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Valentín Fuster: “Vivimos en una sociedad de consumo que priva de lo importante: la calidad de vida”

El cardiólogo, director del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares, alerta de que el auge de los factores de riesgo cardiovasculares son “un reflejo” de las dinámicas de vida actuales

El director general del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares, Valentín Fuster
El director general del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares, Valentín FusterFundación SHE
Jessica Mouzo

Son las siete de la mañana en Nueva York —la una de la tarde en Barcelona— y el doctor Valentín Fuster (Barcelona, 79 años) lleva ya tres reuniones a sus espaldas. Luego, tiene un encuentro con investigadores españoles en Nueva York en el que participará la reina Letizia; se verá con la primera dama estadounidense, Jill Biden; y tiene pendiente también dar una charla a jóvenes científicos. No para. Solo se guarda 15 minutos, entre las 5.00 que llega al despacho y las 5.15, para pensar y reflexionar. Cada día. Es su método de trabajo, de vida, de ser.

Fuster, que acumula un extensísimo currículum académico y combina ahora la dirección general del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares Carlos III en España con el mando de Instituto Cardiovascular del Mount Sinai Medical Center de Nueva York, ve pacientes, investiga e idea estrategias de salud. Sigue intentando curar lo máximo posible, pero hace tiempo que libra también otra gran batalla por la prevención. Desde su fundación (SHE, Science for Health and Education), se vuelca, por ejemplo, en educación para cambiar los hábitos y detener los factores de riesgo cardiovasculares antes de que aparezcan. Hay que atacar por todos los frentes.

El médico se conecta por videoconferencia con extrema puntualidad a la hora acordada. No para, pero está tranquilo. Habla sin prisa, a pesar de la agenda.

Pregunta. Le han hecho decenas de entrevistas. Es, probablemente, el cardiólogo más conocido de España. Tiene hasta un teleñeco. ¿Qué tiene que decir Valentín Fuster que nunca haya dicho o le hayan preguntado?

Respuesta. Cuál es el método que utilizo para trabajar en tantos aspectos, desde el punto de vista clínico, investigación y educación y con tantos proyectos.

P. ¿Y cuál es?

R. Soy muy rígido con el método: primero, el prevenir. Yo nunca trabajo en el último minuto, sino con tiempo suficiente para poder razonar. Luego, cada día, me siento 15 minutos a pensar. ¿Y qué es lo que pienso? Bueno, pienso en aspectos, primero, más personales. Por ejemplo, tengo el concepto de las cuatro t: tiempo para reflexionar cada día, es fundamental; talento a descubrir, es decir, cuál es la mejor inversión que podemos hacer, nunca salir de lo que tú realmente conoces y puedes hacer bien; transmitir positividad, más que estar perdiendo su tiempo y energía quejándose de todo; y el cuarto es tutoría, yo trabajo muchísimo con gente joven. Las cuatro t son fundamentales para cómo yo funciono. Y luego hay otros aspectos que no voy a entrar, que son cuatro a, que es cómo tú transmites a la sociedad lo que aprendes para mejorar la sociedad.

P. ¿Por qué no quiere entrar?

R. Porque entramos en un campo extrapersonal… Bueno, te lo diré. Básicamente, una actitud: a todos los problemas que uno tiene, vamos a intentar tener una solución. El segundo es el altruismo, que es fundamental en nuestras vidas y nos da mucha más fuerza para todo. Lo otro es aceptar cómo eres y quién eres. Y la cuarta, la autenticidad: yo estoy hablando contigo ahora y esta noche llegaré a casa y soy la misma persona, no voy a cambiar. Todo esto es mi guía.

P. Hace poco, habló con EL PAÍS por un estudio suyo que demostraba la eficacia de la polipíldora para evitar recaídas de infarto porque mejoraba la adherencia al tratamiento. ¿Por qué la gente no se toma la medicación?

