_
_
_
_
_

Christopher Mims: “Amazon sabe cómo bajar el ritmo de trabajo para prevenir lesiones. Pero quizá dejaría de ganar dinero”

Un libro del periodista estadounidense analiza la increíble sofisticación alcanzada por la industria logística, donde esta empresa es líder y a menudo el más perjudicado es el trabajador de almacenes

Christopher Mims, autor del libro 'Llega hoy. Desde la fábrica a tu puerta: por qué todo ha cambiado sobre cómo y qué compramos'.
Christopher Mims, autor del libro 'Llega hoy. Desde la fábrica a tu puerta: por qué todo ha cambiado sobre cómo y qué compramos'.
Jordi Pérez Colomé

Los trabajadores de almacenes se lesionan el doble que el resto de la industria privada. Casi uno de cada 20 estadounidenses de los que trabajan en la ocupación más común en Amazon se lesionará o caerá enfermo cada año. “Amazon sabe cómo bajar el ritmo de trabajo para prevenir lesiones”, dice el periodista Christopher Mims. “Pero quizá dejaría de ganar dinero”, añade. Hay almacenes de Amazon donde todos y cada uno de los empleados son renovados cada año. La presión es enorme.

Mims, de 43 años (San Antonio, Texas) y que escribe de tecnología en el Wall Street Journal, explica en su libro Arriving Today [Llega hoy], sin traducción aún al español, cómo afecta a los trabajadores la automatización creciente de una industria que es la columna vertebral de la globalización. Amazon es una de las mayores expresiones de ese éxito: lograr que el tiempo entre la recepción de un pedido y que el producto sea cargado en un camión en un almacén sea solo de “entre 45 minutos y 2 horas” es, según Mims, “un triunfo de la computación, ingeniería de software e inteligencia artificial” que lo convierte en “uno de los problemas más difíciles y más complicados nunca resueltos por la humanidad”.

El libro de Mims sigue el recorrido de un cargador USB desde la fábrica en Vietnam hasta un hogar en el interior de EE UU por río, océano, puertos llenos de contenedores sin empleados en Los Ángeles, camiones y sobre todo almacenes de Amazon. Es un recorrido por la industria logística global, que mueve cada día tantos contenedores como caben en un tren de dos pisos, lo suficientemente largo como para cubrir más de la mitad del ecuador de la Tierra.

”Un lugar en el que te obligan a trabajar al límite de tu capacidad y tienes poco o ningún contacto humano es la definición de trabajo penitenciario, es muy alienante”

Esta proeza del ingenio humano implica un nivel de robotización que aún convive con cientos de miles de humanos. Hay detalles que los robots no pueden hacer y aún queda un espacio para personas: “Son el pegamento que une todas esas islas de automatización”, dice Mims a EL PAÍS en una entrevista por videoconferencia desde Baltimore, donde vive. Ser el pegamento consiste en repetir una y otra vez la misma operación de mover un producto entre dos cintas o cargar el tráiler de un camión.

El algoritmo es el rey

Esas operaciones están intensamente reguladas por algoritmos y los humanos las ejecutan solo porque la coordinación entre nuestro cerebro y nuestra mano es por ahora imposible de replicar por un robot. El libro cita la paradoja de Moravec, que dice que es mucho más difícil enseñar a un ordenador a que mueva una pieza en un tablero de ajedrez que hacer que nos gane al ajedrez.

Este dominio del algoritmo en los almacenes es uno de los principios de Amazon. Su objetivo es eliminar toda la disfunción y retraso del proceso de trabajo en la compañía. Amazon recibe 115 pedidos por segundo, 10 millones cada día en total. En solo un segundo la compañía asume tantos pedidos como caben en un camión de reparto de UPS. La repetición sin errores y cotidiana de esta proeza es la base del éxito de Amazon. Los humanos en ese proceso son solo una pieza y sus lesiones, por ahora, han sido secundarias. Los robots podrían ya casi gestionar un almacén, pero sería más lento que su combinación con humanos. Amazon no puede permitirse lentitud.

“En Amazon la velocidad es la expresión más pura de los objetivos y de quién está a cargo de definirlos”, escribe Mims.”[Los líderes de Amazon] no parecen dispuestos a aceptar la idea de que usar rebanadas cada vez más finas de las capacidades cognitivas y físicas de los trabajadores, quitándoles la opción de usar sus talentos, crea problema nuevos”, añade. El algoritmo de Amazon sabe cómo va de rápido cada uno de los trabajadores de un almacén. A los más eficientes les da un premio: más trabajo.

