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Columna
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No culpable

Hollywood, tan hipócrita como pragmático, trató a Kevin Spacey como a un apestado cuando fue acusado de delitos sexuales contra cinco hombres. El jurado acaba de absolver en Inglaterra al actor

El actor Kevin Spacey habla con la prensa tras ser declarado inocente en Londres.
El actor Kevin Spacey habla con la prensa tras ser declarado inocente en Londres.SUSANNAH IRELAND (REUTERS)
Carlos Boyero

Interpretaba con convicción a personajes sinuosos, cínicos, villanos perturbadores. Y podía provocar mucho miedo. Yo lo sentía cuando aparecía en la parte final de Seven, interpretando a un sonriente monstruo que asesina con diabólico sadismo a personas que encarnan los pecados capitales. También me dejó inquieto cuando en Sospechosos habituales descubre su auténtica naturaleza y dando vida, maldad y capacidad de manipulación a un político tan corrupto como inteligente en la serie House of Cards. Me hizo reír y también sentir piedad por aquel hombre infeliz que decide abandonar sus máscaras y transgredir lo que aparentaba en la tragicómica American Beauty.

Este señor se llama Kevin Spacey. Hablo en pasado, ya que desde hace muchos años ha desaparecido de las pantallas y dudo que vuelva a estar en ellos. Le borraron, le expulsaron del paraíso e incluso volvieron a rodar con otro actor una película terminada que él había coprotagonizado. Hollywood, tan hipócrita como pragmático, le trató como a un apestado cuando fue acusado de delitos sexuales contra cinco hombres, de haberlos violado abusando de su poder y de su influencia. Era un bocado muy sabroso, como lo fue Woody Allen para el Me Too en su cacería de depredadores sexuales. El gran público no conocía a delincuentes y acosadores reales como Weinstein y Epstein, pero sí le resultaba familiares sospechosos como Spacey y Allen. El morbo estaba asegurado con su presunta culpabilidad. Y por supuesto, la inquisición les declaró culpables antes de que fueran juzgados.

El jurado decretó inocente dos veces a Allen pero ya no pudo volver a rodar en Estados Unidos. Y el jurado acaba de absolver en Inglaterra a Spacey. Resultó, qué horror, que lo declaraban inocente. Imagino que los medios de comunicación pasarán de puntillas sobre su absolución. Y el Me Too clamará contra la justicia que no les da la razón. Qué miedo y qué grima me inspiran las que jamás dudan de que los dioses y la verdad están siempre de su parte. Spacey les ha jodido provisionalmente un empleo muy bien pagado destinado a convencer de que los malos siempre son tíos.

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