R. Estamos en un mundo muy difícil, competitivo, con mucha prisa. Estamos viviendo de urgencia y el tema de la adherencia a la medicación no es de urgencia. Es un mundo caótico, necesitas pensar cada día dónde estás, qué es lo fundamental. Y la salud, desgraciadamente, en estos momentos, no parece que sea uno de los aspectos fundamentales de la sociedad en que vivimos.

Estamos en una sociedad muy tecnificada, de mundo de consumo, de competitividad y donde aspectos a largo plazo, como el tema de la salud, se les da mucha menos importancia.

P. Habla del mundo de consumo, de competitividad… ¿Está señalando al capitalismo salvaje como causante de esta alteración del orden de prioridades?

Estamos acribillados por el tiempo y la competitividad y esto nos hace comer más y fumar para calmar la ansiedad”
Valentín Fuster

R. No lo llamaría capitalismo, pero le llamaría technology out of the world, la tecnología está dando prisa. Tengo emails cada dos minutos y uno piensa: si todos estos websites se fueran, a lo mejor viviríamos más tranquilos. La tecnología nos está llevando a un mundo acelerado, competitivo, de urgencia y nos olvidamos de lo que más a largo plazo es más importante en nuestras vidas.

P. ¿Cómo se revierten estas dinámicas?

R. Yo creo en la simplicidad. El día que yo sienta que me voy a morir, mirando atrás, qué voy a decir sobre qué hice bien y qué hice mal, qué era lo importante y lo que no. Y aquí aparecen cosas que no pensamos en nuestro día a día: la familia, los compañeros, los amigos, la comunicación… Y a mí me dirás: “Te han dado muchos premios”. Pero yo no creo que esto esté en mi día final, sino que entrará cómo he tratado a mis compañeros, cómo me he comprometido con la sociedad.

P. ¿Vivimos mal para nuestra salud?

R. Terrible. Vivimos mal. Mira lo que está ocurriendo con la obesidad, la diabetes, la presión arterial… El 50% de la población con presión arterial alta ni lo sabe y del 50% que lo sabe, solamente se trata la mitad. Vivimos en una sociedad de consumo y esto nos priva de lo importante a largo plazo: la importancia de la calidad de vida más que la cantidad de vida.

P. En realidad, todo el mundo sabe que fumar es malo o que la obesidad es un factor de riesgo para desarrollar enfermedades cardiovasculares, pero la gente sigue fumando, el sobrepeso está disparado y las enfermedades cardiovasculares son la primera causa de muerte. ¿Qué está pasando?

R. Estamos acribillados por el tiempo y la competitividad. Esto nos hace comer más, nos hace fumar para calmar la ansiedad… Lo que está subiendo es un reflejo, un marcador de la sociedad de consumo en la que estamos viviendo. La tecnología lo que ha hecho es prolongarnos la vida, pero la sociedad de consumo nos ha acelerado de tal manera que los factores de riesgo hacen que tengamos más enfermedad, pero la podemos curar más porque tenemos tecnología.

P. ¿Es, entonces, la tecnología la que nos salva de nuestra incapacidad para prevenir estas enfermedades?

R. Exactamente. Es una supervivencia. El mundo tecnológico tiene cosas positivas, como el prolongar la vida, pero tiene aspectos negativos, como lo que está ocurriendo con las redes sociales: esta tecnología conlleva mucha ansiedad y mucha mentira y es un aspecto muy negativo. Hay aspectos negativos y positivos de la tecnología, pero el conjunto final es que estamos usando la tecnología para sobrevivir a los aspectos negativos de la tecnología.

P. A propósito de los factores de riesgo, con el tabaco se anda con menos miramientos. Pero con el alcohol hay mucha controversia: hay estudios que avalan un consumo moderado. ¿Cuánto es lo bueno? ¿Cuál es el mensaje?

R. Con esto del alcohol, mejor no empezar. El problema está en quién puede decir que va a tomar una copa de alcohol al día y no dos o tres o cuatro. No entro en el detalle de si [una copa] ayuda o no ayuda; lo que sí sabemos es que el empezar no ayuda porque la mayoría bebe más de lo que debería beber.