Empleos sin entrevistas

Este tipo de empleos no requieren apenas formación de ningún tipo. Amazon ya no hace entrevistas para esos puestos de almacén. Contrata a todo el que llega y pasa un test de drogas. Ese proceso se llama “de-skilling” o “des-cualificar”. “La pérdida de habilidades es un factor enorme porque comenzó con la manufacturación, pero se ha extendido a todo tipo de trabajo manual”, dice Mims. Esto tiene consecuencias reales para toda la sociedad: “Vemos una polarización. Por un lado, tienes personas con trabajos exigentes altamente calificados y se les paga en consecuencia. Y por otro, en los trabajos manuales, que solían requerir más habilidades, se vuelven menos calificados. No importa si se trata de fábricas, supermercados, centrales de llamadas, servicio al cliente o logística. Todos esos trabajos se han vuelto poco cualificados. Lo que sucede es que la clase media era mayoría; ahora se convierte en una distribución en forma de barra con pesas, donde hay más en los extremos”, añade.

Tanto las lesiones, que suelen aparecer al cabo de años, como la dispar distribución de renta tiene consecuencias obvias en la desigualdad social.

Mims defiende que esta organización empresarial perfecta donde cada pequeña disfunción o falta de ritmo o competitividad se ha trasladado a nuestras vidas y ocio. Los consumidores formamos parte de esa cadena logística sofisticada: consumimos más porque es más fácil. “Esto ha ocurrido siempre: la automatización eleva nuestro nivel de expectativas. Oh, ahora que puedes lavar tu ropa inmediatamente, necesitas tener una casa más bonita, o ahora que la comida está más disponible, necesitas cocinar en casa como si fueras un chef con estrella Michelin”, añade. “Hubo un tiempo en que la gente abría algunos alimentos enlatados y los calentaba y pensaban, oh, esto es una comodidad increíble. Pero la gente ya no se sirve a sí misma ni a sus invitados así. Así, cada vez que obtenemos una nueva optimización, aumenta nuestra expectativa de nuestro nivel de vida y terminamos con más trabajo en lugar de más ocio”, cuenta.

La consecuencia puede parecer triste, pero es así, tanto para el consumidor como para el trabajador de Amazon: más tecnología no relaja tus expectativas o facilita tu trabajo, sino que crea nuevas aspiraciones o retos que conllevan más esfuerzo. Es una gran paradoja: “He llegado a la conclusión de que es una ideología y que las ideologías se pueden combatir con otras ideologías”, dice Mims. “Una parte de este ritmo de vida proviene de nuestro ecosistema de información, las redes sociales y el resto de medios. Simplemente, se sigue acelerando el ritmo de vida. Sí, hay un movimiento donde la gente se pregunta: ¿cómo puedo ralentizar mi vida? ¿Cómo puedo absorber menos información y tener más tiempo para mí? Pero es pequeño. Así que creo que esa es la experiencia humana predeterminada”, añade.

Un sindicato en Amazon

Tras una larga lucha, un almacén de Nueva York de Amazon logró crear un sindicato de trabajadores. Fue una noticia enorme en EE UU. La empresa contribuye a evitar las pausas y las conversaciones entre compañeros para que no se creen amistades y relaciones que acaben en asociaciones como sindicatos: “Somos animales sociales y es una necesidad para nosotros tener conversaciones con otros, así es como creamos significado y soportamos las cosas difíciles”, dice Mims. ”Un lugar en el que te obligan a trabajar al límite de tu capacidad y tienes poco o ningún contacto humano es la definición de trabajo penitenciario, es muy alienante. Y sin mencionar el hecho de que puede conducir a niveles más altos de lesiones físicas por la repetición de las tareas”, añade.

Mims advierte de que ha encontrado a empleados que defienden el tipo de trabajo y los beneficios que obtienen en EE UU, pero cree que ambas cosas son posibles: hay gente satisfecha y trabajar en un almacén de Amazon es un reto complicado. El problema para la compañía es que hay lugares, mientras sigue creciendo, donde pronto no habrá gente que quiera o pueda trabajar en sus almacenes: “Cuando hablo con los trabajadores, no quieren que dejes de comprar en Amazon. No están descontentos con los salarios y beneficios, sino que quieren más protagonismo y más control sobre el ritmo de trabajo, las horas y la naturaleza del trabajo. Por eso se sindicalizan”, dice.

“Amazon niega todo esto. Dicen que no necesitan sindicatos porque pueden hablar directamente con los empleados y hacen cosas para hacerles felices. Pero es una relación totalmente patriarcal, condescendiente, jerárquica, donde dicen saber qué es lo mejor para ti. Y si te estás quejando, solo eres un quejica, deberías ir a trabajar a otro lado”, dice Mims.

Puedes seguir a EL PAÍS TECNOLOGÍA en Facebook y Twitter o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites
_

Sobre la firma

Jordi Pérez Colomé
Es reportero de Tecnología, preocupado por las consecuencias sociales que provoca internet. Escribe cada semana una newsletter sobre los jaleos que provocan estos cambios. Fue premio José Manuel Porquet 2012 e iRedes Letras Enredadas 2014. Ha dado y da clases en cinco universidades españolas. Entre otros estudios, es filólogo italiano.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_