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Qué son los ‘Archivos de Twitter’: la guerra por la verdad en la era Musk

El nuevo propietario de la red revela a su manera cómo fue la presunta conspiración para censurar la historia del portátil de Hunter Biden

El presidente de EE UU, Joe Biden, saluda junto a su hijo Hunter, durante una celebración por Acción de Gracias. Hunter Biden es el protagonista del caso central en "Los archivos de Twitter", promovidos esta semana por Elon Musk.
El presidente de EE UU, Joe Biden, saluda junto a su hijo Hunter, durante una celebración por Acción de Gracias. Hunter Biden es el protagonista del caso central en "Los archivos de Twitter", promovidos esta semana por Elon Musk.MANDEL NGAN (AFP)
Jordi Pérez Colomé

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El pasado viernes, el dueño de Twitter, Elon Musk, tuiteó: “Lo que pasó realmente con la historia de la supresión de Hunter Biden en Twitter será publicado aquí en Twitter a las 5pm”. Y en seguida: “Será increíble”, junto al emoji de palomitas. Incluso tenía un nombre de caso internacional: los Archivos de Twitter [The Twitter Files]. Este viernes salió la segunda entrega de los “archivos”. Era sobre la presunta “censura en la sombra” [shadowbanning] que Twitter ejerció contra algunas cuentas. Solo hay de momento un problema: no ha sido “increíble”.

Primero, un poco de contexto sobre Hunter Biden. Hunter es el hijo del presidente de EE UU, Joe Biden. En octubre de 2020 apareció su presunto portátil y el New York Post, un periódico afín a Donald Trump, publicó una historia que insinuaba que Hunter había usado su apellido para obtener negocios en Ucrania cuando su padre era vicepresidente de Obama. La campaña de Trump intentó elevar la polémica a la llamada “sorpresa de octubre”: un hecho calamitoso para un candidato semanas antes de las elecciones de noviembre. Pero nunca cuajó.

Twitter y Facebook limitaron la difusión del artículo del Post. Facebook solo evitó que sus algoritmos lo promocionaran, pero Twitter impidió la publicación del enlace a la pieza, tanto en tuits como en mensajes directos. Incluso suspendieron temporalmente la cuenta del New York Post por no querer borrar el enlace.

Este es el contexto de lo que ocurrió a tres semanas de las elecciones de 2020. Desde entonces, el portátil de Hunter Biden ha sido la gran ejemplo del exceso de poder de las tecnológicas, su evidente progresismo y su connivencia con el Partido Demócrata en EE UU. Musk ha llegado para salvar Twitter de las garras del progresismo. Ahora que es el dueño de Twitter, escarbar en los emails de los ejecutivos de Twitter y revelar esta presunta connivencia parecía una victoria fácil.

Musk dio parte de esta documentación a dos periodistas independientes, Matt Taibbi y Bari Weiss. El pasado viernes Taibbi publicó un hilo en Twitter con 36 mensajes. Esta era la gran promesa del segundo tuit de Taibbi: “Los ‘Archivos de Twitter’ cuentan una historia increíble desde el interior de una de las redes sociales más grandes e influyentes del mundo. Es una historia frankenstiniana de un mecanismo construido por humanos que crece fuera del control de su diseñador”.

Esto es lo que cabe destacar de esta historia curiosa, que dice más de sus protagonistas que del hecho.

1/ No hay por ahora ninguna revelación sorprendente. Aunque con retraso, estos “Archivos de Twitter” tiene ahora dos capítulos. En ninguno hay nada sangrante, aunque es interesante ver cómo se discuten y toman decisiones dentro de una empresa y cómo se han contado hacia fuera. Hay cierto debate también en qué tipo de acceso han tenido los periodistas a las herramientas internas de Twitter: han publicado capturas de mensajes de Slack de ex cargos ejecutivos de Twitter. Aun así, no hay frases ni expresiones fuera de tono.

Tras 2016, las redes se protegieron con unas normas sobre la difusión de material hackeado. En el caso de Twitter, establecieron que se iba a impedir la difusión de esa información. Después de las injerencias extranjeras de 2016, la precaución era incluso excesiva porque podían acabar bloqueando cuentas y tuits de medios y políticos. Así ocurrió. El extraño portátil de Hunter Biden, que había pasado por varias manos y que luego expertos comprobaron que otra gente había metido archivos, era un hipotético caso.

Saltaron todas las alarmas y los tuits de Taibbi revelan solo a un grupo de ejecutivos discutiendo si ante la falta de información debían aplicar su propia regla o no. Incluso hay correos de un congresista demócrata diciéndoles que se están pasando y mejor dejen de hacerlo. El entonces jefe ejecutivo, Jack Dorsey, explicó en su día en el Congreso la decisión y cómo la revocaron días después. Esto es algo que ya se sabía y la revelación no añadía nada nuevo.

“Ni una sola vez nadie en [los correos] que reveló Taibbi sugiere algo ni remotamente motivado políticamente”, escribe el analista Mike Masnick. “Hubo una preocupación legítima internamente sobre si era correcto o no bloquear la historia del New York Post, lo cual tiene sentido, porque estaban (correctamente) preocupados por tomar una decisión que fuera demasiado lejos”.

