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‘Midorexia’: cuando la obsesión por la eterna juventud maneja nuestros pensamientos

Cada vez son más personas las que, llegada la mediana edad, hacen lo posible e imposible por mantenerse casi eternamente jóvenes. ¿Cómo distinguir una actitud saludable de una obsesión inalcanzable?

Jennifer Lopez (52 años).
Jennifer Lopez (52 años).Getty (Getty Images)

De Jennifer López a Jennifer Aniston, pasando por Brad Pitt o Will Smith. Si algo tienen en común todas estas caras conocidas es que el tiempo parece no pasar por ellos. Aunque quizás, lo que más llama la atención, es que ya no entendemos esa eterna juventud como el privilegio de unos pocos, sino que se ha convertido en un ideal que todos querríamos alcanzar. En algunos casos esto se traduce en intentar llevar una vida sana, en cuidarse y en algún tratamiento de estética si procede. En otros casos, intentar mantenerse joven llegada la mediana edad es toda una obsesión. Una obsesión que ha pasado a conocerse como midorexia.

La psicóloga de TherapyChat, Pilar García Flórez, explica así cómo surgió el término: “La primera vez que aparece este término es en el año 2016, en un artículo del periódico The Telegraph, que lo define como la convicción de las personas que ya pasan de los 50 años están más atractivas que nunca y deben mostrárselo al mundo. Actualmente, al no existir un consenso sobre este concepto, algunas personas lo identifican como un posible trastorno y otras, sin embargo, con una actitud que puede traer muchos beneficios para la persona”.

¿Y cómo saber diferenciar entre los dos casos? La línea entre una actitud sana y un comportamiento obsesivo parece muy fina. Por intentar matizarlo, la psicóloga describe los casos preocupantes como aquellos en los que pasa a ser una obsesión que condiciona la vida de la persona. “Es decir, cuando toda su rutina y su comportamiento va encaminado a mantenerse joven, a pesar de que esto pueda provocar un deterioro en su vida social, familiar, laboral o en su salud”.

Susan Sarandon.
Susan Sarandon.Getty (GC Images)

Por qué nos obsesionamos con la juventud

La obsesión con la eterna juventud no es nada nuevo. Todos hemos oído leyendas sobre manantiales, elixires o piedras que concedían el poder de la juventud eterna. Pero algo ha cambiado en las últimas generaciones como para empezar a hablar de conceptos como la midorexia. Solo hace falta fijarnos en las abuelas de entonces y las abuelas de ahora.  “Hay cambios notables en la esperanza de vida, en los modelos de familia, en la importancia que se otorga al ocio y cómo se disfruta. Estamos obsesionados con todo aquello que se relaciona con la juventud, porque existe una tendencia creciente a un nuevo concepto de madurez, que invita a la población de mediana edad a reivindicar su derecho a seguir disfrutando”, apunta por su parte la socióloga Rosario Guillén.

Aunque hay otros condicionantes a tener en cuenta, el primero en el que debemos fijarnos son las redes sociales. Ya no solo nos importan las fotos de las estrellas de cine, ahora Instagram nos enseña una imagen idealizada incluso de nuestra vecina. Y lo hace, además, porque los tratamientos estéticos destinados a rejuvenecer que antes estaban destinados para las estrellas, son cada vez más accesibles para la población general (o al menos una parte de ellos).

Precisamente sobre este tema, Sergio Fernández, vocal de la Sociedad Española de Medicina Estética (SEME)  insiste en que “hoy en día, los procedimientos médicos se engloban dentro del enfoque holístico del bienestar”. Es decir, que el verse bien por fuera, se acompaña con cuidarse por dentro, haciendo de la nutrición, el ejercicio y el cuidado estético un trío inseparable.  Como el experto recuerda, “la expectativa media de vida ha aumentado considerablemente y eso hace que nos encontremos con pacientes, con una espléndida calidad de vida, que no sienten que su imagen reflejada en el espejo corresponda con cómo se encuentran ellos interiormente, por eso tratan de adecuar su aspecto a la juventud interna que sienten”. Algo que parece totalmente comprensible.

