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Ni se llama kraken ni parece más grave que otras variantes: así es la última evolución de la covid

La OMS vigila el último linaje del coronavirus, que crece en Estados Unidos y ya se ha detectado en España, pero no ha mostrado mayor virulencia

Covid
Una célula infectada con la variante ómicron del SARS-CoV-2, vista con un microscopio electrónico y posteriormente coloreada.AP
Pablo Linde

Desde que comenzó la pandemia de covid y fueron surgiendo nuevas variantes del virus inicial, cada una de las que se impuso pasó a ser “la más contagiosa”. Alfa lo era mucho más que la original, pero menos que beta, que a su vez tenía menos capacidad de transmisión que delta, muy contagiosa, pero no tanto como ómicron. En esta evolución, el último escalón (por ahora) es la XBB.1.5, un sublinaje de ómicron, bautizado oficiosamente como kraken, que avanza por Estados Unidos y se ha hecho de nuevo con la vitola del que tiene más facilidad para infectar, aunque no parece ser más grave.

La XBB, una fusión de dos variantes de ómicron, está bajo el radar de la Organización Mundial de la Salud (OMS) desde principios de diciembre. Dos mutaciones de esta han dado lugar a la XBB.1.5, que ha pasado a ser la principal candidata a imponerse en todo el mundo tras crecer rápidamente en Estados Unidos, donde la XBB y su descendiente suponen casi la mitad de los casos.

La OMS ya la ha detectado en 25 países, entre ellos en España, donde se han identificado algunos casos, aunque de momento, anecdóticos. Tanto en las muestras aleatorias secuenciadas como en los análisis en aguas residuales que hace el Ministerio de Sanidad se ha encontrado un claro predominio de la BA.4 y BA.5, que son las que llevan contagiando masivamente desde el verano.

La propia naturaleza del virus hace que para que una variante llegue a convertirse en predominante, tiene que ser más contagiosa que las anteriores. De lo contrario, no se impondría a las que ya circulan. Pero la capacidad de transmisión de un virus no es un hecho absoluto y aislado, sino fruto de la interacción con sus huéspedes (los seres humanos), su estado inmunitario y las interacciones entre ambos.

Desde que se generalizaron las vacunas, ninguna de las variantes del SARS-CoV-2 ha demostrado ser más grave que la anterior. No ha habido ninguna que haya escapado de tal forma al sistema inmunitario que produzca mayor proporción de muertes o de hospitalizaciones en una población con más defensas generadas tanto por las inyecciones como de forma natural gracias a los contagios. Y, por el momento, la XBB.1.5 no parece ser una excepción.

Cuando una variante causa una enorme cantidad de infecciones, sin embargo, estadísticamente también aumentan el número de personas que enferman gravemente o mueren, incluso si es mucho menos letal que las anteriores. Aun así, desde que comenzó la vacunación, las olas han causado en España cada vez menos hospitalizaciones.

Esto viene a confirmar que las variantes están siendo cada vez más leves: incluso con millones de contagios (algunos estudios calculan más de 12 millones en España solo en la séptima ola) no son capaces de poner en tensión la capacidad de las Unidades de Cuidados Intensivos, aunque sí causan la muerte de cientos de personas, sobre todo muy mayores y vulnerables que padecían otras enfermedades y a los que la covid consigue descompensar definitivamente.

Por esta razón, las autoridades sanitarias urgen a los mayores de 60 años a ponerse la segunda dosis de refuerzo, que es más efectiva que las anteriores para proteger de las variantes de ómicron. En España las cifras de vacunación están estancadas desde hace semanas: poco más de la mitad de la población mayor la ha recibido.

Por cuestiones técnicas, la ómicron ha sido la última bautizada oficialmente con una letra griega hasta el momento. Todas las demás han sido sublinajes que respondían solo a letras y números y que han recibido en ocasiones sobrenombres improvisados para ser identificados, con apelativos como centauro, perro del infierno o pesadilla, que fue el primer apodo que se extendió para la variante XBB.

Kraken, que hace referencia a un monstruo marino de la mitología escandinava, ha sido la ocurrencia de Ryan Gregory, un profesor de biología de la Universidad de Guelph (Ontario, Canadá), que trata de hacer más accesible la información sobre las nuevas variantes. De ahí sustituir un número por un nombre como este. Sucede, sin embargo, que normalmente estos nuevos linajes denominados de forma llamativa ni son tan infernales ni tan pesadillas ni tan monstruosos como su apelativo sugiere. De los cientos de variantes que han circulado y las decenas que se han identificado como un peligro, solo unas pocas han conseguido imponerse, y de forma cada vez menos virulenta.

La OMS advierte de que cuanto más contagios se produzcan, más probabilidad hay de que el virus mute y escape al sistema inmunitario. Es un riesgo inherente a cualquier virus: que en algún momento se vuelva más letal, como sucede con la gripe, que recurrentemente ha causado epidemias graves a lo largo de la historia.

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Sobre la firma

Pablo Linde
Escribe en EL PAÍS desde 2007 y está especializado en temas sanitarios y de salud. Ha cubierto la pandemia del coronavirus, escrito dos libros y ganado algunos premios en su área. Antes se dedicó varios años al periodismo local en Andalucía.

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