La violación de la célebre primera enmienda [que el Gobierno no puede limitar la libertad de expresión] requiere que haya una intromisión del Gobierno para bloquear esa historia. Pero entonces en la Casa Blanca estaba Trump. Quizá la única revelación medio notable es que ambos partidos habían pedido a Twitter que eliminara mensajes, como puede hacer cualquier usuario de Twitter. De los republicanos no pone ejemplos; de los demócratas los ejemplos son básicamente de fotos de fiestas de Hunter Biden donde sale desnudo, que violan otra política de Twitter.

Sobre la “censura en la sombra” revelada por Bari Weiss, la guerra es por el significado de las palabras. Dorsey y otros ejecutivos explicaron en 2018 que limitaban la exposición de algunos tuits y que eso no era “censurar en la sombra”. El debate es tan fino que en el fondo es la misma práctica que ahora quiere hacer Musk para tuits que infrinjan sus reglas: “libertad de expresión, pero no libertad de alcance”, dijo, que significa que puedes decir todo lo que quieras, pero eso no implica que Twitter “facilite” la aparición de tu mensaje de odio en búsquedas, respuestas o en la cronología de otros usuarios. En el hilo de 30 mensajes de Weiss, hay ejemplos de cómo se aplicaba esto con el jugoso nombre por ejemplo de “lista negra de tendencias”. Esa es la gran prueba.

2/ La atención permanente es ganar. Hasta aquí, la historia. Musk logra con estos “Archivos de Twitter” al menos dos objetivos: uno, seguir en el foco de la atención y dar mayor sensación de lo importante que es Twitter, lo que le conviene como propietario. Dos, “recentrar” Twitter tras sus acusaciones de “izquierdista”.

Esta página es del librillo de Trump: lo importante es dar que hablar. Siempre habrá quien te defienda y se alegre de que haces rabiar a los rivales políticos. Hoy hay docenas de vídeos y podcasts en internet que crean horas de contenido sobre Twitter a partir de 36 tuits con escasa información. La mayoría dice que es un escándalo asombroso y otros dicen que no hay apenas nada. Pero saber con certeza qué ocurre es más difícil. No es que antes, en un mundo con menos voces, fuera más fácil saber qué pasa. Pero ahora es igual de complicado.

3/ Los periodistas no pertenecen a medios tradicionales. Taibbi y Weiss provienen de medios muy tradicionales y hoy tienen newsletters y podcasts de éxito. Taibbi trabajó en la revista Rolling Stone, Weiss en el Wall Street Journal y el New York Times. Se ganan por supuesto la vida mucho mejor ahora. Incluso Weiss ha fundado un medio The Free Press [La Prensa Libre] con otros periodistas salidos de medios tradicionales. Ha aprovechado los “Archivos de Twitter” para darle más bombo. Sus secciones principales son política, ciencia y sentido común.

Los periodistas de medios tradicionales criticaron repetidamente a Taibbi por hacer de “publicista del hombre más rico del mundo”. Taibbi se defendió diciendo que esos periodistas han escrito artículos con fuentes anónimas del FBI o de otros departamentos del Gobierno. Taibbi tuvo que aceptar “ciertas condiciones” de Musk que no ha revelado. Una bastante clara es probablemente publicar la “investigación” en forma de hilo y no en su newsletter.

4/ ¡Los medios lo esconden! Los dos primeros días tras el hilo el grito de quienes veían un escándalo increíble era que “los medios lo ocultan”. El New York Times y el Washington Post sacaron piezas breves sobre el hecho porque no habían podido ver esos documentos, que también habían pedido.

La presunta ocultación de los medios es un elemento indispensable de la narrativa: “En algún momento es posible que hayas notado que lo que leías no reflejaba lo que veías con tus propios ojos”, dice el manifiesto fundacional de The Free Press. “En otro momento, tal vez notó que las personas que cobran para contarle el mundo tal y como es, le contaban en su lugar el mundo como deseaban que fuera”. Ellos, añaden, vieron ese proceso desde dentro. Ahora van a volver a las raíces del periodismo y la verdad. Puede ser.

El problema en estas batallas aparentes es que ambos bandos tienen supuestamente intereses particulares, no solo los medios o el Gobierno. Dorsey pidió a Musk que si tan preocupado estaba por la transparencia que se dejara de sacarlo a plazos con dos periodistas de confianza y publicara todo. Musk prometió que lo hará. Mientras, seguiremos jugando a la verdad en la era de las redes.

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Sobre la firma

Jordi Pérez Colomé
Es reportero de Tecnología, preocupado por las consecuencias sociales que provoca internet. Escribe cada semana una newsletter sobre los jaleos que provocan estos cambios. Fue premio José Manuel Porquet 2012 e iRedes Letras Enredadas 2014. Ha dado y da clases en cinco universidades españolas. Entre otros estudios, es filólogo italiano.

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