inadecuada y masificada”, según un informe de ACNUR de diciembre de 2013. Nosotros visitamos el centro en febrero.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda

Harmanli: El centro de refugiados

En el recinto militar de Harmanli, se ven niños sirios jugando por todas partes. Cerca de 5.000 refugiados de Siria, muchos de ellos familias, cruzaron a Bulgaria desde Turquía en 2013.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda

Harmanli: El centro de refugiados

Pero no solo hay sirios en Harmanli. En la imagen, interior de una habitación en la que conviven 22 africanos. La mayoría vienen de Malí y Costa de Marfil. Cuenta que cruzaron la frontera a pie por el bosque. Han solicitado asilo. “Dicen que nos van a dar los papeles; no sabemos si es verdad o no”.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda

Harmanli: El centro de refugiados

Un hombre cocina en un hornillo en el interior de otra habitación. La mayoría se queja de la comida en el centro, donde les ofrecen una vez al día el mismo guiso que comen los militares.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda

Harmanli: El centro de refugiados

Un hombre cruza por un descansillo en uno de los edificios del centro de Harmanli. En este lugar, según nos relataban los internos, muy pocos querían entrar debido a varios casos detectados de tuberculosis.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda

Harmanli: El centro de refugiados

Un niño sirio en las dependencias de Harmanli. Al fondo, el camión militar que reparte la comida a los internos.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda

Harmanli: El centro de refugiados

Aunque se encuentra en proceso de rehabilitación, muchos de los edificios muestran aún un aspecto ruinoso.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda

Harmanli: El centro de refugiados

Llamada a la oración desde el primer piso de uno de los edificios del centro. La sala interior ha sido habilitada como mezquita.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda

Harmanli: El centro de refugiados

La mezquita a la que los internos acuden al rezo.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda

Harmanli: El centro de refugiados

Una peluquería improvisada al aire libre, junto a los contenedores de chapa.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda

Harmanli: El centro de refugiados

Miembros de una familia siria del centro de refugiados de Harmanli. Muchos de los solicitantes de asilo se quejaban de que aún no estaban recibiendo los 33 euros mensuales (unos 65 Lev, la moneda búlgara) que les corresponde mientras aguardan una respuesta a su demanda.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda

Harmanli: El centro de refugiados

Algunos de los rincones del centro, como este baño en el interior de uno de los edificios, se encuentran en situación de abandono.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda

Harmanli: El centro de refugiados

Camara Abdullah, 20 años, huído de la guerra en Costa de Marfil, se distrae viendo un partido de fútbol entre internos del centro. Siria ganaba 3-0 a la selección africana.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda

Harmanli: El centro de refugiados

Jockouehi Franck, 20 años, viene de Costa de Marfil. Muestra las cicatrices de la guerra en su espalda. Huyó, según su relato, de una muerte bastante probable en su país. Llegó a Bulgaria en 2011. Ha solicitado asilo político.

Ocultar Leyenda Mostrar Leyenda
X
1 | 0
Una familia a la espera

Una familia a la espera

Entre los ‘bungalows’ de Harmanli, un hombre cava a la puerta de su casa provisional. Él la llama “caravana”. Mannan Ahmed tiene 34 años, es kurdo, viene de Aleppo (Siria). Y de momento, quiere plantar cebollas. Quizá en el futuro haga crecer el huerto. Todo depende del tiempo que permanezcas en Bulgaria, a la espera. Nos invita a pasar a su hogar y su mujer, Amina Omar, de 27, prepara café y té. Sentados sobre la cama, entre los peluches de los niños con los que comparten ‘bungalow’, el hombre dice: “Me quiero preparar para una nueva vida”. Mientras fuma de un cigarrillo electrónico, cuenta que era supervisor de un aparcamiento en un centro comercial. El 17 de octubre de 2012 dejó Siria junto a su esposa. No tienen hijos. Se marcharon a Turquía, donde él trabajó un año en un taller textil de Estambul, fabricando vaqueros. Un año después, el 14 de octubre de 2013 entró caminando a Bulgaria junto a un grupo de 25 personas; 13 de ellos eran niños. Los ‘facilitadores’, según recuerda, los llevaron de la capital turca a la ciudad de Edirne, muy cerca de la frontera con Grecia y Bulgaria. Los acercaron en coche al bosque. Pararon de noche al borde de la carretera. Comenzaron a caminar. “A los 10 minutos ya habíamos atravesado la frontera”. Siguieron andando en la oscuridad otras ocho horas hasta que los encontraron. “Hay quien se pasa tres días perdido”, añade.

Su grupo fue el segundo en desembarcar en el campo de refugiados de Harmanli. “Luego comenzaron a llegar en oleadas. Hasta tres autobuses en un día. Algunos han escapado, y se han ido a Sofía. Desde allí han llegado a Alemania. A Noruega. A Holanda. Nosotros preferimos esperar a que nos den el estatus de refugiados”. Pero si tuviera dinero se marcharían, añade, sugiriendo alguna ruta irregular hacia territorio Schengen. “Cuando nos trajeron aquí”, dice, “pensé que no habíamos llegado a Europa”. Les dieron cobijo en esta “caravana”. Pero llegó el invierno. Sin electricidad, sin calefacción, helados, hicieron una huelga hasta que consiguieron calentadores. Ahora hay uno a los pies de la cama. Tienen un baño limpio. Una pequeña cocina. Y junto a la ventana de su casa, han escrito en la pared color crema “Happy new year [feliz año nuevo]”. Recuerdo de estas navidades. A los pies queda el huerto.

X
El intérprete afgano

El intérprete Afgano

Jawad Gwlzar, a la derecha en la imagen, es un afgano joven que arrastra en la mirada oscura una vida demasiado larga. Es imposible retirar los ojos de una costra blanquecina en su labio. Sentado en la litera de su habitación, en el centro de refugiados de Harmanli, cuenta que en la provincia de la que viene, Gazni, a unos 140 kilómetros al sureste de Kabul, dejó de haber gobierno y leyes cuando llegaron los talibanes. La milicia integrista asesinó a su padre. “Lo cogieron. A los cuatro días lo encontré muerto”, dice mientras el olor a especias llena el dormitorio. Un hombre cocina al fondo. Gwlzar habla en inglés y cuando no encuentra la palabra consulta con sus compañeros de habitación, afganos y pakistaníes. “Destruyeron la casa, la granja. Porque piensan que amamos que venga la gente de fuera. Amamos la libertad, porque somos humanos. Aunque creamos en cosas diferentes. Tengo 18 años. En 2007 escapé ilegal a Irán. De Irán llegué ilegal a Turquía. Quiero entrar en Schengen. Quiero estar seguro”. Cuando hablamos con él, lleva en Bulgaria algo más de dos meses. En Turquía se buscó la vida recogiendo hierro en la calle y revendiéndolo. En Afganistán, antes de abandonar el país, trabajó como segundo traductor para el ejército de Estados Unidos. Los talibanes quemaron sus papeles, cuenta. Su salvoconducto para dejar el país.

X

Pincha en los iconos para explorar con fotos, audios y vídeos los puntos calientes del drama de la inmigración en Europa