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Salud pública
Tribuna
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Peques, adolescentes, mayores, ¡tomemos los parques!

Estos espacios verdes permiten a los usuarios, gracias a su tamaño y características, socializar y realizar actividades en ellos

Un jugador realiza su lanzamiento durante una partida de petanca en el parque de Aluche.
Un jugador realiza su lanzamiento durante una partida de petanca en el parque de Aluche.David Expósito
Manuel Franco

Tarde de domingo, salgo a pasear con mi hija, una amiga suya y mi madre. Vamos camino de uno de los huertos urbanos del barrio de Bellas Vistas, distrito de Tetuán en Madrid. Llegamos a un pequeñísimo parque sin nombre lleno de niños y niñas, probablemente dominicanas, pakistaníes, y de etnia gitana disfrutando de los columpios, de la fuente del agua o jugando al fútbol... En una esquina, árboles altos y frondosos dan buena sombra a los más mayores que estamos charlando en los bancos. Volvemos a casa mucho mejor de lo que salimos. Lo deseable es que esto pasara cada tarde.

Tarde de jueves en el barrio de Canyelles, distrito de Nou Barris en Barcelona, visito una actividad comunitaria. Adolescentes, educadores de calle y técnicas de salud, pintan un enorme mural en una gran pared de cemento. Arriba del muro están las pistas del club de petanca Atlético Canyelles llenas de hombres y mujeres, mayores y no tan mayores, muy entretenidos mostrando su habilidad de lanzamiento. Cien metros más abajo hay un enorme skatepark y canchas de deporte abarrotadas de adolescentes jugando al voleibol, fútbol y baloncesto, de fondo dos enormes y vistosos grafitis. Mayores y adolescentes se hacen con sus parques, sus muros y sus canchas de deporte abiertas.

Ambos barrios, Bellas Vistas y Canyelles, tienen porcentajes muy altos de población inmigrante y un nivel socioeconómico bajo dentro de las ciudades de Madrid y Barcelona. Son ejemplos de la ciudad mezclada y multicultural, la no segregada. Son barrios donde los niveles de salud caen y las enfermedades crónicas son más prevalentes que en la media de la ciudad. Areas infra-servidas como las llamaría la Dra. Mary Bassett en EE UU. En estos barrios y sus parques, como en muchos otros similares, se llevan a cabo actividades de promoción de la salud valiosísimas, aunque muchos medios de comunicación continúan estigmatizando a estos vecinos.

La investigación en salud urbana estudia la relación entre los parques urbanos y la salud de los que allí habitan o los utilizan. Un parque es un espacio verde que, por su tamaño y características, permite a sus usuarios socializarse y realizar actividades en ellos. Por eso es fundamental preguntarle a un abuelo de 75 años y a sus nietas de 5, 9 y 13 qué les atrae para ir y pasar tantas horas en un parque. Mujeres y hombres de todas las edades, niños y niñas necesitamos diferentes espacios verdes para realizar distintas actividades.

Un grupo de niños patina en el parque del Retiro.
Un grupo de niños patina en el parque del Retiro.RAÚL URBINA

Los estudios en salud urbana identifican al menos dos razones por las que se asocia la mejor salud con el uso de los parques: 1) El aumento de la actividad física que allí se produce y 2) La mayor y mejor socialización que se genera en los parques. La cohesión social favorece la salud. Salir de casa e ir al parque, pasear, jugar a la petanca, practicar deporte en sus canchas abiertas, o tener una “pandilla de parque” como dicen mis hijas, nos ayuda en el proceso de socialización, que tan necesario ha sido en tiempos de pandemia. Sin embargo, estudios científicos muestran una y otra vez, en diferentes ciudades y continentes, cómo los barrios de mayor nivel socioeconómico tienen parques mejor cuidados, más seguros y usados, y sus habitantes disfrutan en general de mayor exposición a zonas verdes. Precisamente esas son las poblaciones que tienen mayores niveles de salud, menor morbilidad y mortalidad, las que menos necesitan mejores parques, como mostró el proyecto SALURBAL, en un análisis de 28 ciudades latinoamericanas. Un análisis de ese mismo proyecto, esta vez en 11 ciudades de Latinoamérica mostró cómo la proximidad, el buen estado de los parques y la buena comunicación aumentaban su uso.

Cuarenta y tres mil muertes al año se podrían prevenir si se cumplieran las recomendaciones de la OMS sobre el acceso a los espacios verdes a una distancia de no más de 300 metros de cada domicilio, según un importante estudio realizado en más de mil ciudades en 31 países por el Instituto de Salud Global de Barcelona. Estas cifras deberían obligarnos a hablar con nuestros urbanistas cada mañana, cada tarde. Y convencerles de que los parques de proximidad, los sin nombre, son los que nos sirven en el día a día y los que realmente hacen la diferencia.

En Madrid, un equipo interdisciplinar de científicos urbanos estudiamos con metodologías mixtas, cualitativas y cuantitativas, el uso de los parques situados en tres barrios con niveles socioeconómicos alto, medio y bajo. Y observamos un menor uso de estos, y niveles de actividad física menos intensos, en los barrios de nivel socioeconómico medio y bajo. Las mujeres hacen menos ejercicio físico que los hombres en los tres barrios. Las barreras que se identificaron para el uso de sus parques fueron la falta de tiempo, por sus largos horarios de trabajo y desplazamiento, la suciedad, el pobre mantenimiento de los parques y la inseguridad percibida en ellos. Esta última barrera fue especialmente mencionada por las mujeres entrevistadas. Un estudio participativo realizado por la Universidad de Alcalá y el Ayuntamiento de Madrid sobre el entorno urbano y actividad física en los distritos de Villaverde y Chamberí en Madrid dejó claro que los vecinos pedían más actividades organizadas en los parques, así como la necesidad de mejorar y adecuar las condiciones de los parques para estar físicamente activos.

En el caso de los ciudadanos más pequeños sabemos que, entre los factores relacionados con la obesidad infantil, están la inactividad física y el uso continuado de pantallas. El estudio PASOS, llevado a cabo en el 2019 por la fundación Gasol, mostró que solamente un 36,7% de la población infantil y adolescente cumple con la recomendación de la OMS de al menos 60 minutos de actividad física moderada o vigorosa cada día, sin embargo, dedican casi tres horas al día al uso de pantallas. Si, por ejemplo, nuestros peques y adolescentes pasasen a la semana cinco horas en el parque, estaríamos añadiendo esas horas de actividad física, de relación e integración social que probablemente mejor su calidad de sueño e impliquen sin duda menos horas de pantallas.

Pasar horas en el parque, pertenecer a un club de baile al aire libre o de petanca, jugar asiduamente en sus canchas, o simplemente tener una “pandilla de parque” como dicen mis hijas, nos permitirá conseguir mejores barrios. La ciudadanía, las administraciones locales, debemos cuidar, defender y tomar los parques para que toda la población pueda disfrutarlos. Estaríamos más sanos y felices.

La salud va por barrios es una sección que explica en tono sencillo y amable los conceptos y avances de la investigación en Salud Urbana, un área de la Salud Pública necesariamente interdisciplinar. La investigación en Salud Urbana tiene como objetivo mejorar nuestras ciudades para mejorar la salud de los millones de personas que habitamos las complejas y desiguales ciudades que hoy caracterizan la vida en nuestro planeta.

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Sobre la firma

Manuel Franco
Es profesor e investigador en Epidemiología y Salud Pública en las universidades de Alcalá, España y Johns Hopkins en Baltimore, EE.UU. Sus proyectos de investigación se centran en la Salud Urbana y la Epidemiología Social.

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