P. Sobre los fumadores, usted dijo en varias ocasiones que hay que entender qué hace que una persona fume. ¿Cómo se reparten las responsabilidades por tener hábitos poco saludables entre los usuarios, el sistema y la industria?

R. Empieza por nosotros. Se tiene mucho en cuenta todo lo de fuera y nosotros no nos culpamos. Has de entrar en ti, por qué fumas. Siempre hay razones fundamentales a lo que ocurre y son muy personales, no culpemos a la sociedad.

P. Habla de la responsabilidad individual. ¿Y la de la industria? En el año 2000, usted mismo decía: “Lucho contra el tabaco y las tabaqueras, no contra el fumador”. ¿Cuál es la responsabilidad de la industria?

R. Yo pongo la industria con una responsabilidad enorme y una falta de ética, pero es mi opinión personal.

P. Usted también dijo que habría que dominar la industria alimentaria.

R. Absolutamente. Se ha de legislar. Y en esto me siento más optimista porque la industria alimentaria seguirá adelante con alimentos más sanos, no es como las tabacaleras, que es todo o nada.

P. En 2018 salió un estudio que criticaba que Coca-Cola, por ejemplo, había abonado dinero para actividades de promoción de la salud a diversas entidades. Entre ellas, su fundación [le dio más de 300.000 euros]. Este mensaje, de la industria promocionando estas actividades saludables, ¿no puede ser contraproducente? Los investigadores decían que servía a sus propios intereses comerciales.

R. Estoy de acuerdo. En nuestro caso, lo que hicieron es ayudar en Cardona, un pueblo de Cataluña, a que la gente pudiera hacer ejercicio. Pero tenemos que ir con cuidado en cómo utilizamos la industria. También, por otra parte, hay muchas industrias que están haciendo un gran papel en países de economía baja, trayendo agua, usando infraestructura...

Con el alcohol, mejor no empezar porque la mayoría bebe más de lo que debería”
Valentín Fuster

P. Si no puedes con el enemigo, únete a él.

R. Yo recuerdo el caso que me ha dicho [la ayuda de Coca-Cola a la Fundación SHE] y un día, de estas meditaciones que tengo, llegué a la conclusión de que hay que ir con cuidado. Uno ve cómo podemos hacer para que la gente en Cardona ande, tenga dos caminos… y fue fantástico. Pero después, reflexionas más y ves que tienes que ir con cuidado.

P. Hay muchos frentes abiertos en el reto de mejorar la salud de la gente. ¿Qué falta por hacer? En enfermedades cardiovasculares, llevan muchos años machacando los mensajes preventivos. ¿Hay que seguir repitiendo estas consignas o buscar ideas nuevas?

R. Completamente nuevas. Has de empezar con un individuo y para mí, el cerebro es más importante que el corazón. Es lo que tú piensas lo que decidirá lo que tú vas a hacer con tu corazón. A partir de aquí, se ha de crear un ambiente a tu alrededor que sea favorable: empieza con la persona, sigue con la familia, va al entorno de trabajo... Pero hemos cometido dos errores: el primer error es creer que los políticos van a solucionar los factores de riesgo: contribuyen, pero decir que son los responsables, no; y el segundo es pensar que al paciente que voy a ver de aquí en media hora, yo le voy a cambiar su vida. La prevención es absolutamente fundamental, pero más importante es promover salud, empezar antes de que haya los factores de riesgo.

P. ¿Y por dónde empezamos?

R. Encuentre 15 minutos al día para usted. Y piense dónde está y a dónde va. Empiece por su cerebro.

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Sobre la firma

Jessica Mouzo
Jessica Mouzo es redactora de sanidad en EL PAÍS. Es licenciada en Periodismo por la Universidade de Santiago de Compostela y Máster de Periodismo BCN-NY de la Universitat de Barcelona.

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