El quid de la cuestión está en entender que se puede envejecer más o menos rápido, de forma más o menos evidente, pero que envejecer, al final, forma parte de la vida. Así lo puntualiza la psicóloga Pilar García Flórez: “La midorexia tiene una base muy importante en el miedo a envejecer y la no aceptación del paso del tiempo y sus efectos. Esto es una batalla perdida que sólo genera frustración y gasto de energía, porque irremediablemente el tiempo va a pasar para todos”. En estos casos “es fundamental trabajar con la aceptación de la etapa de la vida en la que nos encontramos y de lo que esto implica. Y también con la noción de que la edad no define quiénes somos, ni tampoco determina nuestra valía como persona. Somos mucho más que una edad. Cuando estamos satisfechos con nuestra vida, es menos probable que traslademos el malestar a algo como nuestra edad”, reflexiona la psicóloga.

Maye Musk (73 años) en un evento de Balmain.
Maye Musk (73 años) en un evento de Balmain.Getty (Getty Images For Balmain)

La importancia de manejar expectativas

Otra de las claves para diferenciar cuando la “midorexia” es preocupante, es precisamente el saber manejar las expectativas. “Los pacientes en general, son conscientes de sus limitaciones, pero es cierto que algunos pacientes acuden con imágenes de sus personajes favoritos para intentar conseguir en su rostro los rasgos más icónicos de sus ídolos”.  Siendo así, desde SEME recuerdan que a la hora de pasar por un tratamiento de estética “hay que tratar con el paciente para que haga autocrítica de sus pretensiones, si lo conseguimos es muy fácil continuar acompañando al paciente en su procedimiento de envejecimiento, pero si no lo conseguimos, lo lógico sería hacerle entender al paciente que precisa ayuda psicológica”.

En esta idea también profundiza de nuevo la psicóloga Pilar García Flórez. “La persona intenta alcanzar esos cánones, pero al resultar imposible aparece la frustración y la insatisfacción con una misma. Lo que deriva en problemas de autoestima, ansiedad, bajo estado de ánimo, etc. Así que es fundamental manejar unas expectativas realistas de lo que es la belleza, la edad que tenemos y de lo que realmente es saludable y lo que no”.

Y es que, como reflexiona la experta, el problema en el caso de la midorexia no es realmente querer sentirse más joven, sino el concepto que tenemos de juventud. “La midorexia aparece por el contexto en el que vivimos y la presión social que nos lleva a creer que lo deseable es estar más guapa, más delgada, etc.”, cuando realmente sentirse y verse más joven no tiene por qué traducirse solo en eso.

La actriz Demi Moore.
La actriz Demi Moore.Jacopo Raule (Getty Images)

Lo bueno de no renunciar a sentirse joven

De hecho, el querer mantenerse joven en la mediana edad, sin obsesionarse y con unas expectativas realistas, tiene mucho de positivo. “Todo en la vida llevado al extremo se convierte en un problema, pero en su justa medida nos puede aportar muchos aspectos positivos”, incide García Flórez. Para empezar, hay que citar todos los beneficios que implica el autocuidado: hacer actividad física, tener una buena alimentación, no caer en el sedentarismo asociado a ciertas edades, mantener la actividad mental, etc. Pero también está el hecho de no considerar la edad como una barrera, ni a nivel físico, ni mental. “Esto nos va a permitir disfrutar del día a día, hacer actividades placenteras, menos rutinarias y no limitarnos”.

“Pese al límite físico que imponen la genética y nuestra salud, hay estudios que reflejan que en las personas que se sienten más jóvenes, el deterioro cognitivo es menor. Sentirse más joven, rejuvenece”, cierra a modo de conclusión la socióloga Rosario Guillén.

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